Murallas de Requena

Estuvieron  rodeando el antiguo barrio de la Villa, situado sobre una pequeña colina de forma alargada orientada al Noreste-Suroeste, en medio del casco urbano actual de Requena. Ocupan una superficie de 47 Ha. Comienzan y terminan en el castillo.

Mal estado. Sus restos son escasos y la mayor parte de ellos se encuentran embutidos entre las casas, difíciles de contemplar, por no decir imposible. Menos mal que el ayuntamiento, en una labor encomiable, todos los restos que salen a la luz, los restaura y recupera para el disfrute público..

 

 

 

El perímetro de las murallas es básicamente musulmán, jalonado por un buen número de torres. Al Suroeste de la medina y aprovechando el mismo promontorio rocoso, se levantó el Arrabal de San Nicolás, que también fue protegido por un lienzo de muralla. Las torres y lienzos se construyeron en tapial, con un zócalo de mampostería de 1’3 m de altura. Para la construcción se empleó tierra formando una argamasa en la que incluían además de barro, cal, piedras pequeñas y casquijo de adobes y cerámicas. Tienen un grosor de 1’40 m y una altura de entre 9 y 10 m. Las torres avanzan unos 5 m sobre la muralla y tienen un frente de 6’5 m. Las murallas se van adaptando al terreno, siendo más débiles en la zona Oeste, ya que allí el fuerte desnivel servía como defensa natural. Cuenta con varias puertas, pero las principales fueron la de Valencia o de las Carnicerías, al Este, y la del Cristo, al Oeste. La Puerta del Castillo, hoy acceso principal, es muy posterior.

Reconstrucción hipotética virtual de la Villa de Requena, con todas sus torres y murallas. Se encuentra en el museo de la Torre del Homenaje.

 

Cuesta que da acceso a la desaparecida Puerta de Valencia o de las Carnicerías. Esta puerta se abrió cuando se cegó la Puerta de Fargalla con la construcción de la Iglesia de Santa María.

Entrada a la medina, actual Calle Castillo.

La actual Plaza del Castillo fue su antigua plaza de armas, que se comunicaba con el resto de la población por una sola y estrecha calle (C/ Castillo) que nos llevaba a la medina musulmana. La población civil quedaba así separada de las autoridades militares. En la actualidad este espacio es mucho más reducido que el originario, falta el foso, el puente levadizo y “los cubillos”. En 1999 durante unas excavaciones se encontraron materiales de la Edad del Hierro e ibéricos.

Una de las torres que ha subsistido en el flanco Este.

Campanario de la iglesia de Santa María, construído aprovechando un torreón de la muralla.

 

 

 

 

Otra de las torres que asoman por encima de las casas en el lado oriental.

Otra de las torres del sector Este, muy camuflada entre viviendas. Ésta podría ser la Torre Fargalla.

 

 

 

Aunque el empleo de la técnica del tapial es propia del periodo califal, se generalizó en el siglo XII con los almorávides y siguió luego con los almohades y los nazaríes, lo cual dificulta la datación, pese a que se puede suponer que la cerca general no pudo ser posterior a la alcazaba (la arquitectura y los materiales son los mismos) y, además hay una segunda cerca, en torno a un arrabal, que por necesidad no puede ser posterior al siglo XII. Todo lo cual induce a pensar que dicha cerca fue levantada durante el periodo califal, entre los siglos VIII y XI.

Angostura de Santa María. En este punto, la cerca giraba bruscamente hacia el Oeste, desde la Torre de Fargalla. Quedan restos de un torreón y un pequeño lienzo de la cerca. La muralla y algunas torres, en este largo tramo quedan integradas en el interior de las viviendas. Tan solo es visible una de sus puertas, el Arco del Ovejero.

Arco del Ovejero: La muralla que separa la medina del Arrabal de San Nicolás discurre de forma rectilínea entre las calles Somera y del Rosario. Actualmente el único elemento visible es esta puerta. En este lienzo hubo otras dos torres, de la Purísima y de Santa María, hoy desaparecidas.

Puerta del Cristo. Una de las más importantes de la Villa, orientada hacia el Oeste, hacia Castilla y en recodo simple. Está defendida por un gran torreón, muy mimetizado en la actualidad, en el que en uno de sus vanos se venera al Cristo del Amparo. La puerta fue reformada en 1748 y restaurada en 2010.

