Castillo del Cardenal

Junto a la costa, a unos dos kilómetros al Sur de Corcubión. Se sitúa enfrente, pero al otro lado de la ría (1.200 m), del castillo del Príncipe, en Cee, construídos al mismo tiempo los dos y con la misma función de batir el acceso a la ría con tiro cruzado. Una leyenda local habla de una cadena que uniría ambas fortificaciones, que al tensarse impediría el paso de las naves enemigas. Se encuentra junto a la carretera del faro, pero en el interior de una gran finca privada, por lo que no está permitida su visita.

Excelente estado. Existió un proyecto para construir un gran complejo turístico en sus instalaciones. En el momento de nuestra visita (diciembre de 2019) estaba en venta por 3.000.000 de euros.

Imagen aérea extraída de la web: “ubest.es”.

 

 

 

Batería Norte.

Batería costera abaluartada, con planta irregular que combina tres baterías frente a la costa y dos hornabeques asimétricos en el frente de tierra. La batería Norte tiene tres cañoneras, la batería Este, siete, y la batería meridional, cinco. Además en las dos esquinas se abren otras dos, lo que hacen un total de 17 cañoneras, por lo que como tan solo llegó a tener 12 cañones, algunas de ellas quedarían sin cubrir. Ocupa una superficie de 2.800 m2 aproximadamente. En el interior del recinto, rodeando el patio de armas, se dispone un edificio con forma de U abierta, que ahora tiene función residencial pero que en su origen fue cuartel para la tropa, almacenes, polvorín y demás dependencias de un castillo. Tuvo capacidad para 96 hombres. Se dice que en sus paredes aparecen numerosos impactos de armas de fuego, pero nosotros no pudimos descubrir ninguno, aunque es verdad que solo pudimos observar parte de sus paredes exteriores.

 

 

 

Esquina Sureste.

En la zona circula una leyenda que habla de un tercer habitante del castillo: el fantasma de don Liborio. Según Alejandro Lamas, se remonta al siglo XIX y se relaciona con un pasadizo del castillo que conduciría a unas ciclópeas grutas en el mar, por donde eran arrojados los cadáveres de los ajusticiados en la fortaleza. Los lugareños aseguran que unos albañiles, al oír unos extraños lamentos, abrieron un boquete en lo que resultó ser un falso tabique y vieron algo que les hizo salir despavoridos. Un juez ordenó derribar la pared y asistieron sobrecogidos al hallazgo de un cuerpo momificado colgado por grilletes de la mampostería. El cadáver portaba una cadenita con una ampolla de cristal que contenía su sentencia. Don Liborio era un comerciante que habría sido condenado a morir emparedado por la muerte de una joven sirvienta. Sus restos fueron arrojados a las aguas, pero los aldeanos juran que nunca han dejado de escucharse sus gemidos por una injusta sentencia.

El misterioso pasadizo existe realmente. Tenía un uso militar, destinado a dotarse de una vía de escape en el caso de que la fortaleza fuese ocupada por el enemigo. En la época de su primer propietario, el médico José Sendón, fue cegado por motivos de seguridad. Las cuevas también, aunque nadie las ha explorado.

Imágenes del interior del castillo extraídas de la web: “ubest.es”.

Esquina oriental.

Antiguo patio de armas, hoy con bellos jardines.

La estratégica ubicación del puerto de Corcubión lo convertía en obligada parada de las expediciones que se dirigían hacia el Norte de Europa o el Mediterráneo. Esta ensenada se utilizaba para hacer incursiones de saqueo en las villas del interior. Por ello, a partir del siglo XVII se empezó a pensar en la necesidad de hacer fortificaciones en esta ría. Así se hicieron el castillo del Príncipe en Cee, el castillo de San Carlos en Finisterre y el castillo del Soberano, ya desaparecido, en Camariñas. Se empezó a construir bajo la dirección de Lana Ferrieri y es acabado por Francisco Llovet y el francés, Carlos Lemaur en 1757. La fortaleza acabó a lo largo de los siglos en el más completo abandono y la Administración decidió venderlo en 1956 al médico José Sendón, momento desde el cual ha permanecido en manos privadas. A la muerte de Sendón, la familia Couce compró el castillo en 1986, aunque en la actualidad (diciembre de 2019) es propiedad del empresario turístico Francisco Díaz. El propietario llegó a un acuerdo con el arquitecto César Portela para desarrollar un imponente proyecto turístico que abarcaría en el castillo y sus 50.000 metros cuadrados de finca un hotel spa, restaurante de autor, helipuerto y puerto deportivo. Parece que este proyecto ha tenido algún impedimento, poniéndose el castillo a la venta.