Debido a las nuevas necesidades poliorcéticas donde predominaba la artillería, se tuvo la necesidad de levantar un recinto defensivo apto para resistir cañonazos de gran calibre. Llegado el siglo XVI, las antiguas murallas árabes, pese a los numerosos parcheados y remiendos realizados durante siglos, se encontraban en un estado lamentable. Además, no estaban capacitadas para recibir impactos de artillería ni contaban con la solidez necesaria para sostener los cañones propios. La muralla rodea todo el Puig de Vila, la zona más elevada de la capital ibicenca y se extiende por una superficie de 10 hectáreas, con un perímetro de 1.800 metros.
Su estado es excelente y su aspecto impresionante, colosal y realmente espectacular. Se pueden recorrer al completo por encima del amplio adarve.
El recinto está compuesto por siete baluartes (Santa Tecla, San Bernardo, San Jorge, San Jaime, San Pedro, San Juan y Santa Lucía) unidos por los correspondientes paños de muralla y un revellín. Originalmente disponía de tres puertas (Portal de las Tablas, Portal Nuevo y Portal del Soto Fosc), pero actualmente tiene dos más abiertas en fechas recientes (Túnel del Revellín y Túnel de San Juan).
En la parte oriental, donde están los acantilados, no se llegó a completar el recinto debido a dificultades técnicas. Se levantó un revellín y un simple parapeto encima de las rocas.
Comenzamos el recorrido en la muralla Oeste del Baluarte de Santa Tecla.
Casamata Norte del Baluarte de Santa Tecla.
Flanco Norte del Baluarte de Santa Tecla.
Casamata y flanco Sur del Baluarte de Santa Tecla. A la derecha se ven los muros del revellín.
Revellín.
La catedral, el baluarte de Santa Tecla, y ya descendiendo, el revellín.
La primera entrada que nos encontramos es el Túnel del Revellín, excavado durante la Guerra Civil (1936-39). El exterior está defendido por dos troneras y al interior sale justo delante del ayuntamiento.
Casamata y flanco Sur del Baluarte de Santa Tecla.
Impresionante imagen de las defensas ibicencas. Podemos observar los edificios del antiguo castillo, ahora transformándolos en el Parador, la catedral, el Baluarte de San Bernardo, en el centro de la imagen el Baluarte de Santa Tecla, y debajo, con las cañoneras, el Baluarte de Santa Lucía.
Casamata oriental del Baluarte de San Bernardo. En el rincón se abre el Portal del Soto Fosc.
Portal del Soto Fosc. Con largo pasillo ascendente y cerrado con varias puertas y rastrillos. Es obra del siglo XVI.
Baluarte de San Bernardo.
Frente Sureste de la muralla.
De izquierda a derecha: Baluarte de San Jorge, Baluarte de San Bernardo, Baluarte de Santa Tecla y Revellín. Por encima aparecen los edificios del castillo, actual Parador de Turismo y la catedral.
Frente meridional.
Formando una gran tenaza los baluartes de San Jorge y San Bernardo. En el momento de nuestra visita (septiembre de 2022) las obras del Parador todavía continuaban.
Para las islas mediterráneas, el siglo XVI estuvo dominado por la obsesión defensiva contra el turco, cuyos asaltos y saqueos eran cada vez más frecuentes. A consecuencia de ello, el príncipe Felipe, más tarde Felipe II, estableció una estrategia defensiva basada en la creación o reforma de plazas fuertes en la península, las plazas africanas y las islas baleares. Las viejas murallas de Ibiza habían quedado obsoletas frente a las nuevas armas. En 1543, el marino y experto en construcciones militares, Bernardino de Mendoza, ya había alertado sobre la inseguridad de la muralla medieval de Ibiza ante una eventual alianza turco-francesa, y de la inutilidad de las obras que en ella se estaban ejecutando todavía. Por ello, en 1522, la Universidad formalizó un proyecto para adaptar las murallas a las nuevas necesidades artilleras. Este proyecto se presentó al ingeniero del rey, el conde Hugo de Cesena. Para la dirección de los trabajos fue enviado a la isla el ingeniero Simón Ballester, en junio de 1554. Las obras se ejecutaron casi en su totalidad, levantando varias plataformas para situar los cañones. Esta obra fue el germen de la posterior obra abaluartada. Se construyeron dos torres-casamata en ambos extremos del frente Norte. Una, recayente a la Plaza de la Villa, con tres cañoneras, y otra, en la Plaza del Sol, llamada Torre Nueva. No dieron resultado porque dejaban muchos espacios muertos.
