Castillo de Abizanda

El castillo ocupa plenamente la cima de una colina, en cuya ladera meridional se apiña el caserío.

La torre se encuentra en un excelente estado tras ser restaurada entre 1987 y 1990 por la Diputación de Aragón. Los restos del recinto, en cambio, son escasos y muy deteriorados.

Vista meridional del castillo. Frente a la torre y a sus pies, se aprecian los restos del recinto que la rodeaba.

Castillo montano de planta irregular compuesto por una gran torre (donjon) y un recinto amurallado que la rodea por completo y que está reforzado con algunos cubos de planta cuadrangular. Este recinto albergaba el aljibe, la iglesia, el cementerio y otro tipo de construcciones que ya han desaparecido. Por rara excepción, el recinto murado es de planta bastante regular, con unas medidas de unos 40 x 25 m. ocupando una superficie aproximada de 1.800 m2, solo bien conservado en su lado mayor occidental, con un torreón rectangular, en tanto que por el Sur y el Este, aparece confundido entre casas, aunque se pueden identificar en cada uno dos torreones parecidos. Esta estructura de lienzos cortos y cubos cuadrangulares, procede de las alcazabas musulmanas. Está realizado en sillarejo con un aparejo distinto al de la torre y con mortero muy duro, en ocasiones con las juntas repasadas con un clavo, y parece en su conjunto una obra inmediatamente posterior a la de la torre principal. Cabe destacar que en el muro mejor conservado, situado al Sur presenta un aparejo con una disposición de hiladas diferente al resto de los muros, pudiendo tratarse de una construcción anterior a éstos, correspondiente quizá a una torre albarrana separada del recinto, según algunos autores. El cubo del lado Este se utilizó para construir en su interior la bóveda de cuarto de esfera del ábside, precedido de la bóveda preabsidial de medio cañón, correspondiente a una pequeña iglesia de planta ligeramente rectangular descubierta en 1998 al desmontar la antigua casa de la abadía que estaba adosada a la parte exterior de este lienzo de muralla. En este muro se observan dieciséis estrechas aberturas, a modo de aspilleras rectangulares, casi sin derrame, que perforan a distintas alturas la parte baja del ábside y del arco del presbiterio, que aparecen también en el lienzo de la muralla a la izquierda. Posiblemente se trata de aspilleras que defendían el primitivo camino de subida al castillo que discurría por el flanco Este del mismo. En el lado menor que mira al Norte, el más estratégico, se eleva, exenta, la soberbia torre, una de las mejores de todo Aragón, la más completa de época románica, siendo de lamentar el silencio documental sobre su fecha de construcción, aunque casi con seguridad se puede atribuir a mediados del siglo XI.

Este tipo de recintos han llegado a nuestros días en mucho peor estado que la torre debido, en primer lugar, a que se prestan a una fácil reutilización del material y, en segundo, a que la torre tiene mayor entidad desde el punto de vista estratégico y, por tanto, su calidad arquitectónica es mayor. En este tipo de castillos, que iban marcando el avance de las tropas cristianas hacia el Sur musulmán, todo estaba en función del carácter inexpugnable de la torre.

 

 

Restos de la torre situada en el extremo Sur del recinto, considerada por algunos como albarrana. Al fondo, se observa la torre.

Lienzo Oeste, visto desde el exterior, el mejor conservado, con su correspondiente cubo.

 

 

Lienzo Este, desde el interior. En la parte interna del cubo se habilitó el ábside de la desaparecida iglesia del castillo. Por detrás del lienzo asoma la actual iglesia parroquial.

La torre del castillo de Abizanda se ha conservado prácticamente tal y como se construyó en el siglo XI. Presenta planta rectangular con unas medidas de 13,64 por 8,16 metros, con un espesor de los paramentos hasta la altura de la puerta de casi dos metros, dejando un espacio interior habitable de algo más de 40 m2 en las plantas inferiores, mientras que la última es de 60 m2, dado el progresivo estrechamiento de los muros. Cuenta con alrededor de 24 metros de altura repartidos en cinco plantas, todas ellas realizadas con pisos de tablas apoyados sobre vigas que a su vez se apean en vástagos en cada uno de los muros. La fábrica de la torre presenta dos clases de aparejo distintos, y por tanto, dos fases de construcción. La obra de la parte inferior de la torre correspondería a la torre levantada a finales del siglo X destruida en el año 1006 por las tropas musulmanas, y sobre la cual se construyó unas décadas más tarde el resto de la torre hasta alcanzar 24 metros. Se trata de una construcción realizada por maestros lombardos que permite calificarla en el más antiguo estilo románico, donde cabe destacar la única puerta de acceso, de un metro de anchura situada a una altura de más de 6,50 metros abierta en su muro Sur. En la parte baja de la torre y hasta aproximadamente tres metros, la obra es de sillares muy bien escuadrados, de cromatismo más claro y de textura granulosa, sin embargo, a partir de ahí, la fábrica es de sillarejo más pequeño, de color ocre con incrustaciones de microfósiles, asentado con argamasa de gran dureza. 

