Castillo del Saladar

Los restos de este castillo se encuentran en uno de los lugares más impresionantes de España, sobre una enorme peña de paredes verticales, nido de águilas, a una altura de 1.034 m. A sus pies discurre la carretera de Cuenca y el río Cabriel. Lo separa del pueblo una distancia aproximada de 8 km. Desde la carretera comienza una pista forestal en bastante mal estado (agosto 2024) que nos lleva hasta la base de la peña.

El ascenso hasta los restos del castillo y la plataforma superior es bastante peligroso, especialmente el primer tramo. Hay que escalar de forma vertical, aunque ayudados por una cadena que alguien ha colocado, unos cuantos metros. Hay otro tramo más por encima, con una cuerda de apoyo, pero ya no es tan peliagudo. No obstante, siempre hay que extremas las precauciones.

También es llamado Castillo de las Hoyas, del Cañizar o de Pajaroncillo.

Los vestigios son muy escasos. Un largo muro que defiende el acceso, tres aljibes y numerosos mechinales en las rocas.

Muro de mampostería que defiende el único punto de acceso al castillo.

 

 

 

La peña del castillo vista desde el Norte, desde la Resinera.

Único y peligroso acceso. Grieta situada al Oeste de la peña.

Castillo roquero de planta irregular escalonada y adaptada al espacio disponible entre el conglomerado de rocas. Se distinguen con claridad dos zonas o recintos, pero podrían ser tres si contamos con las elevadas rocas del extremo Noreste. Tanto esta peña como todo el terreno en torno a varios kilómetros a la redonda está formado por rocas de arenisca rojiza, conocidas popularmente como rodeno. Estas rocas tienen la peculiaridad de erosionarse creando grietas y formas extrañas de gran atractivo visual.

Le hemos calculado al espacio ocupado por el castillo, siempre aproximadamente, una longitud de 80-85 m y una anchura máxima de 40, ocupando una superficie de 1.750 m2. A ellos habría que añadir otros 400 m2 del recinto inferior o primer recinto.

Su único acceso se encuentra en una grieta que se abre al Oeste, semioculta por varios árboles. En dicha grieta aparecen varios mechinales de forma cuadrada que debieron servir para sostener una escalera o acceso de madera. En la actualidad para subir hay que escalar unos cuantos metros. Sirve de gran ayuda una cadena sujeta la roca, pero cualquier despiste o resbalón puede tener consecuencias graves. Una vez hayamos ascendido por la grieta, llegamos a un primer recinto en el que no hemos encontrado restos.

Desde aquí, otra grieta nos permite ascender al recinto superior. Esta vez nos sirve de ayuda una cuerda, siendo menos complicado su acceso al tener cierta inclinación a modo de rampa. También aparecen mechinales aquí y algunos escalones tallados en la roca. Pero lo más interesante es el muro que defiende este acceso, de mampostería con sillares en las esquinas, que se adapta al borde de las rocas con varios quiebros. En el recinto superior quedan tres aljibes excavados en la roca que, posiblemente, sean muy antiguos, pues este lugar ha sido ocupado desde la edad del Bronce de forma ininterrumpida. Unos mechinales abiertos en las rocas del extremo septentrional indican la existencia de antiguas construcciones desaparecidas.

 

 

 

Mechinales en la grieta de acceso.

 

 

 

Rampa que permite el acceso al recinto superior

Otra imagen de la rampa que permite el acceso al recinto superior.

Al final de la rampa aparecen unos escalones tallados en la roca.

 

 

 

Importante pérdida de mampuestos por disgregación del mortero, que hace peligrar la estabilidad del muro.

Los tres aljibes.

 

 

 

Mechinales en las rocas septentrionales.