Hasta tres líneas de murallas existieron, que se fueron construyendo conforme crecía la ciudad hacia el Norte, hacia la parte baja. Los restos que han quedado son escasos y en muchos casos están integrados entre edificios y no es posible su visión. El ayuntamiento, en encomiable labor, va recuperando cuantos vestigios aparecen.
Por nuestra parte hemos encontrado cuatro puntos en los que se acumulan fragmentos de lienzos y alguna torre y puerta. Uno de esos puntos es en la parte Suroeste, entre los baluartes de San Jorge y San Jaime, junto a la Ronda Calvi. Aquí son visibles y han sido restaurados diversos elementos. También se han colocado carteles indicativos de gran utilidad.

Restos medievales en la zona Suroeste.
Los mismos restos vistos desde abajo. Arriba del todo, los edificios de la Almudaina.



Basamento de una torre cuadrangular. Cuenta con numerosas aspilleras que han quedado semienterradas.

Extraordinario lienzo de la muralla medieval, con tres almenas conservadas.

Según el historiador griego Timeo, la antigua ciudad de Ebusus ya estaba rodeada con fuertes murallas en los siglos IV-III a.C. La isla de Ibiza fue ocupada, probablemente, por pueblos de origen ibérico. Durante el primer milenio a. C., llegaron a sus costas mercaderes fenicios y, posteriormente, griegos (quienes la denominaron Pitiusa, o lugar de pinos). El año 654 a. C., los cartagineses fundaron Ibosim, factoría naval y fortaleza estratégica. Ibosim fue para ellos una base ideal para afianzar su dominio militar e impedir el comercio griego en esta parte del Mediterráneo. Los cartagineses estudiaron cuidadosamente el lugar idóneo para la fundación de Ibosim. La escasez de restos arqueológicos urbanos nos impide saber cómo debió ser la ciudad púnica. Tampoco abundan los testimonios escritos, aunque los pocos que conocemos hablan de “una ciudad de grandes murallas y un número considerable de casas bien construidas” o de la “fuerte e inexpugnable ciudad”. El conjunto urbano, se supone que era denso y compacto, cercado de murallas, que debieron ser importantes, a juzgar por los ataques que resistieron y por las descripciones de los viajeros de la época.

Plano de las murallas medievales, la almudaina y el castillo.
Durante las excavaciones arqueológicas que se están ejecutando en la plaza de armas del castillo, como fase previa a la construcción del Parador de Turismo, se acaban de descubrir vestigios de casas que, según los arqueólogos, podrían ser los restos de la antigua ciudad fenicia, fundada en la acrópolis de Ibiza. Esta población se situaría entre unos 3.600-4.000 habitantes, como máximo, y unos 1.500-2.000, como mínimo, según los arqueólogos. A raíz de la destrucción de Cartago (146 a. C.), hacia el año 70 a. C., la isla pasó a ser un municipio de Hispania (denominación romana de la península ibérica) conocido como Ebusus. Pero no parece que la ciudad ampliara substancialmente su extensión ni variara su trazado. A la caída del imperio romano (476 d. C.), la isla quedará nuevamente a merced de invasores de diversas procedencias: vándalos, bizantinos, visigodos, carolingios, normandos, etc. Se inició una época oscura y convulsa, dominada por la obsesión defensiva frente al invasor, de la que apenas nos han llegado datos ni restos.

Otro punto interesante es la c/ San José. Aquí podemos ver un largo lienzo con una torre perteneciente al muro septentrional de la Villa Mediana.


Tras varios tanteos previos, en 902-903 se produce la anexión de la isla al emirato de Córdoba, poco antes de la proclamación del califato cordobés. La nueva vida urbana llevó aparejada la remodelación de las murallas existentes. Las murallas árabes estaban jalonadas por treinta torres de planta cuadrada, y, básicamente, son las que se encontraron los conquistadores cristianos y que perduraron, con modificaciones, hasta la construcción del recinto renacentista en el siglo XVI. En 1235, una expedición aragonesa enviada por Jaime I y dirigida por Guillermo de Montgrí, el infante Pedro de Portugal y Nuño Sánchez, conde de Rosellón, conquistó la ciudad, y con ella cae el resto de las islas Pitiusas (Ibiza y Formentera). A partir de ese momento, las islas se incorporan al mundo cristiano, bajo la corona de Aragón.
Los cronistas de las expediciones militares describen una villa fortificada “con una triple cerca, con foso, muchas torres y un castillo en lo alto”. Algunas de esas descripciones concuerdan básicamente con un plano del recinto amurallado que se conserva en el archivo de Simancas, en el que se combinan dibujos de planta y alzado. Este plano de la fortificación se cree que fue dibujado por Calvi, como información previa para su proyecto de las nuevas murallas. Esa cartografía revela una estructura urbana organizada en tres recintos amurallados diferenciados, característica de la estrategia árabe de defensa escalonada, y la división de la ciudad en barrios relativamente independientes, aunque relacionados entre sí. En 1276, Ibiza pasó a depender del reino de Mallorca y, en 1299, el rey Jaime I de Mallorca constituyó la Universidad de Ibiza, que sería su institución de autogobierno durante varios siglos. Por lo que respecta a la estructura de la ciudad medieval cristiana, permanecerá básicamente invariable hasta el siglo XVI. Únicamente desaparecerá la cerca que separaba la Villa Superior de la Villa Mediana.


Portillo de Serra o la Portella. Se abre, flanqueada por dos torres bastante transformadas, en el lienzo Norte del recinto de la Villa Superior.

Sectores del lienzo Norte de la Villa Superior en la c/ Santa María.



Lienzo existente en el interior del Museo de la Muralla.