

Arriba, torre del siglo XII. A la izquierda, su estado actual, después de “restaurarla”. Entre sus rendijas se aprecian los sillares.
Sobre un promontorio, frente al río Queiles, en el extremo de una loma, a 427 m de altura. Actualmente ha quedado en el interior del casco urbano.
Muy mal estado. Lamentablemente, el ayuntamiento, después de su compra, procedió a realizar una restauración integral del edificio consistente en arrasar con todo cuanto había y levantar un edificio, prácticamente de nueva planta ¿Dónde estaba Patrimonio entonces?

Aquí estuvo el desaparecido torreón del siglo XIV. Ahora se ha levantado uno nuevo de hormigón.

El castillo visto por su parte trasera.
Castillo montano de planta irregular, con dos grandes torres destacadas del resto. En origen no tenía nada que ver con el moderno edificio existente hoy día en su lugar. Su origen fue un gran torreón del siglo XII. De planta rectangular (9 x 6 m) construído con sillares de arenisca almohadillados. Conservaba los mechinales de las vigas de cuatro plantas. Contaba con dos puertas, una con arco de medio punto, situada en altura. Este torreón, como puede verse en las fotografías anteriores, fue revestido con piedra moderna sobre una base de hormigón armado. Siglos más tarde, en el XIV se construyó otro torreón frente a él. También rectangular (6’5 x 5’5 m) con sillares toscamente tallados en su planta baja, y tapial en el resto. Pero éste aún tuvo peor suerte, pues fue derruído por completo y levantado de nueva planta con hormigón. Y algo más tarde, en el XV, se construyó un cuerpo que unió ambas torres. Se unieron por medio de unas salas que las cerraron por el Sur y Oeste con un muro de ladrillos. Asociados al castillo aparecieron ocho silos medievales excavados en la roca, de forma troncocónica, con sistema de cierre por medio de una doble losa cuadrada. Están datados entre los siglos XII-XIV. También apareció un aljibe, con paredes y suelo enlucidos con almagra, pero se rellenó de escombros. Entre los lugareños existe la leyenda de que contaba con un túnel que llegaba hasta el río, pero nada se ha podido comprobar. Cualquier amante del arte y la historia quedará, con seguridad, estupefacto, ante este desaguisado constructivo que se ha realizado en Novallas.

La torre recrecida sobresale por encima del resto del edificio.
El castillo fue cedido al Temple hacia el tercer cuarto del siglo XII por, Lázaro, hijo de Fortún Aznárez, tenente de Tarazona, aunque muy poco tiempo perteneció al Temple pues en 1221 aparece ya como señorío laico. En 1298, Guillén de Pueyo es señor de Novallas, condenado en 1301 por ser miembro de la Unión. Entonces pasó a Juan Mercel. A comienzos del siglo XIV, Alfonso IV donó el lugar a García Lupo de Sessé y Catalina Martínez de Bloch. El castillo participó en la Guerra de los Dos Pedros y, a pesar de ser fuertemente guarnecido al estar junto a la frontera, fue tomado por los castellanos. Fue recuperado para Aragón por el obispo de Tarazona, Pedro Pérez Calvillo. Pedro IV lo vendió a Gonzalo González de Lucio en febrero de 1360. En 1410 aparece como propiedad de Pedro Ximénez de Urrea. En 1430, por la rebelión de Juan de Sesé, el castillo es devuelto a la Corona que, a su vez, lo entregó a Juan López de Gurrea. Tras la Desamortización de 1836 fue adquirido por el ayuntamiento. Entre 1985 y 1991 fue rehabilitado por completo, a base de hormigón armado, dejando muy poco del edificio original. Durante muchos años fue sede, de las Escuelas de Primaria y de la Banda Municipal de Música. Actualmente alberga al ayuntamiento de la localidad.

Desde la lejanía sí que se aprecia las dos torres por encima de los tejados del edificio.