Recorrían las actuales calles de Palomino, Plaza del Ángel, Plaza de Beneyto y Coll, Portal de Valldigna, Salinas, Plaza del Tosal, Danzas, Lonja, Cerrajeros, Universidad, Comedias, Gobernador Viejo, Plaza del Temple, Pintor López, Conde Trenor y Plaza de los Fueros.
Muy arruinadas. En la actualidad pocos son los restos que nos quedan del recinto amurallado y los que quedan se encuentran en pésimas condiciones, pues a pesar de que en algunos la declaración de Monumento Artístico Nacional les podría haber inyectado algo de vida y esplendor, la realidad es que se encuentran en el más caótico y lamentable estado de conservación, tanto a nivel de monumento como en su entorno. Nunca se ha eliminado ningún edificio para liberar tramos de la muralla. Al contrario, se sigue construyendo sobre ellos. Tan solo la intervención en la Plaza del Tosal ha sido por iniciativa pública.
Existen 26 locales (algunos comerciales) con restos de la muralla en sus bajos. Las administraciones públicas en ningún momento han regulado o limitado la actividad en dichos locales según la Ley de Patrimonio, ni se hallan sujetos a convenio alguno con la Dirección General de Patrimonio para que pueda visitarse la muralla que queda oculta en el interior de estos espacios privados.
Estaba construída con tapial de hormigón con relleno de piedras de mediano tamaño y tenía torres de planta semicircular (al Oeste) y cuadrangulares (al Este), hechas con mampostería regular muy sólidas, y macizas hasta el último piso, donde se abría una estancia abovedada para facilitar la defensa. Su anchura media era de 2,25 m. Contó con barbacana y foso y estaba rematada por almenas. Tuvo siete puertas: Bab al-Qantara (Puerta del Puente), Bab al-Warraq (Puerta de la Hoja), Bab ibn Sajar (Puerta del Real), Bab al-Xaria (Puerta de la Ley o de la Xerea), Bab al-Baytala (Puerta de la Boatella), Bab al-Qaysariya (Puerta de la Alcaicería) y Bab al-Hannax (Puerta de la Culebra). Una vez construída la cerca cristiana, la muralla islámica no se derribó hasta pasados algunos siglos. Para facilitar el paso entre los distintos barrios se abrieron algunas puertas, de las cuales todavía queda una, el Portal de Valldigna. Las otras fueron el Portal de Espluges o del Trabuquet (c/ Salva cruce con c/ Universidad); Portal de Aviñó (c/ Aparisi y Guijarro); y Portillo de San Jorge, Sant Jordi o Na Xamorra (c/ Portillo de San Jorge).
Comenzando desde el Norte y en el sentido de las agujas del reloj, vamos a pasar a describir todos los elementos destacables de la cerca.
Bab al-Qantara (Puerta del Puente). Fue llamada por los cristianos Puerta de Roteros o de Serranos. Era la puerta más septentrional del recinto y recibía ese nombre porque estaba justo enfrente del único puente de piedra de la ciudad que cruzaba el río Turia en aquel momento, puente que mandó construir Abd al-Aziz. Su situación actual corresponde a la Plaza de los Fueros, detrás de las Torres de Serranos.
Bab al-Warraq (Puerta de la Hoja). Era llamada por los cristianos Puerta de los Catalanes o de la Trinidad. Se situaba en la actual calle del Salvador y daba a un puente de madera que cruzaba el río en dirección hacia los jardines de Viveros, antigua finca de recreo, lugar donde había un antiguo palacio musulmán.
Cruce de la calle Salvador con Pintor López, lugar donde estuvo situada la Puerta de la Hoja, después reutilizada por los cristianos.
Bab ibn Sajar (Puerta del Real). Los cristianos la llamaron Puerta del Temple. Estuvo situada en la actual Plaza del Poeta Llorente, orientada en dirección a La Meca.
Plaza del Poeta Llorente, lugar donde estuvo la Puerta del Real y la famosa Torre de Alí Bufat.
Junto a la puerta, protegiéndola, estaba la famosa torre de Alí Bufat, cuyo nombre original debió ser Alí Bu Fadl. Era redonda y desde ella la cerca musulmana hacía un quiebro dirigiéndose hacia el Sur. Es bien sabido que allí izaron los musulmanes el Pendón de la Conquista el 28 de septiembre de 1238 para indicar su rendición a las tropas del rey Jaime I. El hecho es conocido por la mención que el rey hace en su Crónica: “E nos fom en la rambla, entre’l reyal e la torre; e quan vim nostra senyera sus en la torre, descavalgam del caval, e endreçam ves orient, e ploram de nostres uyls e besam la terra, per la mercé que déus nos havia feyta.”
