
Extremo Sur del recinto, con el muro de grandes mampuestos.
Sobre una de las dos colinas en las que se dispone la población, la que está situada al Norte, lo que es un tanto extraño ya que se encuentra a un nivel más inferior que la colina meridional.
Desaparecido. Tan solo queda un pequeño lienzo en el extremo Sur.
Extremo septentrional.

Castillo montano de planta irregular. Aunque haya desaparecido, milagrosamente se ha conservado su solar, puesto que las viviendas se han ido construyendo a su alrededor, pero sin invadirlo. Se levantó sobre una elevación (90 x 25 m), orientada de Norte a Sur, actualmente aplanada, que ha debido sufrir bastantes variaciones en sus 800 años de existencia. En el momento de nuestra visita (mediados de 2020) era reciente un gran desplome de tierra y rocas en su flanco Oeste, cosa que se debe haber repetido a lo largo de los siglos. Se desconoce su planta y estructura, pues nada queda. Bordeando todo el recinto se levantó un murete hace unos años que nada tiene que ver con la fortaleza. Tan solo queda la pared Sur de una torre que fue de planta rectangular (12’5 x 2’5 m), construída en gruesa mampostería de gran tamaño. Su altura solo llega, en el mejor de los casos, a un metro. Parte de los sillares de esta torre se reutilizaron para construir la acequia que pasa a sus pies, donde todavía son visibles.

Entrada actual al castillo.
Sobre las bodegas aparece la plataforma del castillo.

En 1276, Jaime I entregó este castillo junto con Malón, a su hijo natural, Jaime de Jérica. En 1285, ante la posible ofensiva bélica francesa, se preparó y armó el castillo. A comienzos del siglo XIV, a pesar de encontrarse despoblado, todavía pertenecía al rey. En 1357, durante la Guerra de los Dos pedros, fue conquistado por los castellanos, cuando su alcaide era Eneto de Valtierra. Pasó a ser alcaide el castellano Alvar Fernández, pero cuando los castellanos devolvieron este castillo al acabar la guerra, quedó despoblado otra vez. En 1360, Pedro IV donó el castillo a Pedro Ximénez de San Pedro. Luego fue posesión de Violante de Bar. Y luego perteneció a Pedro López de Gurrea quién, junto con Torrellas y Los Fayos, formó una baronía. Aunque fue sitiado en 1413 por los partidarios del rey Fernando, frente a los defensores del Conde de Urgel, siguió perteneciendo a la misma familia hasta la rebelión de Fadrique de Luna contra el monarca aragonés. Sofocada la rebelión, en 1447, el rey vendió el castillo a Martín de Torrellas, quién siguió manteniendo la baronía. Posteriormente pasó a la familia Liori y López de Gurrea a partir del siglo XVI.

Base de la torre meridional.