Pico de la Muela

El Pico de la Muela visto desde el Oeste. Presenta una meseta completamente llana rodeada por escarpes verticales. Esta imagen está tomada desde la Casilla de los Moros.

Se encuentra en plena hoz del río Gritos, a unos dos kilómetros al Norte de la población de Valera de Abajo, prácticamente rodeado en su totalidad por la carretera y por el río. Es lugar muy frecuentado por escaladores que aparcan sus vehículos en la base de la peña, e incluso utilizan las paredes rocosas del Pico de la Muela para escalar. El mejor lugar para llegar hasta la cima es desde el mismo aparcamiento que utilizan los escaladores.

Muy mal estado. Tan solo hemos encontrado un muro de gruesa mampostería, unos escalones tallados en la roca, restos de antiguas excavaciones y muchos fragmentos cerámicos en superficie.

 

 

 

Muro que protege una escalera tallada en la roca, situados en su frente occidental.

Al fondo, a la izquierda aparecen las cuevas.

Escalones tallados en la roca.

Posible acceso a través de una grieta.

 

Antiguo poblado fortificado situado en un impresionante lugar. La naturaleza ha excavado una estrecha hoz de paredes verticales en uno de cuyos meandros encontramos estos restos. Está rodeado en todo su contorno por el río Gritos y la carretera, excepto por un estrecho paso al Noroeste cortado por dos fosos consecutivos tallados en la roca. La plataforma rocosa, de 954 m. de altura, cuya cima es llana por completo presenta planta triangular. Ocupa una superficie de 2’80 Ha aproximadamente. No debieron ser necesarias las defensas de grandes dimensiones, puesto que la gran altura de las rocas verticales que la rodean las hacía innecesarias.

Cuenta con un único acceso posible, en su vertiente occidental. Entre las rocas se puede distinguir la llamada “escalerilla de los moros”, que son cinco escalones tallados en la roca. Este acceso está protegido por un muro de grandes mampuestos trabados con mortero de cal. Tras sobrepasar los escalones se llega hasta el recinto a través de una grieta que podría ser de construcción artificial.

En su extremo Noroeste, la formación rocosa se estrecha considerablemente hasta unos pocos metros. En este lugar, como no podía ser de otra manera, se excavaron dos fosos para asegurar la defensa. Las paredes verticales caen por ambos lados y, junto a la estrechez del paso, forman un asombroso lugar.

En la cima, de superficie completamente aplanada y en la que ahora crece hierba que lo tapiza todo, se pueden observar numerosas construcciones dispersas, muros y vestigios de antiguas excavaciones, con aspecto de haber sido abandonadas muchos años atrás. Así mismo, podemos recoger, tanto en el recinto superior, como en toda la ladera occidental, numerosos fragmentos cerámicos en superficie.

En la ladera occidental, unos metros al Norte del poblado, aparecen un par de cuevas que, según algunos autores, fueron habitadas en la prehistoria, pero que tras muchos años de utilización como apriscos para el ganado, han perdido cualquier vestigio de antigüedad.

 

 

 

Uno de los múltiples lugares excavados.

Parece que la ocupación de este lugar comenzó en la Edad del Bronce, pero adquirió importancia con los íberos y, sobre todo, con los romanos, seguramente bajo la influencia de la cercana ciudad romana de Valeria, cinco kilómetros al Norte. Pero presenta también restos islámicos y medievales cristianos, documentando su ocupación hasta finales de la edad media. Se sabe también que fue posesión de don Francisco de Bazán en el siglo XV.

 

 

 

Foso oriental.

 

 

 

Foso occidental.

A unos 500 metros al Oeste existe una construcción rectangular (posible torre), rodeada por un recinto amurallado, denominado por los naturales como Casilla de los Moros.