La torre no fue derribada por los cristianos, sino que al prolongar la muralla la aprovecharon, llamándola Torre del Temple. El pendón puede verse hoy en el Ayuntamiento de la ciudad.
Placa conmemorativa situada en la pared de la iglesia del Temple, en la misma Plaza del Poeta Llorente.
La muralla se dirigía en dirección Sur por el solar que hoy ocupa el Palacio del Temple, actual Gobierno Civil (c/ de los Maestres), hasta el antiguo Palacio del Marqués de Caro, hoy Hotel Caro (C/Almirante nº 14). En su interior, muy acertadamente, se han rehabilitado y conservado (además de diversos restos romanos) una torre de planta cuadrangular y un lienzo de la muralla.
La torre, de planta cuadrangular, ha quedado en medio del comedor del restaurante.
Desde la torre parte un largo lienzo de la muralla de 30 m. de longitud y 8 m. de altura. La mayor parte del lienzo se puede observar en el comedor del restaurante, pero la parte superior ha quedado integrada y visible en la habitación 03.
El lienzo asoma cortado transversalmente por la terraza exterior del hotel.
Imágenes del lienzo visible en el comedor.
Habitación 03.
Después de los restos anteriores, la muralla corría paralela a la actual calle del Gobernador Viejo, hasta llegar a la estrecha callejuela de Aparisi y Guijarro, lugar donde se abría otra de esas pequeñas puertas abiertas por los cristianos para favorecer el tránsito en el interior de la ciudad. Fue llamado Portal de Aviñó.
Calle del Mar. Al fondo, con los árboles, la Plaza de San Vicente Ferrer. En este espacio estuvo la puerta.
Bab al-Xaria (Puerta de la Ley). Aunque desaparecida, todavía da nombre al barrio de Xerea. Estuvo situada en la actual Plaza de San Vicente Ferrer.
En la Plaza de San Vicente Ferrer, enfrente de la iglesia de Santo Tomás, existe un local, antiguo restaurante que ahora parece cerrado, en cuyo interior se conserva un pequeño lienzo de la muralla.
El siguiente resto de la muralla existente se encuentra en la Universidad Central. Se trata de un muro de tapial de hormigón de 1’90 m. de anchura y una longitud de 62, de los que solo es visible una pequeña parte. También apareció una torre de planta cuadrada, que se sitúa en el vestíbulo de entrada al edificio. Se dispone de forma paralela a la calle de la Universidad, en el subsuelo del edificio de la Universidad Central. Lamentablemente, estos restos están acristalados, pero el paso de personas a desgastado los cristales volviéndolos totalmente opacos, por lo que es imposible vislumbrar nada.
Vestíbulo de entrada a la Universidad desde la calle homónima. Aquí debe estar la torre.
En otra sala adyacente también aparecen restos de la muralla acristalados, pero están muy modificados, con pavimentos, escaleras y otros restos constructivos. Tanto es así, que es difícil distinguirla.
Cruce de la c/Salvá con la c/Universidad. Aquí estuvo el Portal de Esplugues o del Trabuquet, uno de los portillos que abrieron los cristianos sobre la muralla árabe.
En este punto la muralla gira hacia el Oeste, paralela a la calle Pintor Sorolla primero, y a de las Barcas, después. No se pueden apreciar más restos hasta la calle Tránsitos, en cuyo número 6, existe una papelería en que vuelve a aparecer la muralla. Al igual que los restos de la Universidad, también están en el subsuelo y cubiertos por unos cristales.
Restos de la muralla que se pueden observar en la Papelería Sena Alós.
En la calle Moratín todavía existe una callejuela llamada del Portal de San Jorge. Aquí estuvo otra de las pequeñas puertas que los cristianos abrieron sobra la cerca musulmana para favorecer el tránsito entre los diferentes barrios.
El siguiente resto está en el restaurante Orio, en la calle San Vicente nº 23. En el subsuelo del local se puede apreciar un tramo de la muralla integrado en la decoración del local.
Imágenes tomadas en el restaurante Orio.
Calle de San Vicente en el cruce con la calle Cerrajeros, punto donde se encontraba la puerta de Bab Baytala, conocida por los cristianos como Puerta de la Boatella.
En los locales de los antiguos Almacenes El Siglo Valenciano, ocupados ahora por el centro Cultural Octubre, se conserva un excelente tramo de la muralla, con un torreón, parte de la barbacana y el foso. Todos los restos están cubiertos por cristaleras.
