Murallas de Aledo

Frente Oeste.

Las murallas comenzaban y terminaban sobre los muros del castillo, como un apéndice septentrional. Al Este con la torre de la Clavería y al Oeste con la torre del Palomar. El muro se adaptó a los bordes de la muela para potenciar su condición defensiva. Es por ello que apenas contó con cubos flanqueantes, uno tan solo por flanco. Excepto en su frente Norte, donde había cuatro, que era el más vulnerable desde el punto de vista defensivo pues el terreno era menos enriscado y el enclave podía ser atacado con relativa comodidad. Tanto es así que, en 1521, en el cerco que sufrió Aledo durante el alzamiento de las Comunidades, cien escopeteros de Murcia pudieron acercarse junto a la muralla. Por este motivo, en este flanco se multiplicaron los recursos defensivos. A las torres de la muralla hay que sumar un antemural y a sus pies un foso excavado en la roca. El antemural era de tapial, tenía pretil y almenas y también contaba con algunas torres. Ya estaba construido en 1468.

Las fábricas eran de dos tipos: tapial y muros de mampostería, más o menos aparejada. En el siglo XV, en el costado Este de la cerca dominaba la mampostería, en el frente Norte todas las fábricas eran de tapial y en el flanco Oeste, la mampostería era predominante.

 

 

 

Frente Oeste. En este lado la muralla se limita a basamentos tan solo.

Frente Oeste. En diversos puntos aparecen sus basamentos.

 

 

 

 

Hasta que llegamos al primer cubo, asentado sobre las rocas. Parece muy modernizado.

Puerta de la Villa. El ingreso a la villa se hacía por una única torre del costado Oeste del recinto. Parece que fue un acceso directo, no acodado. Las hojas de la puerta estaban chapadas con hierro. En 1507 estaba a punto de caer, por lo que los visitadores consideraron que convenía derribar hasta la primera cubierta, y levantarla de nuevo de tapial, con un coste de 2.840 maravedís. Años después los visitadores mandaban derribar el arco de la puerta dado que podía desplomarse en cualquier momento. Se construyó una nueva portada, rematada con arco, pero abierta en el muro junto a la anterior. En 1528 se quemó la puerta y parece que no se volvió a reconstruir pues en 1546 ya se había derrumbado. El traslado del concejo a Totana y la pérdida de importancia de Aledo conllevó la falta de interés en su reconstrucción.

Esquina Noroeste.

 

El frente Norte contaba con cuatro cubos principales y dos más pequeños. Existe descripción de todos ellos, pero la desaparición de algunos y la construcción de viviendas adosadas al muro que ocultan muralla y antemural, hacen muy difícil distinguirlas, incluso observarlas.

 

 

 

Cubo en la c/Alfonso X el Sabio. En 1498 estaba aportillado y su reparo se tasó en 3.000 maravedís. En 1507, la tasación había subido a 3.700 maravedís.

A continuación había una pequeña torre junto a la cual vivía el alcaide de la fortaleza Pedro de Molina. También arruinada su reparación se tasó en 800 maravedís en 1498. En 1507 se estimó que era necesario desmocharla y dejarla a la altura del muro y ponerle pretil, tasado en 1.700 maravedís.

Luego es mencionada otra torre durante la visita de 1498 y sucesivas. La torre se había caído con el adarve. Su reparo se tasó en 2.560 maravedís. 1507 estaba medio caída y su reparación se tasó en 500 maravedís.

De estas dos torres nada queda.

 

 

 

Tras derribar una casa apareció parte del antemural.

 

 

 

Torre de la Calahorra, asomando por encima de las casas.

Torre de la Calahorra. Defiende el ángulo Noreste de la cerca, el punto más desprotegido de la villa. Es una torre de tapial, la de mayor tamaño e importancia. Los comendadores estaban obligados a tener puesto de vigilancia en ella. Avanzado el siglo XV la torre incluso pudo tener alcaide propio.

 

 

 

Torre de la Calahorra.

 

 

 

En este mismo costado hay en pie una torre de mampostería inmediata a la torre de la Calahorra que las visitas ignoran sistemáticamente.

La torre de la Vela. Localizada en el flanco Este, cerca de la fortaleza. Debió ser una construcción de tapial. Su emplazamiento era el más indicado para que el concejo mantuviese vigilancia sobre el  camino de Totana ya que no era posible hacerlo desde la fortaleza.  De ella, nada queda.

El recorrido del antemural iba desde una torre sobre la fuente que, a su vez, conectaba con la esquina de la muralla, al Oeste, hasta la torre de la Calahorra, al Este. En 1468 estaba a medio construir el antemural de tapial frente a la villa. Sin embargo, parte de él estaba caído en 1495. Su reparación fue tasada en 6.000 maravedís en 1498. En 1507 ya estaba en muy mal estado y su reparación se fijó en 100.000 maravedís.

Las últimas intervenciones en la muralla de la villa financiadas por la Orden tuvieron lugar durante el maestrazgo de Lorenzo Suárez de Figueroa, a finales del siglo XIV. En 1468 ya había mucho que reparar. En la última década del siglo se describían lienzos caídos, socavados, sin almenas o sin pretil ni almenas, con portillos, torres derruidas, desmochadas, aportilladas, etc., y desde 1536 ni se mencionan las torres. Si el declive de la cerca ya era patente en la segunda mitad del XV, en la primera del XVI no hizo más que aumentar. A mediados del XVI la muralla presentaba un estado deplorable. El concejo también se preocupó por la conservación de la muralla y tomó medidas en momentos puntuales del siglo XVI y principios del XVII, coincidiendo con periodos de inestabilidad social y conflictos armados. Los habitantes de la localidad serrana de Aledo comenzaron a trasladarse al emplazamiento actual de Totana, sito en el valle del Guadalentín. De esta manera Totana, que había sido siempre un arrabal de Aledo, aumentó en gran medida su población, no siendo hasta 1793 cuando se produjo la independencia de ambos núcleos en municipios separados.

Aledo es citado como hisn por primera vez con motivo de la expedición efectuada por el emir Abd Allah a Tudmir en el año 896, contra el rebelde muladí Daysam ben Ishaq. Fue restaurada parte de la cerca en 1999.

 

 

 

Detalle de la cerca, con variedad de fábrica y agresiones de todo tipo.

Flanco Este. Al contrario que el flanco opuesto, aquí apenas queda nada de la cerca.