Castillo de Sopeña

Sobre uno de los dos cerros por los que se extiende la ciudad, en el más cercano al río, llamado Sopeña. Tiene varios accesos. También es conocido por Castillo de la Estrella o Castillo del Ángel.

Del castillo medieval no queda absolutamente nada. Todos los muros que aparecen en la parte superior fueron levantados durante la primera y tercera guerra carlista. Ha sido restaurado durante el año 2021.

Detalle de la pintura de Vicente Masip “Llanto por Cristo muerto”, de 1530, conservada en el Museo Catedralicio de Segorbe. Aparece representado el castillo, lo que nos puede dar una idea de su grandiosidad.

 

 

 

Otro dibujo antiguo del castillo.

A finales del siglo XV fue reparado el antiguo alcázar, siendo acondicionado como residencia permanente por don Enrique de Aragón, más conocido como “el infante fortuna”, hasta su muerte ocurrida el 22 de septiembre de 1522, en las mismas dependencias del castillo. Este edificio fue famoso por su lujo y magnificencia, similar a un palacio real. Fueron notables su capilla, sus cisternas, las defensas militares, un salón con las paredes de mármol blanco traído de Italia, otro con columnas de mármol con el escudo de Aragón en sus chapiteles. El cronista del Reino, Gaspar de Escolano dijo de él “que estaba tan bien labrado que bien pudiera servir de palacio a la persona del rey”.

Imagen de Sopeña, desde el Este, en 2014.

Imagen de Sopeña, desde el Este, en 2022.

A finales del siglo XVIII un acuerdo entre Luís María Fernández de Córdova, duque de Segorbe, de Medinaceli y de Feria, y el obispo de Segorbe, Lorenzo Gómez de Ahedo, dejaba en manos de éste todos los materiales obtenidos del derribo del castillo, ya abandonado hacía tiempo, con el objeto de construir una Casa de la Misericordia y un nuevo hospital. En marzo de 1784 comenzó el derribo. También se utilizaron sus materiales para la construcción de la casa-cuartel y la reforma de la catedral. Todo fue arrasado. Queda tan poco que resulta imposible hacerse una idea aproximada de su estructura. 

Casa de la Misericordia, construída con materiales del castillo. En la foto inferior se aprecian los sillares.

Casa cuartel, actual Museo Arqueológico, también construída con materiales del castillo.

 

 

Reconstrucción hipotética del castillo durante la tercera guerra carlista. Fue planificada por el capitán de ingenieros Nicolás de Ugarte.

 

 

Entrada actual y Batería A u Oeste. El cuerpo de guardia ha sido levantado en 2021 de nueva planta.

Frente oriental del cuerpo de guardia. En su interior alberga una pequeña exposición sobre el castillo.

 

 

 

Rampa de acceso, Batería A y entrada al recinto.

Batería Oeste o Batería A. Se levantó sobre las rocas que sirvieron de base a la desaparecida Torre del Ángel medieval. Está orientada hacia la población para batirla en caso de que fuera ocupada por el enemigo. También estaba encargada de la defensa de la puerta. Se diferencia de las otras en que su cuerpo inferior es totalmente macizo.

 

 

Imágenes de la batería A en 2014, antes de su restauración. Todavía no se había levantado el cuerpo de guardia.

 

 

 

Batería B en 2022.

 

 

 

Batería B en 2014.

Batería Norte o Batería B. Compuesta por dos cuerpos. El primero tiene muros de un metro de espesor y numerosas aspilleras dirigidas tanto al exterior como al interior. También cuenta con pasillos cubiertos con bóvedas de cañón, un pequeño polvorín y un núcleo central macizo. La entrada se realiza verticalmente por una escalera metálica a través de una trampilla en el suelo.  El segundo cuerpo, también con muros de un metro de espesor, presenta numerosas cañoneras. Carece de cubierta para facilitar la ventilación durante los disparos. Se accede a ella mediante una rampa que cruza el paso de ronda. Presenta el mismo sistema constructivo que la Batería Sur o C.

Imágenes diversas de la Batería B, en 2022.