Lugar donde estuvo la puerta de Bab al-Qaysariya (Puerta de la Alcaicería). Se trata del cruce entre las calles de las Mantas y de los Derechos. Era una puerta menor que daba acceso al zoco o mercado.
Tramo de la muralla existente en los sótanos del Colegio Mayor Rector Peset, en la calle del Horno de San Nicolás.
Reconstrucción hipotética de la puerta de Bab al-Hannax.
Bab al-Hannax. (Puerta de la Culebra). También fue llamada Puerta de la Morería y se situaba al final de la calle Caballeros, en la actual Plaza del Tosal. Esta puerta se abría hacia poniente, comunicando con la extensa necrópolis que existía junto al camino de Cuarte. Los restos de esta puerta junto con un lienzo de la muralla de 20 m. de longitud, se puede admirar en el espacio subterráneo de la Galería del Tosal. Era una puerta en forma de codo incorporada a una torre de planta cuadrada elaborada con tapial. En su frente aún se conservan los agujeros dejados por los apoyos de las cajas de madera empleadas por los alarifes musulmanes para su construcción. Por delante de la muralla se ven unos arcos de ladrillo. Sobre ellos descansaba la bóveda de ladrillo que cubría la acequia de Rovella, conducción que fue canalizada por el antiguo foso de la muralla en el siglo XIV y que servía, casi hasta nuestros días, como colector de aguas de la ciudad. Después de la conquista cristiana, sobre este sector de la muralla se instalaron obradores de caldereros, cuya actividad perduró hasta época moderna.
Muro y torre situado en la Galería del Tosal.
El muro tiene una anchura de 2’5 m, realizado con tapial de hormigón (cal, arena y piedras), mientras que la torre está construída con la misma técnica en su base, pero luego se continuaba con tapial de tierra hasta alcanzar una altura de 11 m.
El mismo sector de la Galería del Tosal, visto desde la parte opuesta. Se ve uno de los arcos que sustentaba la bóveda de la acequia.
En la calle Caballeros, en los números 36 y 38 se encuentra el Palacio de Malferit, también llamado de los Fernández de Córdoba. En su interior queda un largo lienzo de la muralla y un torreón circular en muy buen estado. Actualmente en su planta baja existe una curiosa tienda de moda, por lo que se puede observar sin dificultad.
Otras imágenes de la muralla en el interior de la tienda. A la izquierda se aprecia su espesor en un punto donde ha sido cortada.
El siguiente resto que se conserva, a duras penas, es otro torreón que estuvo oculto hasta hace pocos años por edificaciones. Una vez derribadas, se puede observar, aunque ha sufrido muchas alteraciones. Es visible desde la calle Salinas.
Más hacia el Norte y también en la calle Salinas, entre los nº 15 y 19, queda otro pequeño resto de la muralla. Está muy maltrecho, sin protección y sin señalización. Al ser más estrecho en la base corre peligro de desplome.
En la confluencia de la calle Salinas con la calle del Portal de Valldigna aparece esta bella puerta de la muralla. No es original musulmana, sino que es una de las cuatro puertas que los cristianos abrieron sobre la cerca árabe en 1400 para facilitar el acceso, en este caso, a la morería. Consta de un arco de medio punto y ha sido recortada en sus jambas para facilitar el paso de turismos. Fue restaurada en 1965. En el portal hay una reproducción del retablo original que allí existió, dedicado a la Virgen y que fue colocado en 1589. El retablo representa al rey Jaime II de Aragón en el acto de fundación del monasterio de la Valldigna, que otorgó al abad del Monasterio de Santes Creus, con una inscripción que acompaña a la imagen y que dice: “Aquesta vall per a la vostra causa” (Este valle para vuestra causa). En su parte superior está la representación de la Virgen con los escudos de la ciudad de Valencia y del monasterio de la Valldigna. Se trata de un retablo de la década de 1960, junto al cual hay una inscripción que dice Nostra Dona de la Bona Son, Pregueu per nós, Portal de Valldigna.
