El castillo visto desde el límite Sur de la finca. Como se observa, se ha llevado a cabo una profunda reforma del edificio.
Sobre una colina en medio del llano, entre la sierra de la Escotera al Oeste, y la de Rojales, al Este. Tiene un dominio visual realmente apabullante y, así mismo, el castillo es visible desde gran distancia. Se encuentra a 4 km. al Sur de Algorfa, dentro de una gran finca agrícola privada, vallada y donde no se permite el paso ni se admiten visitas.
Excelente su estado. Recientemente ha concluido una profunda reforma que lo ha dejado en el magnífico estado que se puede contemplar.
Vista desde el Norte.
Fortaleza palaciega de planta cuadrada, con 18 m. de lado, orientadas sus esquinas a los cuatro puntos cardinales. En cada una de ellas cuenta con una torre, todas cuadradas y todas sobresaliendo en altura y en las fachadas sobre el cuerpo general del edificio. Tiene una superficie de 300 m2 aproximadamente. La torre principal, la del Homenaje, está situada en el vértice Norte, destacando ligeramente por encima de todo el castillo. Cuenta con cuatro pequeños garitones en sus cuatro esquinas. También destacan las dos torres del frente Sureste, las cuales además de flanquear la entrada, tienen una torrecilla circular cada una adosada a su esquina exterior. Estas torrecillas, de aspecto ornamental, poseen la misma altura que el edificio y terminan en un pináculo. En su interior, cuenta con un patio, también cuadrado, rodeado de una galería cubierta. Actualmente, todos los techados del castillo son planos y accesibles, pero en el siglo pasado tuvieron cubiertas a cuatro aguas. Todo el castillo cuenta con almenas con su coronación inclinada hacia el exterior y vanos y esquinas enmarcados con sillares. Ha sufrido diversas reformas y transformaciones a lo largo de su vida.
Fue construído a finales del siglo XVIII por el primer conde de Casa Rojas, don José Rojas y Recaño, Capitán General que fue del Departamento de Cartagena. Y perteneció a su familia durante más de 150 años tras su muerte a los 93 años. Al finalizar la Guerra Civil (1936-39), la familia Rojas tuvo que vender la finca y el castillo. Pasó por varios propietarios hasta 1970, en que fue adquirido por sus actuales dueños, siendo objeto de una importante restauración que lo salvó de desaparecer, pues estaba ruinoso, y lo adaptó internamente como vivienda privada de tipo residencial. Uso que todavía mantiene.