Con los materiales del castillo se construyó en 1784 un nuevo hospital y Casa de Misericordia, y en 1788 la casa-cuartel, situada en la Plaza de los Mesones, y muchas viviendas particulares. Fue tan arrasado que hoy no se sabe nada de su estructura y configuración. A causa de la tercera guerra carlista (1873-1876), el capitán de ingenieros Nicolás de Ugarte, presentó un proyecto de fortificación del cerro de Sopeña muy ambicioso. Dicha fortificación es la que ha llegado hasta nuestros días y cuyos restos son visibles. El 29 de junio de 1875, se terminó el proyecto de fortificar el cerro de Sopeña a cargo de Nicolás de Ugarte. Se dispuso la construcción de tres baterías, llamadas A, B y C, cada una de ellas con capacidad para batir más de 180º, por lo que todas las direcciones del horizonte quedaban batidas. Además, cada una de las baterías tenía capacidad de cruzar sus fuegos con las otras dos. Las tres baterías estaban conectadas entre sí por trincheras de dos metros de altura y tres de anchura, cuyas alineaciones se adaptaban y ajustaban a los bordes de la meseta superior. Los muros exteriores de la trinchera tenían 60 cm. de grosor, con aspilleras cada 1’70 m. aproximadamente. Aparece también una torre circular llamada Torreón Trevés, con aspilleras y coronada de almenas. Esta fortificación es la que subsiste hoy día y la que se ha restaurado en el año 2021.

Batería Sur o Batería C.

Batería Sur o Batería C. Era la mejor conservada de las tres hasta que se procedió a restaurarlas todas. Presenta el mismo sistema constructivo que la Batería Norte o B. Un primer cuerpo inferior con muros de un metro de espesor y aspilleras para fuego de fusilería dirigidas tanto al exterior como a la trinchera, corredores interiores y bóveda rebajada, un pequeño habitáculo para depósito de munición y un núcleo central macizo. La planta alta presenta cañoneras dirigidas hacia el exterior. El acceso al cuerpo superior se hace a través de una rampa.

 

 

 

Galería de la Batería C.

 

 

Frente Suroeste.

 

Torreón Trevés. Es una torre cilíndrica, de 9 m. de altura, ubicada entre las baterías Norte y Sur, que de alguna forma pretendía sustituir a la torre de señales del cuartel. Presenta aspilleras solo en la parte que da al campo. Fue construída en 1876.

El cerro de Sopeña ha sido poblado desde la edad del Bronce hasta la actualidad de forma ininterrumpida. Hubo un poblado de la Edad del Bronce (1.500 a.C.) con cabañas de planta cuadrangular rodeadas por una muralla de grandes piedras, quizá con planta circular.  Luego existió un poblado ibérico (VI-V a.C.), orientado hacia la ladera Suroeste, posiblemente amurallado ya y ocupando una superficie aproximada de 10.000 m2. En torno al siglo II a.C. comenzó la presencia romana en la zona (Segóbriga) con motivo de la segunda guerra púnica.

Fue luego ocupado por los musulmanes (Subrub) y con ellos alcanzó gran prosperidad. En 1092, el emir de Valencia, al-Qadir, ante el ataque de los almorávides, escondió su tesoro en este lugar, así como a algunos miembros de su familia. Segorbe pagaba 6.000 maravedíes anuales como parias al Cid. Jaime I conquistó Segorbe en 1245 o 1246 y cedió el castillo a Guillermo de Anglesola en 1257. En 1268 lo cedió a doña Berenguela Alfonso, que a su vez lo arrendó a García Pérez de Osa. En 1279, Pedro I encomendó el castillo a García Esteve, y el mismo año concedió a su hijo Jaime Pérez el castillo y la villa con todos sus derechos y prerrogativas. En 1341 Segorbe se declaró partidaria de la Unión, siguiendo los designios de su señor Lope de Luna. Tras la batalla de Épila, en 1348, el rey Pedro IV tomó Segorbe y desde aquí preparó el asalto a Valencia, a la que conquistó unos días después. Las tropas castellanas se apoderaron de Segorbe en 1363, pero después de tres años se rindieron al ejército aragonés.

A partir del siglo XIV se transformó en residencia de los Reyes de Aragón al contraer nupcias en 1372 doña María de Luna, señora de Segorbe, con el infante y más tarde rey, Martín el Humano. Muerto el rey Martín sin descendencia, pues su hijo murió un año antes, quedó un nieto ilegítimo, don Fadrique. Éste organizó su corte en el castillo. Tras el Compromiso de Caspe, se desposeyó de la Corona a don Fadrique, y éste, en 1249, huyó a Castilla.

 

 

 

Aljibe.

