Cueva de Garadén

 

Impresionante aspecto de la cueva. En el centro de la imagen se aprecia el diminuto pasadizo de entrada.

En uno de los cortados de la Hoz del Júcar, en su margen izquierda, frente a la ermita de San Lorenzo y en un punto donde el río formaba una isla en la antigüedad, y donde, tradicionalmente, había una barca para cruzarlo (Vado de los Jinetes). Para llegar a ella hay que coger una pista que sale desde el puente romano de Alcalá. A unos tres kilómetros se encuentra la cueva. Su acceso por la boca es imposible. Hay que ascender por el barranco de detrás. A bastante altura, se abre un orificio disimulado por las capas de sedimentación por el que, tras corto pasadizo, agachados, se puede entrar en la cueva. Es uno de los lugares más impresionantes que hemos visitado.

No conserva ningún elemento defensivo. Parte del borde superior se derrumbó hace años destrozando la parte inferior. Solo conserva vestigios en los laterales (mechinales), un aljibe y plataformas cuadrangulares excavadas en la roca.

 

Pasadizo de entrada

Mechinales de la pared lateral Oeste.

 

Uno de los huecos excavados en el interior de la cueva.

Se trata de uno de los escasísimos ejemplos de cueva fortificada de España. Tiene unos 40 m. de anchura y 35 de profundidad. En los lados se aprecian las filas de mechinales donde se alojaban las vigas horizontales sobre los que se montaba la estructura de madera. Hay vestigios de otras construcciones internas y de canales para la recogida del agua de lluvia y conducirlas hasta la cisterna o aljibe, excavado en la roca, el cual conserva casi toda su bóveda. La posición de esta fortificación le daba una gran importancia. Era imposible asaltarla descolgándose desde arriba ni escalando desde la ribera. Era preciso conocer la entrada posterior y sorprender a los defensores, pero el acceso era de uno en uno y agachados. No obstante, dependía completamente de Alcalá, y perdida ésta, era muy difícil mantenerse. Es un lugar asombroso, pero también peligroso pues, a la verticalidad de su interior hay que sumar la constante caída de cascotes. Incluso no es nada descartable que se hunda toda la techumbre.

Imágenes de la cisterna o aljibe donde se observa uno de los huecos de entrada del agua de lluvia.

La cueva vista desde la pista que pasa a sus pies.

Aparece citada en la Primera Crónica General, en 1211, cuando relata que los almohades perdieron varias plazas fuertes en torno al Júcar, entre ellas, Garadén. La conquista cristiana definitiva supuso su despoblamiento y abandono. El infante Alfonso la donó, junto a Alcalá a los frailes de la orden francesa de la Selva Mayor. Tras la revuelta mudéjar de 1264 quedó incluída en el estado de Jorquera, pasando al señorío de los Manuel y, posteriormente, al marquesado de Villena.