Murallas de Arcos de la Frontera

Rodeaban el casco urbano de Arcos, situado en un espectacular lugar, en el istmo que forma un gran meandro del río Guadalete, cortado por el río, tanto por el Norte como por el Sur, formando espectaculares acantilados. El muro partía del castillo en dirección Noroeste al borde del tajo, para girar hacia el Norte en brusco quiebro y llegar a la Puerta de Jerez, situada al inicio de la c/Cuesta de Belén. Continuaba por un tramo de la c/ Torre de la Esquina hasta llegar a la c/ Jerónimo Hernández, donde volvía a dar otro giro brusco en dirección Sureste. Seguía por las calles de Cantaor Miguel Cambayá, Tomás el Nitri y Caños Verdes hasta llegar a la Puerta de Carmona, y seguía por Juego de Padilla, en descenso, hasta la torre albarrana de San Antón. Discurría luego por las calles de Peña Vieja, Piedra del Molino, Callejas y Matrera Arriba, donde llega hasta la Puerta de Matrera. Sigue por la c/ Torres y c/ Sefardíes para finalizar en la Puerta del Cómpeta, al borde del tajo donde, si es que existió en esta zona, volvía a ascender para terminar en el castillo.

Su estado es muy malo. Apenas quedan restos de la gran muralla de Arcos de la Frontera, y los que quedan están muy ocultos por viviendas. Incluso hay sectores que no se conoce con seguridad su trazado, especialmente en su frente septentrional. No obstante, el ayuntamiento tiene el proyecto de recuperar todos los restos que se encuentren.

Lugar de la Puerta de Jerez. Desaparecida. En su lugar se levantó algo parecido de madera y poliestireno coloreado. Se sitúa al comienzo de la Cuesta de Belén. No aparecen restos visibles desde el castillo hasta la torre de la c/ Juego de Padilla. Es decir, en toda su parte septentrional.

De la Puerta de Carmona tampoco quedan restos. Tan solo su topónimo en el lugar.

El primer resto visible de la cerca es la base de una torre de tapial en la c/Juego de Padilla, que nosotros no pudimos encontrar. Imagen de la web: “arqarqt.revistas.csic.es”.

Restos muy erosionados de la torre albarrana de San Antón, situada en el extremo Norte, puesto avanzado sobre el río Guadalete. Imagen de la web: “arqarqt.revistas.csic.es”.

 

 

 

Ya no aparecen más restos hasta el final de la c/Cardenal Spínola. Aquí aparece una torre, al mismo borde del cortado rocoso, con un arco que podría corresponder a una poterna. Su disposición permite que la torre albarrana defienda al mismo tiempo este acceso y la Puerta de Matrera.

 

 

 

La c/Cardenal Spínola es un callejón sin salida que termina en esta poterna. A la izquierda, por encima de las casas, asoma la torre albarrana.

Imágenes de la torre albarrana.

 

 

 

Puerta de Matrera y torre albarrana.

Existió una fortaleza aquí desde época muy temprana, se cree que desde mediados del siglo VIII (Qalat al-Nusur, Fortaleza de las Águilas), aunque no se descarta que ya la hubiera con anterioridad puesto que son abundantes los restos romanos encontrados en Arcos. En 914 se vió Arcos envuelto en la segunda campaña de Abd al-Rahman III al-Nasir por la Baja Andalucía. En esta época pertenecía  a la cora de Sidonia. Así mismo, en esa época cambió su topónimo, pasando a denominarse Arkus. En el siglo XI tuvo un reino taifa propio, regido por una dinastía bereber hasta 1066. En 1011, su rey Muhammad consolidó y aumentó sus defensas, comentando que Arkus es una de las mayores fortalezas de al-Andalus. Luego fue absorbido por el reino de Sevilla. El recién llegado ejército almohade a la península lo tomó como base de operaciones en 1190. El infante don Enrique, hijo de Fernando III el Santo, en 1253 conquistó Arcos a los musulmanes, los cuales la volverían a ocupar momentáneamente entre 1261 y 1264, momento en el cual Alfonso X lo integró definitivamente en la Corona de Castilla. Desde entonces Arcos de la Frontera tuvo carácter de colonia o presidio militar, situación que perduró durante toda la Baja Edad Media. A finales del siglo XIII, Arcos de la Frontera aparecía como residencia de tan solo ocho caballeros. En 1294 con motivo de la campaña granadina, los soldados disponibles para la defensa de dicha población durante esta época oscilarían entre sesenta y ciento veinte. El problema de la despoblación debió ser tan acuciante por estas fechas, que Arcos de la Frontera ni siquiera aparece presente en las asambleas de Hermandades de la Baja Andalucía desarrolladas entre 1295 y 1320. Para paliar esta situación y salvaguardar la defensa del enclave, Alfonso XI puso la villa con todo su término bajo la jurisdicción de Sevilla en 1338, manteniéndose así hasta 1401. A finales del siglo XIV, concretamente en 1380 y en 1394, se llevan a cabo reformas en el castillo y la cerca, acometiéndose una nueva y gran reforma en las murallas en 1430. En 1522 la Puerta de Matrera aún tenía alcaide, cargo que por entonces ya debía de ser más honorífico y prestigioso que real. Los efectos del gran terremoto de Lisboa de 1755 se hicieron sentir de manera notable en la villa y, al igual que el castillo, debieron ser muy afectadas.

Puerta de Matrera. Puerta principal del recinto amurallado situado en su extremo Sureste. Se trata de un paso recto a través de la cerca sobre el que se encuentra un camarín que acoge una imagen de la Virgen del Pilar. La torre albarrana tiene acceso desde una casa particular, pudiéndose transitar por el adarve un trecho.

Puerta de Matrera en la década de los sesenta del siglo XX. Imagen extraída de la web:”andaluciainformacion.es”.

En la zona Sureste aparecen los mejores restos de la cerca, por no decir los únicos. Seis torres, las puertas del Cómpeta y Matrera, la torre albarrana y la pequeña poterna. Aquí en esta imagen se ve un lienzo con restos de tres cubos.

 

 

 

 

Lienzo recayente a la c/ Torres.

Puerta del Cómpeta. Torre-puerta medieval en recodo simple, a la cual se adosó una vivienda con posterioridad a su construcción. Ante la inexistencia o desconocimiento del nombre real de la puerta por parte de los propios vecinos, se le ha denominado recientemente como «del Cómpeta» en alusión al barrio en el que se ubica. La portada está compuesta por un arco de ladrillo de medio punto tendente a la forma de herradura. Actualmente este vano se encuentra cegado por un aparejo constituido por mampostería menuda y ladrillo unidos con un mortero, pudiéndose acceder al interior por una puerta metálica. En su interior la torre se compone de dos estancias separadas por un arco diafragma. Un segundo arco de descarga se emplaza una vez efectuado el recodo, tras el cual debió ubicarse la puerta que daría acceso a la ciudad. Estos dos arcos soportan sendas bóvedas de cañón.