En 1436, el rey Alfonso V donó a su hermano don Enrique, el castillo y villa de Segorbe. Los habitantes, queriendo mantenerse en poder real se opusieron a esta medida de forma violenta, y hasta 1438 no pudo tomar posesión de la villa. Pero en 1445 murió don Enrique en Olmedo, y este mismo año volvió a poder de la Corona. Alfonso V encomendó la tenencia del castillo y ciudad a su consejero de estado Jaime Ferrer. En 1458 murió el rey Alfonso V. Su sucesor, Juan II, devolvió el señorío a su sobrino don Enrique de Aragón, más conocido por “el infante fortuna”. En 1466 la población tomó el castillo por las armas y los infantes tuvieron que huir a Torres-Torres con todo su séquito. Dos años después el infante puso sitio a la ciudad. Hasta 1478 no se estableció concordia entre Segorbe y el infante don Enrique. En esta época se reparó el antiguo alcázar y se acondicionó como residencia permanente de don Enrique hasta su muerte en 1522, ocurrida en las mismas dependencias del castillo. En 1529 se produjo el levantamiento de los moriscos de la Sierra de Espadán. En 1575 se abandonó definitivamente el castillo y los duques de Segorbe pasaron a residir a un nuevo palacio construído en el centro de la ciudad, el Palacio del Agua Limpia. Ese mismo año murió el tercer y último duque de Segorbe, don Francisco Ramón Folch de Cardona, sin hacer testamento. Su hermana tuvo que vender gran parte de los enseres del castillo para hacer frente a las deudas. 

Zona en excavación, abandonada, en 2014.

Zona en excavación, restaurada, en 2022.

Pavimento de grandes losas aparecido en las excavaciones.

La parte meridional fue excavada en el pasado, siendo recuperada durante 2021. En ella han aparecido basamentos y restos diversos del antiguo palacio. Se cree haber encontrado la zona noble, con habitaciones con chimeneas, alguna cisterna y pasillos y salas diversas. También se han recuperado molduras de yeso, restos de pinturas y abundantes fragmentos cerámicos.

 

 

 

Sector oriental.

Todavía en 1620 sirvió de alojamiento al rey Felipe IV y en 1648 se habilitó como hospital ante una epidemia de peste. Durante la Guerra de Sucesión, Segorbe fue partidario de Felipe V. En 1706 las tropas austracistas pusieron sitio a la ciudad y unos días después, ésta se pasó al bando del archiduque. En la Guerra del Francés, en 1808, los segorbinos asaltaron el cuartel de Miñones y degollaron a los 36 franceses que se encontraban en su interior. En 1810 ante la llegada de 9.000 franceses al mando de Suchet, sus habitantes abandonaron la ciudad dejándola a merced del saqueo francés. En 1811 el general José Obispo fue derrotado por los franceses en las Cuestas del Santísimo. Hasta 1813 los franceses no abandonaron Segorbe. En 1814 Fernando VII pernoctó en el pueblo.

 

 

 

El Torreón Trevés con respecto a la Batería Norte.

Al comenzar la Primera Guerra Carlista (1833-1840) y el inicio de hostilidades, comenzó una refortificación apresurada. El cerro se volvió a ocupar con obras defensivas. Se reforzó con cañones y una línea de muros en forma de diente de sierra que todavía se puede ver en las vertientes Noroeste y Suroeste. Se construyó un muro que rodeaba la meseta en su cúspide, con dos baterías, una al Norte y otra al Sur. En el centro se levantó un cuartel para los soldados con forma de estrella, el cual le dio nombre durante muchos años, Castillo de la Estrella. Segorbe abrazó la causa isabelina. En 1835, Cabrera entró en la ciudad para cobrar tributos. Todavía en 1844 quedaban algunas piezas de artillería en su recinto.

 

 

 

Muro en diente de sierra, en 2014.

 

 

 

El mismo muro una vez restaurado en 2021.

Segorbe sufrió la Tercera Guerra Carlista desde su comienzo en 1872. El 19 de agosto de 1873, dos batallones carlistas (2.000 hombres) de la División del Maestrazgo, al mando de Pascual Cucala y Francisco Vallés, conquistaron Segorbe ante la escasa resistencia de los pocos liberales que había allí y que no habían huído. En total hubo 70 bajas entre los dos bandos. Una vez tomada la ciudad, los carlistas procedieron a su saqueo, llevándose todos los caballos y demás bestias de carga que encontraron, bagajes y dinero. El 1 de septiembre de 1873, Cucala volvió a Segorbe con 800 soldados y 60 caballos, bajo los vítores de sus adeptos. Segorbe quedó en manos carlistas durante 13 meses. A pesar del dominio sobre la ciudad, los carlistas no se preocuparon de fortificar Segorbe, sino al contrario. Tras llegar noticias de que el ejército isabelino pretendía recuperar Segorbe, el coronel carlista José Fernández Corredor, mandó dinamitar las construcciones que quedaban en el monte de la Estrella y en San Blas. Entre las 9 y las 16 h. del 25 de noviembre de 1873, la fortificación quedó arrasada por segunda vez en la historia. Todavía se vivió otra jornada sangrienta el 3 de abril de 1874, festividad del Viernes Santo, estando la ciudad en manos carlistas. Cuando estaba a punto de iniciarse la procesión religiosa, llegó una sección de caballería del Regimiento de Villaviciosa al mando del brigadier Weiler. Quedaron atacantes, atacados y procesión en gran confusión y desorden. Hubo 19 bajas por parte carlista y 14 prisioneros. Los demás consiguieron escapar hacia la sierra.