Junto al portal se instaló la primera imprenta del Reino de Valencia y de España, por parte del maestro impresor Lambert Palmart, en la que en 1474 se imprimió el primer libro de España, escrito en valenciano: Les obres o trobes davall scrites les quals tracten de lahors de la sacratíssima Verge Maria (Trobes en Llaors de la Verge Maria). Una placa conmemorativa nos lo recuerda. También, junto al portal tuvo lugar el suceso vivido por Fray Joan Gilabert Jofré, interponiéndose al acoso y apedreamiento de un demente, tras el cual y cambiando su sermón cuaresmal, propició el que el 9 de abril de 1409 se pusieron los cimientos del primer manicomio del mundo que se llamó Hospital dels Folls i Ignocents. En 1944 el entonces director de Bellas Artes, don Manuel González Martí, tuvo la iniciativa de declarar monumento histórico-artístico al Portal de la Valldigna, para evitar su desaparición, ya que los propietarios querían demoler la casa para edificar otra de nueva planta.
En el interior de una manzana de casas ha quedado este lienzo, al que se puede acceder por un edificio de la C/ Portal de Valldiga.
Otro resto de las murallas árabes lo tenemos en otra torre, situada en la plaza Beneyto y Coll y que se encuentra parcialmente reformado. Ha quedado en el interior de un aparcamiento privado, pero es posible admirarla por encima de la valla metálica. El ayuntamiento tiene un plan de recuperación de la torre y su entorno desde hace décadas, pero ahí sigue, en total abandono.
Torreón del Ángel. Es llamado así por formar parte esta torre de una antigua posada ya desaparecida llamada con ese nombre. Es una torre de planta semicircular, hoy convertida en vivienda. En el muro adyacente se aprecian vestigios de almenas. Al igual que la anterior está esperando el plan de rehabilitación desde hace décadas. Pero hemos ido a peor, pues hace años tenía el acceso libre y ahora ha sido encerrada con vallas y apenas es visible desde lejos. Fué declarada Monumento Histórico-Artístico en el año 1963.
Desde la torre, la muralla sigue hacia el Noreste por la parte Norte de la Calle Palomino. Aparece un torreón de planta circular en el interior del edificio de viviendas situado en el número 9. Está situado en el hueco de la escalera y es visible desde la calle. Ha sido restaurado con acierto y el edifico adaptado para no dañarla.
Un poco más adelante, integrada en la estructura de un horno (Roteros nº 5) aparece un largo lienzo de 8 m, que tanto es visible desde la calle Palomino, como desde el interior del horno.
Y los últimos restos que se han recuperado han quedado en el interior de un edificio dedicado a residencia de estudiantes americanos situado en la C/ Blanquerías nº 2. Dicho edificio es de 1892 pero ha sido restaurado con gran acierto. En su interior y perfectamente rehabilitado y consolidado encontramos un lienzo de la muralla que cercaba la ciudad frente al río. El lienzo está realizado en muro de tapial de hormigón blanquecino. Además podemos apreciar el revoque o lucido exterior que disponía la muralla. Otro aliciente de estos restos es que todavía se conservan un grupo de almenas que remataba la parte superior de la muralla. También se puede encontrar una torre semicircular realizada en mampostería y maciza por su interior.
Diferentes aspectos de los restos conservados en el interior de este edificio. Destacan las almenas.
Torreón semicircular macizo que se encuentra en el interior de la residencia.
La conquista de la ciudad de Valencia fué realizada por los musulmanes en el año 714 al mando de Tarik, pero la primera mención que se hace de las murallas de Valencia durante este periodo es la del geógrafo Al-Razi quien en el siglo X, describe la ciudad con un recinto amurallado con cuatro puertas. Después de la caída del Califato de Córdoba, a principios del siglo XI, Valencia se convirtió en la capital de un reino de taifa experimentando un importante crecimiento urbano. Con la dominación musulmana se había iniciado un nuevo periodo urbano en el que el incremento de la población exigió la ampliación de la ciudad y la construcción de un nuevo perímetro defensivo. Las murallas árabes, de robusta construcción y en las que se abrían siete puertas principales, fueron levantadas por el principal de los reyes de la taifa valenciana, Abd al-Aziz ibn Abi Amir, nieto del gran Almanzor, que comenzó a reinar en la ciudad de Valencia en el año 1021, contando solamente la edad de quince años. A partir del siglo XII el recinto amurallado se amplió hacia el Sur y hacia el Este incorporándose nuevos elementos defensivos como las torres de planta cuadrada construidas con tapial de tierra sobre cimientos de hormigón. A su vez, algunos puntos estratégicos se reforzaron para una mejor defensa como es el caso del Tosal, donde se construyó una puerta avanzada en recodo para una mejor defensa del acceso. La solidez del recinto amurallado permitió a los moros valencianos resistir el duro asedio de que fueron objeto por parte del Cid y posteriormente a la conquista de la ciudad por Jaime I el conquistador. Después continuaron prestando servicio a la ciudad durante siglo y medio.