Nada queda de este fuerte que ocupó el centro de la población. La construcción dejó a la iglesia en el centro del recinto. A la plaza contigua, llamada de Jesús Vicente Chamorro, los vecinos continúan nombrándola como “el fuerte”.
Podemos imaginar cómo era dicho fuerte gracias a un plano conservado en la colección Gaignières, de la Biblioteca Nacional de Francia.
El fuerte tuvo planta cuadrada con cuatro baluartes, uno en cada una de sus esquinas. Los baluartes son de reducidas dimensiones, comparados con el resto de la fortaleza. El acceso se realizaba por una única puerta situada al Oeste de la fortaleza. El fuerte estuvo rodeado por un foso y una empalizada o estacada de madera.

Fue construído a raíz de la Guerra de Restauración con Portugal, la cual duró 28 años. Desde 1640 hasta 1668, cuando con el Tratado de Lisboa, Portugal recuperó su independencia. Consistió principalmente en una serie de escaramuzas cerca de la frontera luso-española (La Raya), y cinco batallas principales (batalla de Montijo el 26 de mayo de 1644, batalla de las Líneas de Elvas en 14 de enero de 1659, batalla de Ameixial o de Estremoz en 8 de junio de 1663, batalla de Castelo Rodrigo o de Salgadela en 7 de julio de 1664, batalla de Villaviciosa o de Montes Claros en 17 de junio de 1665). Los portugueses las ganaron todas. Desde el comienzo de la guerra, las incursiones y correrías de los portugueses por las poblaciones españolas más cercanas a la frontera fueron frecuentes. Ante esta continua amenaza de invasión, los pueblos próximos a la frontera construyeron fuertes en los lugares de más fácil defensa, aunque con demasiada precipitación y quizá, no demasiado sólidos, puesto que no se ha conservado ninguno en la actualidad.
Este fuerte era de gran importancia estratégica al ser el más cercano a la frontera. Estuvo especialmente reforzado con una importante fuerza compuesta por dos compañías, con 14 oficiales y 98 soldados. De poco sirvió todo esto, ya que Valverde fue tomado por los portugueses en dos ocasiones; la primera, en abril de 1642, supuso la destrucción de las fortificaciones existentes en ese momento.
La segunda ocupación se produjo en 1665. Fue volado el 17 de diciembre de 1665 por las tropas del general portugués don Alfonso Hurtado de Castro Río y Mendoza. Aprovechando un relevo en el tercio de extranjeros y que solamente 300 soldados defendían la localidad, consiguió la rendición sin condiciones que terminó con el saqueo de la misma, y la voladura del fuerte.
Si alguien está interesado en profundizar en este tema, puede consultar el estupendo trabajo: “Fortalezas de la raya cacereña en el siglo XVII”