Flanco oriental del Baluarte de San Jorge.
Flanco occidental del Baluarte de San Jorge.
Casamata y flanco occidental del Baluarte de San Jorge.
El Baluarte de San Jorge visto desde la casamata del Baluarte de San Jaime.
Baluartes de San Jaime y de San Jorge.
Baluarte de San Jaime. En su interior cuenta con un centro de interpretación armamentístico, que presenta la tecnología militar de los siglos XVI al XVIII. En las casamatas de los baluartes se ubicaban las principales piezas de artillería que cubrían amplios espacios con su fuego cruzado. En este espacio se exponen cañones, un mortero pesado, mosquetones, espadas, cascos y corseletes.
Exposición de armas en el Baluarte de San Jaime.
Cañones en la terraza del Baluarte de San Jaime.
Flanco Sur del Baluarte de San Jaime.
Frente occidental de la muralla, con los baluartes de San Pedro, San Jaime y San Jorge, escalonados.
Portal Nuevo, protegido por el espectacular orejón del Baluarte de San Pedro.
Muro que desciende desde el Baluarte de San Jaime al Baluarte de San Pedro. Las rocas han sido rebajadas para aumentar la verticalidad.
Baluarte de San Pedro. Su interior esconde un escenario para conciertos y un centro de interpretación sobre la construcción de las murallas. Cuenta con un llamativo orejón circular y sobre él se ubica el caballero de San Lluc, una estructura destinada a la artillería.
Baluarte de San Pedro.
Casamata, orejón y flanco Sur del Baluarte de San Pedro.
El Baluarte de San Pedro visto desde el Baluarte de San Jaime.
El Baluarte de San Pedro visto desde el Baluarte de San Juan.
Caballero de San Lluc, sobre el Baluarte de San Pedro.
Magnífico el orejón.
En junio de 1554, el príncipe Felipe decide que se fortifique Ibiza “conforme a la traza del ingeniero que se va a enviar a la ciudad”, creando una fortaleza abaluartada al estilo moderno, la “Real Fuerza de Ibiza”, destinada a impedir la conquista de toda la isla por el enemigo. Para ello se contrató al ingeniero italiano Juan Bautista Calvi, quién se adelantó en más de cien años al mariscal de Vauban, considerado como el padre de la fortificación abaluartada. Debido a que el rey debía partir con urgencia hacia Inglaterra para contraer matrimonio con María Tudor, le dio plenos poderes a Calvi para realizar la traza de la fortaleza y comenzar la obra sin esperar la aprobación del monarca. Por lo que Calvi llegó a Ibiza el 25 de noviembre de 1554. La fortificación diseñada por Calvi se componía de seis baluartes unidos por lienzos de muralla que envolvían a la antigua cerca. El recinto formaba un polígono irregular, con tres puertas de acceso. Al Sur, la Puerta del Soto Fosc. Al Oeste, el Portal Nuevo. Y al Norte, la Puerta del Mar, la principal, que no se abrió en la primera fase de las obras, sino posteriormente.
Túnel de San Juan. Único acceso para vehículos. Fue abierto en la década de los sesenta del siglo XX para dar paso a vecinos y transporte público. Se abre por debajo de las casamatas occidentales del Baluarte de San Juan.
Flanco occidental del Baluarte de San Juan.