Las murallas tienen una estructura muy compleja y ha sufrido numerosas modificaciones, pudiéndose distinguir un primer trazado musulmán, un trazado modificado en período cristiano y posteriores reformas hasta las Guerras Carlistas, en la que fueron refortificadas por última vez. Destacaba la gran profusión de torres defensivas incorporadas al amurallamiento durante distintas épocas.

Diversos muros de tapial que asoman entre el conglomerado de casas entre la Avda. de Valencia y la c/ García Montes, entre la Puerta del Ángel y el Arco del Cristo.

Cuesta y Puerta del Castillo, la más importante en la actualidad y la de más reciente construcción.

Así, entre 1370 y 1374, vivió un período de ocupación aragonesa, como consecuencia de haberse adherido a la causa de Enrique de Trastámara en su guerra contra Pedro I de Castilla, el Cruel, cosa que le ayudó a segregarse de Utiel. De este modo, los aragoneses se vieron ante la necesidad de realizar algunas obras de fortificación por las que los vecinos se vieron obligados a pagar una elevada suma de florines (180.000). Las torres de San Julián y de Montejana, sin fecha conocida, debieron ser edificadas en este periodo. En el castillo las obras serían más importantes. Su torre principal de argamasa, fue sustituida por otra de sillería en 1423, e incluso se intentó sustituir el muro musulmán que mira hacia el interior de la ciudad por otro de sillería, como se observa el inacabado lienzo de muro que parte de la torre principal hacia las dos torres que protegen la entrada a la plaza de Armas.

El siglo XVIII comienza con un principio de destrucción a pesar de las fortificaciones de los accesos a la Villa y de la construcción de un tapial que englobó al barrio del Arrabal en el recinto murado. Según disposición de Adrián de Bethancourt, capitán de la plaza en 1706, el ataque austracista del 24 de junio de aquel mismo año, con baterías instaladas en las Peñas, supuso la destrucción de más de 300 casas. La guerra napoleónica y las numerosas guerras civiles durante el XIX devolvieron a Requena su carácter estratégico, con las consiguientes obras de protección y defensa.

ARRABAL DE SAN NICOLÁS: ampliación de la cerca hacia el Suroeste realizada a principios del siglo XV. Contó con tres puertas y una gran torre circular, la Torre Montejana.

 

 

Cuesta que daba acceso a la desaparecida Puerta de Alcalá, con forma de recodo simple.

 

 

 

 

Torre Montejana.

Lugar donde estuvo la Puerta de la Cortina.

Origen ibérico. La villa medieval de Requena aún esconde vestigios de su pasado musulmán, cuando Requena ya estaba marcada por la impronta fronteriza de ser divisoria entre los reinos de Valencia y Toledo. Sus fortificaciones serán testigos de las luchas fronterizas y también del avance de la conquista cristiana que iba ganando para la Corona de Castilla las plazas de Cuenca (1177), Alarcón (1184), Iniesta (1185), Moya y Mira (1219). Entre el 2 y 4 de agosto de 1172 se registró el paso del ejército almohade del califa Abú Ya’qub Yusuf que acampó en el castillo de Requena en su retirada desde Huete. Son varios los intentos fracasados de conquista cristiana de Requena: el acontecido en 1181; el intento de la toma de Requena por Alfonso VIII en 1212 y especialmente el 29 de septiembre de 1219 se registra el asedio cristiano a Requena por el Arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada que será repelido por los musulmanes requenenses. El avance cristiano por tierras conquenses y albacetenses era ya irrefrenable y entre finales de 1238 y principios de 1239, el Obispo de Cuenca realizó la conquista cristiana (seguramente vía capitulación o pleitesía) de Requena para la corona castellana de Fernando III “El Santo”. Desde entonces y hasta 1851, Requena y su comarca han pertenecido a Castilla. 