Flanco Sur.

La planta inferior, bajo la puerta, se encuentra cegada con tierra hasta una altura de aproximadamente tres metros, que correspondería a un relleno antiguo que se introdujo intencionadamente con finalidad defensiva, para evitar un posible ataque a la parte baja de la torre mediante una zapa o fuego. Ese espacio presenta seis aspilleras, dos al Norte y al Sur, y una en los muros Este y Oeste.    

En la planta segunda de la torre está el acceso. La puerta presenta un metro de anchura y se sitúa a una altura de más de seis metros del nivel del suelo, abierta en el paramento Sur,  mirando al patio de armas para favorecer la defensa de acceso al interior. La puerta es adintelada y sobre ella se observa un arco de medio punto de pequeñas dovelas,  en su interior destaca la viga de madera original con los huecos en ambos extremos para los quicios, que indican que la puerta era de doble hoja de madera. Se llegaría a la misma mediante una escalera de mano que se colocaría y retiraría desde el interior. En la actualidad se ha construido una escalera de madera pegada a la pared para facilitar el acceso a los visitantes. En esta segunda planta se ha realizado una obra de carpintería intentando reproducir el aspecto que debía tener en su origen en los distintos pisos y la comunicación que habría entre ambos. Así mismo, presenta una aspillera en el centro de cada uno de sus paramentos, las del Este y Oeste están en una cota más elevada y más bajas las aspilleras del muro Sur y Norte.   

Aspecto comparativo de la torre de una imagen actual con una mucho más antigua.

Posiblemente en la tercera planta habitaban los moradores de la torre, dado que es la más confortable para usar como vivienda. En este piso se observa una ventana abierta en el centro del muro Oeste compuesta por un doble arco de medio punto con mainel y un capitel trapezoidal desde la que se controla el territorio occidental de la comarca de Sobrarbe y el camino que llegada desde Aínsa. En el muro Este se observa una ventana de doble arco que fue tapiada para convertirla en un armario o en una capilla, creando una habitación de uso restringido dado que sus paredes se pintaron de color rojizo. En el ángulo formado por los muros Este y Sur se construyó un retrete en un espacio rectangular al que se accede a través de una puerta adintelada y sobre ella un arco de medio punto similar al de la puerta de acceso de la torre. Se ha conservado parte del asiento de obra con su evacuatorio que salía en pendiente al exterior por ese paramento, este retrete se iluminaba por dos pequeñas aspilleras en los muros Este y Sur.            

La cuarta planta también debía ser habitable, dado que en el muro Sur se abre una ventana de doble arco de medio punto mirando al patio de armas. En este muro Sur se observa una aspillera, así como otras de igual factura en los muros Este y Oeste.

La quinta planta era exclusivamente defensiva, con total finalidad de vigilancia del terreno, en ella se almacenaban las piedras para ser arrojadas desde lo alto, el suelo de tablas se apoya sobre dos arcos de medio punto,  y tiene en el centro de cada uno de los muros una estrecha puerta en arco accediendo al cadalso de madera que recorre exteriormente el perímetro de la torre.

Era llamado Avizanda y Avizanlla en documentos medievales, pero su primitivo nombre árabe fue Ibn-Sallam. Fue castillo fronterizo musulmán que conquistó Sancho el Mayor, convirtiéndose en el más meridional de los que poseía. Su primer tenente conocido fue Ato Galíndez (1055). En feche indefinida del siglo XIII, Abizanda se incorporó al extenso patrimonio de la familia Antillón, representada en 1291 por Sancho, que lo entregó en rehenes a pedro de Ahones en 1301, a cuyo nombre figura en las Relaciones de Jaime II. El patrimonio de los Antillón pasó a Teresa Entenza, heredera también del condado de Urgel y la ricahembra más señalada de la época. Casó con el infante Alfonso (futuro Alfonso IV) y sus señoríos los legó a su hijo segundo Jaime, continuando la rama regia de los nuevos condes de Urgel hasta su trágico ocaso en 1413. Los condes tenían un alcaide en 1319 llamado Arnaldo. En 1610 pertenecía a la baronía de Castro y de La Laguna.

En la reconstrucción de la torre del castillo de Abizanda se cerró el cadalso dejando solo unas pequeñas aperturas por razones de seguridad para los visitantes, pero en origen se trataba de una construcción de madera muy ligera y abierto en todos sus frentes para facilitar el lanzamiento de piedras y el disparo con arco Así mismo, en las obras de restauración no se obtuvieron datos suficientes para conocer como debió ser la primitiva cubierta, si a una sola vertiente o a dos, ni tampoco los materiales que se utilizaron, por tanto, se siguió el criterio de hacer el nuevo tejado a cuatro vertientes para garantizar su resistencia y facilitar su acceso a la hora de reparaciones.