Baluarte de San Juan. Acoge el Museo de Arte Contemporáneo, antigua sala de armas, y dos llamativas garitas de vigilancia en los extremos. Este baluarte fue readaptado en los años 60 del siglo XX para construir el único acceso para vehículos que existe en la fortaleza.
Flanco Noroeste del Baluarte de San Juan. Los edificios de viviendas han quedado a escasa distancia del muro.
Flanco oriental del Baluarte de San Juan.
Casamatas orientales del Baluarte de San Juan.
Portal de las Tablas. Es la principal y más espectacular de las puertas, frente al barrio de la Marina. Contaba con puente levadizo, ahora sustituído por una pasarela metálica. Al final de la rampa de ascenso aguardan dos estatuas romanas, una a cada lado, réplica de dos originales de mármol que se custodian en el Museo Arqueológico. Y en lo alto, el escudo de la Corona. Las palabras que lo acompañan, latinas, dicen:
“Siendo Rey Felipe, católico e invictísimo de las Españas y las Indias orientales y occidentales, fueron construidas las murallas en beneficio de esta isla. SCMR gobernador y capitán general, noble D. Fernando Sanoguera. Año 1.585”.
Tras la entrada aguarda la plaza de armas, el popular “Rastrillo” con sus arcos de medio punto en el soportal del lateral. También alberga un balcón renacentista. En 1860 se substituyó la primitiva rampa en zigzag de acceso al portal de las Tablas por la actual, en línea recta.
Puertas de madera originales del Portal de las Tablas.
Arco interior del Portal de las Tablas.
En enero de 1555 comenzaron las obras, empezando por los baluartes de San Jorge y de San Jaime, situados en la parte más débil de la ciudad, siguiendo con el de San Pedro. Su construcción fue muy complicada, además de por la falta de fondos, por la ausencia de herramientas y obreros especializados. Pero Calvi abandono la isla el 15 de marzo de 1555 con destino a Menorca y ya no volvió a Ibiza nunca más. Dejó encargado de las obras como Maestro Mayor al ibicenco Antonio Jaime. Ausente Calvi, el ritmo de las obras no tardó en decaer. Se calculó que en seis meses se terminaría la obra y, un año después, todavía no se habían terminado los dos baluartes iniciales. En 1568, trece años después se comenzó el baluarte de San Bernardo, el último. En 1575, el nuevo ingeniero mayor del rey, Jacobo Paleazzo “el Fratín”, acompañado del capitán Velasco, hizo una visita de inspección a Ibiza. Proyectó y ordenó levantar el baluarte de Santa Lucía como defensa ante el Puig de Santa Lucía, auténtico padrastro que dominaba desde la altura a la ciudad. La unión de este baluarte con los anteriores presentó muchos problemas técnicos. También resultó afectado el baluarte de San Juan, gemelo del de San Pedro, que fue ampliado perdiendo su simetría. Y la puerta principal, que debía estar en la Plaza de la Villa, y fue trasladada al nuevo lienzo de muralla que unía los baluartes. Parece que la obra duró 31 años, desde su inició en 1554 hasta la fecha que aparece en el escudo de Felipe II que corona la Puerta del Mar, 1585. Pero esta fecha parece que es la inauguración de la puerta, no la finalización de las obras. Sea como fuere, la obra quedó inconclusa. El lienzo de la puerta no alcanzó la altura prevista, al baluarte de Santa Lucía no se le construyeron las casamatas, ni se terminó el lienzo que debía unir el baluarte de Santa Lucía con el baluarte de Santa Tecla. Se construyó un revellín que tampoco se terminó dejando al aire sus contrafuertes. En el siglo XVII, el ingeniero José de Castellón redactó un informe indicando que aún no se habían levantado la mayoría de parapetos, ni cubierto las casamatas ni se había completado el terraplenado de los baluartes ni de los adarves.
Baluarte de Santa Lucía, a cuyos pies se sitúa el barrio de La Peña. Alberga el antiguo polvorín, construido en el siglo XVIII.