El 4 de agosto de 1257 se otorgó por parte de Alfonso X “El Sabio” la Carta Puebla de Requena a Fuero de Cuenca. Este documento estableció una serie de licencias con las que se intentaba facilitar la población cristiana de Requena y sus aldeas históricas, configurándola como un núcleo urbano estable que se convirtió en la frontera de Castilla. A partir de 1257, Requena y su extenso término disfrutaron de algunos privilegios, franquezas y concesiones reales que le consolidaron como un territorio de realengo dotado con derechos propios de fuero (Fuero de Requena), aduana, pontazgo, mercado franco, feria, etc. Por entonces, el extensísimo alfoz o término de Requena englobaba la propia Requena, Utiel (segregada en 1355), Mira (agregada a Requena en 1260 y segregada en 1537), Villargordo (emancipada en 1747), Camporrobles (1782) y finalmente Venta del Moro, Caudete de las Fuentes y Fuenterrobles (segregados estos últimos en 1836). Este alfoz lindaba con el Marquesado de Moya, Iniesta y el Reino de Valencia (Vizcondado de Chelva, Hoya de Buñol y Valle de Ayora). 

 

Puerta Nueva o del Ángel. Todavía conserva una torre a su izquierda de la que es visible su tapial.

La subida al poder de los Reyes Católicos (1474-79) supuso el aplacamiento de las luchas nobiliarias, el fin del dominio del Marqués de Villena sobre la comarca (1470-1480) y un periodo de pacificación que aprovechó Requena para realizar los trabajos principales de construcción de las iglesias de Santa María y del Salvador y también del Castillo y Torre del Homenaje. Se acrecentó la función de la ciudad como centro comercial y nudo de comunicaciones, a la vez que disminuyó su función militar. La actividad mercantil entre la Meseta y Valencia aumentó, lo que supuso un incremento considerable de los ingresos por los conceptos de aduana y puerto seco. El siglo XVIII comenzó en Requena con el estallido de la Guerra de Sucesión (1700-1714) y el severo saqueo y graves destrozos que provocaron las tropas austracistas en el casco urbano. Las viviendas y edificios públicos y eclesiásticos de la ciudad quedaron profundamente afectados entre el 23 y 28 de junio de 1706. La entrada austracista dejó un saldo de 500 sitiadores y 40 sitiados muertos, además de unas 300 casas destruidas y la portada gótica de San Nicolás. Además arreció una epidemia de peste. A todo ello se añadiría, tras la Batalla de Almansa del 25 de abril de 1707, la supresión de los fueros valencianos y también de la aduana y puerto seco requenense. 

 

 

 

Pequeño sector de la cerca milagrosamente conservado, en la parte meridional del arrabal.

El belicismo del siglo XIX, reforzaría el valor estratégico y militar de Requena. En la Guerra de la Independencia de 1808, Requena asumió su papel de bastión y capital de la lucha contra el francés. El 30 de mayo de 1808 la Junta Suprema de Defensa de Valencia autorizó la capitalidad de Requena sobre los pueblos de Castilla la Nueva en su lucha contra los franceses. Por contra, el 16 de enero de 1812 la administración napoleónica estableció también en Requena la capital del 83 Distrito Militar para controlar las constantes incursiones de las guerrillas de Juan Martín “El Empecinado” y de Pedro de Villacampa. Hasta la retirada definitiva de los franceses de Requena en junio de 1813, la ciudad experimentó constantes entradas de ambos bandos. De gran importancia fue Requena también como bastión borbónico en las guerras carlistas. Ya durante la primera guerra carlista (1833-1839), se realizaron diversos planes de refortificación que han dejado vestigios visibles en el mobiliario urbano de la actual Requena. El 21 de septiembre de 1836 Isabel II otorgó el título de “Muy Noble y Muy Leal Ciudad” a Requena como respuesta a la gran defensa borbónica realizada.  El término municipal se redujo drásticamente en 1836, al segregarse definitivamente tras varios conatos, los actuales municipios de Caudete de las Fuentes, Fuenterrobles y Venta del Moro. El amplio alfoz con el que contaba Requena en el siglo XIII quedaba reducido a un considerable término municipal de 816 km2 con más de una veintena de aldeas, a las que se uniría Casas del Río en 1874, procedente de Cofrentes. El mapa municipal quedaba así como en la actualidad, tras siglos de segregaciones. En 1834 se creaba el Partido Judicial de Requena con capitalidad en Requena y que agrupaba numerosos municipios de la actual provincia de Valencia y Cuenca. El 26 de junio de 1851, Isabel II agregaba Requena y el resto de la comarca a la provincia de Valencia, separándola de la de Cuenca y quebrando el vínculo histórico que desde 1238 mantenía la comarca con Castilla. Sin embargo, eclesiásticamente, Requena y su comarca siguió perteneciendo a la Diócesis de Cuenca hasta 1957.