Esta es la torre de mayores dimensiones de las tres conservadas. Se posiciona en el extremo Sur de la fortaleza. Se aprecia la fábrica de tapial sobre una base de mampostería con sillares de refuerzo en las esquinas. Fue utilizada como palomar con lo que fue gravemente alterada su estructura. En la actualidad, grandes grietas verticales amenazan su estabilidad.
Base de la torre, con la puerta abierta para el palomar.
Sobre el pequeño cerro amesetado que se alza en medio del caserío, entre las casas y muy cerca de la iglesia. Su acceso es sencillo incluso con vehículo.
Muy mal estado. Los restos son muy escasos y en estado muy precario.
Extremo Sur del castillo, con las dos torres que se alzan muy cercanas, sobre la roca viva.
Pequeña fortaleza de tipo montano con planta irregular y un solo recinto apreciable hoy día. Los exiguos restos conservados hace prácticamente imposible deducir su planta y tipología. Quedan restos de tres torres muy transformadas y deterioradas, pero parece claro que contó con más. También se aprecian ruinas de los lienzos perimetrales, especialmente en el flanco Suroeste. No conserva restos en su interior, donde por desgracia se alza un gran depósito de agua moderno y un corral de ganado.
Torreta del extremo Sur, situada muy cerca de la anterior pero a un nivel más bajo. Sus esquinas han sido reforzadas con ladrillos y también fue utilizada como palomar.
Aquí se ve todo el conjunto y la posición de las torres entre sí.
Torre del Reloj, totalmente moderna y sin ningún valor histórico. Como se aprecia en la foto ha sido levantada sobre la base de una antigua torre de mampostería. Curiosa forma de restaurar la memoria. A la derecha, se observa el lienzo Suroeste, muy arruinado.
Ya existía en el siglo XII. Pertenecía al soberano de Albarracín, pues lo entregó a su hijo Alvaro al casarse con Inés de Navarra en 1192. En 1208 Pedro II confirmó al monasterio de Marimond la donación de los lugares de Burbáguena, Tornos y Embid hecha por doña Catalina, abadesa de Casbas. En 1214, Gonzalo de Azagra lo poseía, junto con el de Ródenas. Jaime I lo compró a sus varios poseedores y lo unió a la Comunidad de Daroca en 1250. Hay noticias de obras en el castillo en 1295 y 1344. Se rindió sin gloria en 1363 durante la invasión castellana. Cuando volvió a manos aragonesas al año siguiente, se reparó nuevamente. En 1848, Madoz ya señala que estaba muy arruinado.