Asegurada la ciudad en manos liberales llegó a Segorbe, el 29 de octubre de 1874, el brigadier Luís Dabán Ramírez de Arellano, y el 2 de diciembre, el capitán de ingenieros, Nicolás de Ugarte, con el objeto de proceder a la fortificación de la ciudad. Ugarte se puso manos a la obra con extrema rapidez. Los días 4 y 5 se dedicó a revisar las fortificaciones existentes; el 6 y 7 se recogieron materiales y al día siguiente comenzaron las obras. Pero el principal problema fue la falta de recursos (dinero). En un primer momento la fortificación se extendió al núcleo urbano, alcanzando la cumbre de la Estrella, con un perímetro de 2.890 m. No obstante, más tarde se amplió para englobar el cerro de San Blas.

La presencia de Dabán en Segorbe estaba llamada a ser una de las páginas más destacadas de la historia de España, pero se truncó. Estaba todo preparado para la proclamación como Rey de España de Alfonso XII, pero el general Martínez Campos se retrasó y el brigadier Dabán, receloso, marchó con un batallón hacia Sagunto, donde finalmente se formalizó el golpe de estado.

 

 

 

Batería Sur y Torreón Trevés.

Ugarte construyó también, un cuartel para la tropa, con planta de cruz griega, ocupando una superficie de 656 m2 y una altura de 16 m hasta la bandera. En la planta baja se distribuían los dormitorios para la tropa y los artilleros, escusados, almacenes para víveres y municiones y un cuarto para el sargento. Con aspilleras a lo largo de todo su perímetro. En la primera planta estaban los cuartos para los oficiales, con sus escusados, y una amplia azotea perimetral almenada. En la planta superior se diseñaron tres cocinas y un escusado con fregaderos, en torno a un corredor almenado descubierto en cuyo centro se alzaba una torre de señales. El proyecto contó con un presupuesto de 40.900 pesetas.

Las obras comenzaron el 20 de agosto de 1875, sin que su creador, Nicolás de Ugarte, pudiera presenciar el comienzo, al ser trasladado a un nuevo destino unos días antes. Pero en febrero de 1876 finalizó la guerra, quedando la obra paralizada en estado muy adelantado. Sorprendentemente, se volvió a presentar otro proyecto de fortificación, cuando el de Ugarte estaba a punto de concluir. Éste corrió a cargo del teniente coronel de ingenieros, Francisco Rodríguez Trelles y Puigmoltó. No obstante, este proyecto respetó las líneas básicas del anterior, presentando como principal novedad la construcción del Torreón Trevés.

 

 

 

Vista oriental del cerro de Sopeña. Se observa la muralla urbana de época romana.

El 4 de agosto de 1876 terminaron las obras, siendo entregadas por Trelles y el gobernador militar de la plaza, Gabriel Ayos y Fernández, al ayuntamiento de Segorbe. Las obras de fortificación terminaron cuando la guerra ya había finalizado, sin recibir ningún asedio bélico y sin llegar a recibir artillería nunca. Curiosamente, la nueva fortificación de castillo y ciudad no llegó a entrar nunca en acción y lo que no destruyó la guerra lo hizo la paz. En 1878 cayeron dos rayos y en 1898, unas fuertes lluvias produjeron el derrumbamiento de una parte del castillo. Años después los habitantes derribaron edificios y los muros superiores de las baterías.

En 1982, el ayuntamiento llevó a cabo unas obras intentando rehabilitar el conjunto y consolidar sus estructuras, pero la actuación no fue demasiado correcta. En nuestra visita de 2014 se conservaba intacto el Torreón Trevés, las plantas inferiores de las tres baterías, los cimientos del edificio de entrada, y la mayor parte del muro perimetral aspillerado. En el año 2021 fue restaurado todo el conjunto.

El cerro de Sopeña, visto desde el cerro de San Blas, al Oeste.