Poblado Ibérico del Cabezo de San Pedro

En primer término, la muralla. Detrás las dos grandes torres.

En un espolón rocoso limitado por dos barrancos en la margen izquierda del río Martín. Para llegar hasta él hay que coger la carretera de Ariño y a cuatro kilómetros desviarse a la izquierda por una pista que nos lleva, tras cruzar el río Martín, a la finca agrícola de San Pedro de los Griegos. Una vez allí, hay un sendero que nos lleva hasta el poblado o también se puede continuar con vehículo por una pista dando un rodeo. Todos los cruces de caminos y sendas están señalizados. Es visible desde la carretera.

Para ser un poblado ibérico, su estado es excepcional, puesto que la gran mayoría han desaparecido o son unos lamentables restos arqueológicos. La muralla principal todavía se conserva en buen estado, la torre circular está desmochada y la otra se ha derrumbado longitudinalmente, el foso está prácticamente cegado y el resto del poblado no es más que un montón de escombros. Ha sido arrasado y expoliado tanto en el pasado como en el presente. De todos modos es realmente inusual que un poblado ibérico llegue hasta nuestros días en el estado en que se encuentra este. Tenemos que resaltar que durante nuestra última visita en el año 2020, había sido removido todo el recinto interior paralelo a la muralla con una retroexcavadora ¿Son estos los nuevos métodos de excavación empleados por los arqueólogos?

 

 

 

Imagen tomada desde el Sur, en la que se aprecia el espolón donde se sitúa.

 

 

 

En primer término, se observa el foso y luego la muralla principal. Por detrás asoman las torres.

El poblado desempeñaba una función fundamentalmente militar, de control de accesos al territorio y protección de las vías de comunicación. Posee además, un amplio recinto donde se construyeron viviendas, almacenes y talleres artesanales. Su estructura urbanística lo forma un recinto fortificado de 5.500 m2 y un hábitat extramuros de 17.000 m2. El recinto fortificado aprovecha las condiciones del terreno y concentra todos los dispositivos de defensa en la única parte no aislada de forma natural. El sistema defensivo se basa en el aprovechamiento de las condiciones del terreno, limitado por dos escarpes y un barranco. Las defensas, incluido un foso de 25 x 7 metros se hallan en la zona Noroeste, único acceso viable que no está aislado de forma natural. Junto al foso se levantó una primera línea de muralla, de aparejo ciclópeo, con un trazado curvilíneo no impuesto por la naturaleza del terreno y de 4 m de ancho, lo que facilitaba el camino de ronda.  Este muro termina al alcanzar la pendiente junto al barranco Noreste. Tras la primera muralla se encuentra un espacio libre de construcciones, con excepción de una de las torres del poblado que debió cumplir un importante papel en la defensa del poblado. Es en este lugar donde la excavadora ha despejado el espacio sin contemplaciones. 

La segunda línea de muralla presenta mayor complejidad por la existencia de obras de flanqueo y refuerzo, así como por una serie de construcciones como es un lienzo de muralla más antiguo, en fuerte talud, sobre el que se adosa un muro de aparejo más regular y de mayor tamaño, con una torre cuadrada de ángulos redondeados. En el extremo Este de la muralla, pero exenta, se ubica una segunda torre de planta circular, completando este segundo recinto que no llega a aislar totalmente el núcleo interior habitado. Otra de las torres existentes se encuentra en la parte central de la fortificación, adosada al lienzo pero sin formar parte de él. Esta torre es de forma rectangular, con los ángulos exteriores redondeados mediante la talla de los bloques, con el fin de obtener mayor resistencia a los proyectiles lanzados por los agresores y suprimir los ángulos muertos en el tiro y la vigilancia. Presenta un notable ataludamiento y, por tanto, un estrechamiento progresivo de la planta. El sistema de fortificación de este poblado, muestra la adopción de novedades al tener que hacer frente a ejércitos dotados de modernas maquinarias de asalto.

Torre rectangular con los ángulos redondeados para obtener mayor resistencia a los impactos con proyectiles.

Torre de planta circular, aislada, con 11 m de diámetro. Macizada en su parte inferior para impedir su destrucción mediante minas o galerías.

Con 129 m de recorrido, la muralla exterior presenta un trazado curvilíneo intencionado y varios quiebros, con el objeto de facilitar el control y defensa de esta zona. La altura conservada en la parte central es la original. Una pequeña poterna oculta por una de las curvas de la cerca se utilizaba como entrada secundaria y permitía contragolpes ofensivos por los defensores.

Detalle del aparejo ciclópeo.

 

 

 

El poblado se encuentra dominando el valle del río Martín.

El poblado debió levantarse a finales del siglo III a.C. y ser destruido a principios del siglo I, en el curso de las guerras civiles sertorianas.