La podemos encontrar al Sur de la ciudad romana de Valeria, en el cerro de Santa Catalina. Sus accesos y visita son los mismos.
Se encuentra en muy mal estado. Apenas queda un pequeño sector muy erosionado. Se ha perdido en su mayor parte, pero a nivel de cimientos se puede seguir todo su recorrido.
En primer término, ruinas de la ciudad romana de Valeria. Al fondo se alza la muralla medieval.
Restos de un cubo circular que se alza en el extremo Noroeste de la muralla, colgado sobre una roca, sobre la hoz del río Zahorra.
A continuación, viene un tramo desaparecido, y llegamos hasta el cubo cuadrangular, muy arruinado. Todavía conserva uno de los sillares romanos de su recubrimiento.
Se trata de una muralla reforzada por cubos de trecho en trecho que comienza en los escarpes rocosos de una hoz para terminar en los escarpes rocosos de otra hoz. Encierra un cerro amesetado con forma de península, inaccesible por todos sus frentes excepto por el Norte, que es donde se alza la muralla. Esta muralla es más o menos longilínea, orientada de Sureste a Noroeste, comenzando en el escarpe de la hoz del río Gritos y terminando en el escarpe opuesto de la hoz del río Zahorras, o viceversa. Lo mejor conservado es un largo lienzo de 70 m. con un cubo circular adosado y los basamentos de otros dos. Y otro cubo cuadrangular solitario. El muro tiene un espesor de 1’5 m. con fábrica de mampostería trabada con cal y revestida al exterior con sillarejos y sillares reutilizados de las obras romanas. De ellos solo hemos encontrado uno, todavía adosado a la torre cuadrangular.
Espesor del lienzo.
Conserva dos líneas de mechinales que bien pudieran haber servido para sustentar andamios o algún tipo de edificación adosada.
Lado intramuros del lienzo.
Se debió construir entre los siglos XII y XIII tras la conquista de la zona por Alfonso VIII a finales del XII. Se trata de una construcción realizada por los cristianos tras su conquista a los árabes, pues esta tierra fue zona fronteriza durante todo el siglo XII hasta la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Tras alejado el peligro musulmán, la población cristiana volvió a su emplazamiento en la villa, abandonando el lugar.
Después del lienzo más destacado, la cerca continúa, a nivel de cimientos, hasta la misma vertical de la hoz del río Gritos.