Lienzo Norte. Desciende desde el castillo y termina en uno de los cubos de la desaparecida Puerta de San Juan, que se abría en el camino de Rada de Haro. Tiene 300 m. de longitud y presenta dos curiosos requiebros.
Parten desde ambos lados del castillo para rodear la población formando un óvalo irregular. Discurrían por las actuales calles del Cementerio, San Bartolomé, División Azul, Astrana Martín, Antonio Ruiz y Eugenia de Montijo. Su perímetro alcanzaba alrededor de 2.000 metros de longitud.
Casi todo su perímetro urbano se ha perdido, quedando dos largos tramos en perfecto estado, los dos que bajan del castillo por el Norte y por el Sur. De sus cinco puertas, tan solo quedan tres y restos de otra.
En el acta por la que se llega al acuerdo de construir la cerca entre el Concejo y don Juan Pacheco se detallan con precisión las características que debían tener. Sus muros debían partir del castillo nuevo por ambos lados, con una altura de 35 pies por 8 de ancho, sin contar los parapetos y almenas, los cuales tendrían otros 8 pies de altura por 2 de espesor. Y en todo el recinto se colocarían los convenientes cubos flanqueantes que distarán entre sí 200 pies y que subirán por encima de los muros otros 8 pies, además de sus respectivos pretiles y almenas.
Exterior del lienzo Norte.
Único cubo conservado de la Puerta de San Juan, lugar donde finaliza el lienzo Norte. El otro cubo gemelo fue demolido en 1912 para utilizar sus materiales en la construcción de la plaza de toros. Otras fuentes hablan de que se lo llevó una riada.
Edificio de nueva planta en cuyo interior han quedado los cimientos de la Puerta Nueva.
A partir de la Puerta de San Juan, la muralla ha desaparecido en un amplio sector hasta el Arco de la Estrella. Queda el lienzo al que está adosado el castillo viejo y los basamentos de la Puerta Nueva, aparecidos al derribar una casa.
No quedan restos de la muralla hasta el Arco de la Estrella. Aquí se muestran dos imágenes, tanto del exterior como del interior, lugar en que aparece la imagen de la Virgen de la Estrella, que le da nombre. Presenta doble arco escarzado restaurado.
Puerta del Almudí. Exterior e interior. Es llamada así porque el almudí es el edificio sobre el que se adosa.
Lienzo que ha sido utilizado como separación entre el monasterio franciscano y las viviendas.
Cubo y lienzo semioculto entre las casas, en las cercanías del monasterio.
Otro de los cubos que surgen entre las casas en esta zona, antes de llegar a la Puerta de Chinchilla.
La Puerta de Chinchilla es la primera que se hizo (1456), y la que mejor ha llegado a nuestros días. Presenta dos magníficos cubos almenados, algunas saeteras y los modillones de un desaparecido matacán sobre su arco de entrada. Por ella penetraron los Reyes Católicos en 1488 tras jurar los privilegios de la Villa. Desde aquí al Castillo aún se conserva entero el lienzo de muralla, con una preciosa torre albarrana.
Desde la Puerta de Chinchilla el lienzo corre ininterrumpidamente hasta el castillo. Primero algo oculto por las casas, y luego totalmente exento. Este lienzo, de unos 350 m. ha sido restaurado, presentando un magnífico aspecto.
Otro de los escasos cubos con que cuenta la muralla.
Requiebro y torre albarrana del lienzo Sur. Está separada de la cerca por un estrecho y alto arco, y tiene una planta curiosa, con sus lados rectos y el frente curvado. Torre a destacar.
Los llanos de la Mancha no fueron conquistados por los cristianos hasta 1182. En ese año, Alfonso VIII, con la ayuda de las Órdenes militares de Calatrava y Santiago, recuperó Alarcón, de la que Belmonte, entonces llamado Las Chozas, no era más que una humilde aldea. La posesión por don Juan Manuel de estas tierras sobrevino con motivo de la guerra con Aragón, pues dicho infante perdió sus propiedades en Murcia, exigiendo entonces y consiguiendo de la reina doña María de Molina, regente de su hijo Fernando IV, compensación. En 1305 la reina le concedió Alarcón, tierras de las que ya nunca se desprendió, y sobre las que instituyó Mayorazgo.
Detalle del aparejo, con las sucesivas hiladas levantadas en diferentes épocas.
En 1398, Enrique III donó el señorío de Belmonte a don Juan Fernández Pacheco, de quién lo heredó su hijo don Alfonso Téllez Girón. Este Alfonso Téllez fue el padre de los famosos don Juan Pacheco, futuro marqués de Villena, y del depravado Pedro Girón, nacidos ambos en Belmonte. En 1445, con el apoyo de don Alvaro de Luna consiguió el marquesado de Villena, tras la muerte del infante don Enrique, el Nigromántico. Don Juan Pacheco, siempre sin escrúpulos y con su tumultuosa vida, traicionará a cuantos pudieren contrariarle, incluido Alvaro de Luna y el propio rey Enrique IV, para oponerse con todas sus fuerzas al matrimonio de doña Isabel con don Fernando de Aragón. Para ello hizo una guerra en la que implicó a su hijo, el segundo marqués, don Diego, a favor de Juana, la Beltraneja. Las murallas son mandadas construir en 1456 por don Juan Pacheco, al mismo tiempo que el castillo.
Y la cerca termina su recorrido ascendiendo de nuevo hasta el castillo. Este tramo Sur, como se aprecia, fue restaurado.