Estaban situadas en tres pequeñas alturas que han quedado englobadas por el crecimiento urbano. Dichas alturas, colinas o altos, todavía se pueden distinguir en las actuales Plaza de las Carretas, Alto de la Villa y Cerrillo de San Juan. Su desnivel es mínimo, pero en medio de la extensa llanura manchega, contaron con una visibilidad dilatadísima.
Catedral de San Juan Bautista, construída sobre las ruinas de la fortificación que hubo en el Cerrillo de San Juan.
Desaparecidas por completo, hay incluso, quién cree que son leyendas.
Es tal la ignorancia que rodea a estas fortificaciones, que no se sabe si fueron castillos, torres o recintos murados. Al parecer, la más antigua, del siglo VIII, es la que hubo en el Alto de la Villa, en torno a la cual se asentó un pequeño núcleo de población (al-Basit). El Alto de la Villa estuvo ocupado hasta los años 70 del pasado siglo por casas y construcciones muy antiguas y deterioradas, donde seguramente debieron quedar restos del antiguo castillo. El Ayuntamiento derribó por completo el barrio y construyó uno moderno (Villacerrada). A pesar de ello ha quedado la c/ de la Caba, lugar por donde discurría el foso. En el siglo XIII surgieron otras fortificaciones. El Cerrillo de San Juan se corresponde con la actual Plaza de la Virgen de los Llanos, y sobre las ruinas de la fortaleza que aquí hubo se levantó la catedral. De la fortificación situada en la Plaza de las Carretas no tenemos datos
Ya en el siglo VIII existía la pequeña fortaleza del actual Alto de la Villa, en torno de la cual se asentó un pequeño núcleo de población (al-Basit), aunque, parece ser que ya fue nombrado por los romanos (Abula), según algunos autores. En 1145 hubo un sangriento choque en los llanos de esta ciudad entre el emir Ibn Hud y el-Thograi, alcaide de Cuenca y los cristianos que lo auxiliaban. En dicha batalla murió de una lanzada Ibn Hud. El infante Alfonso, futuro Alfonso X, tomó Albacete en 1241 y celebró una entrevista con Jaime I en Almansa en 1253 para repartirse las tierras conquistadas. Décadas después dependía de Chinchilla. Durante el reinado de Juan II hubo muchos incidentes entre los nobles y el poder real, representado por el condestable don Álvaro de Luna. Aprovechando estas luchas, los moros entraron en Albacete, saqueándolo y obligando a don Álvaro Téllez Girón a refugiarse en el castillo de Hellín. En el siglo XIV todo el territorio pertenecía al señorío del infante don Manuel. Su hijo, el infante don Juan Manuel, repobló Albacete a finales de siglo. En 1375, el marqués de Villena, le dio el título de Villa, independizándolo de Chinchilla y dándole ayuntamiento propio. Albacete apoyó a los Reyes Católicos en su guerra contra Juana la Beltraneja. Por ello, los Reyes le concedieron mercado en 1476 y el nombramiento de villa de realengo. En 1710, la confirmación de Felipe V de establecer una feria anual le otorgará una relevante importancia comercial en la zona. Durante la Guerra de la Independencia, los franceses la saquearon repetidas veces. Albacete fue incendiado por Cabrera en 1837, durante las Guerras Carlistas, y en 1874 fue tomada por el carlista Santes, quién la abandonó rápidamente.
Durante la Primera Guerra Carlista (1836-1845), se levantó una cerca de escasa solidez y flojos materiales (tierra apisonada), con excesiva rapidez, similar a otras muchas de esa época. Parece que todavía quedaban grandes sectores en 1876, correspondientes a varios torreones preparados para fusiles en torno a la parte Sureste de la ciudad, y al Norte, junto al cementerio antiguo y la ermita de San Antón. A lo largo del siglo XX fueron eliminadas. En la actualidad, nada queda.