En la finca de su nombre, junto a la carretera de Guadarrama, a unos seis kilómetros del casco urbano. La mentada finca es de propiedad particular y, por tanto, la torre no se puede visitar. Incluso es difícil su observación al estar oculta por grandes árboles muy lejana de su perímetro.
Su estado es excelente. Fue restaurada con acierto por sus propietarios en varias fases durante el siglo XX. Recientemente ha sido utilizada como escenario de un conocido concurso televisivo.


Su fábrica es la piedra granítica, con muros de 2’50 m de espesor, de planta cuadrada de 23 m. de lado y 20 de altura, y una sola entrada a mediodía. La reforma de Francisco de Mora modificó las fachadas abriendo grandes ventanales con jambas de piedra, situadas ordenadamente. Se derribaron los torreones de las esquinas y se colocó la cubierta de teja con un gran alero de granito, perdiendo el edificio el aspecto de fortaleza. Cuenta con cinco plantas y su acceso se realiza mediante una puerta de medio punto y potentes dovelas. Se edificó un extraño cuerpo exterior en la fachada Norte totalmente hueco en toda su altura, con acceso en su planta baja y sin ningún enlace con el edificio, y realizado con sillares perfectamente labrados. Tradicionalmente se ha dicho que se dedicaba al martirio de la gota del agua golpeando intermitentemente en la cabeza del ajusticiado. En el interior se realizaron una serie de muros con arcos graníticos, pues la edificación primigenia era totalmente de madera. El resultado es una villa integrada en el paisaje. Las caballerizas son otro edificio singular, construídas a mitad del XVII conforme a trazas de Juan Gómez de Mora, durante el reinado de Felipe IV. En sus proximidades se encuentra la iglesia de la Santísima Trinidad, del XV.

Esta zona fue repoblada a partir de los siglos XI-XII, tras la caída de Toledo, por ganaderos segovianos. La aldea del Campillo debió surgir, en el siglo XIII, a partir de quiñoneros (repoblación a quiñón: a cada repoblador se le daba una cantidad de tierras de variada calidad), dedicados a la labranza y a la ganadería. En el siglo XIII, el Campillo ya aparece incluído en el sexmo de Casarrubias. Como también aparece la aldea de Monasterio, actualmente reunidas en la misma extensión de la finca de El Campillo. La primera vez que se tiene constancia de su existencia es en 1370 cuando las villas de Campillo y Monasterio se segregan del Real de Manzanares pasando a propiedad de Martín Ferrán. Enrique III, parece ser, que entregó el Campillo a los hermanos Ajofrín, muertos sin descendencia en la batalla de Aljubarrota (1385). La edificación de la casa-torre debió producirse a finales del siglo XIV cuando era propiedad de los hermanos Ajofrín. Don Álvaro Pérez de Guzmán, en 1401, mantuvo un pleito con la ciudad de Segovia, por estas tierras. Este largo pleito se terminó en 1428 cuando Juan II le dio la razón a Segovia. En 1446, Juan II entregó el Real de Manzanares a Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana. Más tarde pasó a los duques de Maqueda y Torrijos. Fue testigo mudo de los conflictos nobiliarios del siglo XV. Con frecuencia la habitó Isabel la Católica. Con motivo de la construcción del monasterio del Escorial, Felipe II compró la finca del Campillo y Monasterio, en 1595, a Bernardino de Cárdenas, por 4.000 ducados, integrándola en el parque natural del real Sitio. Felipe II lo convirtió en un palacio de caza respetando al máximo la estructura arquitectónica inicial, según trazas de Francisco de Mora. Muchos reyes de la Casa de Austria y de los Borbones, encontraron refugio aquí tras largos días de caza. Tras la Desamortización de Mendizábal, la finca y los edificios quedaron en manos privadas, llegando hasta los años 40 del siglo XX en total abandono, realizándose entonces una importante reparación que fue llevada a cabo por el arquitecto García Bellido. Hacia los años 50 se realizó otra reforma por don Jesús Cebrián, añadiéndole el cuerpo de dos plantas con forma de ele en la fachada Oeste, obra demasiado historicista, pero de impecable ejecución. Con esto se perdió definitivamente la forma de torreón exento. En los años 80 se llevó a cabo otra reforma general en toda la finca que incluyó el interior de la casa-torre.