Castillo de Rocabertí

Lo podemos encontrar al Noreste del pueblo, sobre una peña de 493 m de altura, desde la que domina todo el valle del río Llobregat, paso natural hacia Francia. Queda en el interior de una finca privada (Mas Brugat), cuyo camino está cerrado con una valla, por lo que si queremos visitarlo hay que hacerlo a pie, tras larga caminata. Existen rótulos indicativos y señales de un P.R. que nos conducen hasta sus mismas paredes.

Sus restos son escasos pero sorprenden en tan agreste lugar, nido de águilas, sobre rocas graníticas de formas redondeadas.

Excelente portal de entrada, con escalera tallada en la roca.

Castillo roquero de planta irregular adaptada al espacio disponible entre las peñas. Todas las habitaciones y edificios se sitúan entre rocas y escarpes, algunas al borde de alturas de cientos de metros. Quedan escasos restos pero creemos que se pueden distinguir dos recintos. La entrada se realiza por el Este, desde el collado, único punto accesible. A los dos lados del acceso se alzan grandes peñas con restos de muros, desde los que podían batir a los atacantes. Una vez se recorre el pasillo ascendente se llega a un excelente portal con arco de medio punto y fábrica de buena sillería, aunque bastante desgastada. Tiene la curiosidad de no ser la entrada perpendicular sino en ángulo, acoplándose de forma magnífica la pequeña bóveda del portal. Destaca en su parte meridional, abocada al abismo, una torre de sillería con planta triangular, aunque parece que le falta material y podría tener otra planta más corriente. Cuenta con un aljibe de 30 m3 de capacidad, excavado en la roca, que conserva parte de su bóveda, restos de una pequeña capilla dedicada a San Romano o Román y algunas construcciones más de función indeterminada. Su fábrica alterna la sillería, impropia de un lugar enriscado como este, y la mampostería.

 

 

 

Pequeño sector del ábside de la capilla.

 

 

 

Aljibe, de buena sillería.

 

 

 

Arranque de la bóveda que cubría el aljibe.

 

 

 

En primer término el aljibe. Al fondo, la población de La Junquera.

Diversas imágenes de la torre triangular.

El castillo visto desde el camino de acceso al Mas Brugat.

Este castillo es mencionado por primera vez en el año 948. En el año 971 aparece como propiedad del vizconde de Rocabertí. La posición estratégica de la fortaleza, dominando los pasos del Portús y de Panissars, hizo que siempre fuera muy deseado por diferentes personajes. En 1040 perteneció al conde Ponce I de Ampurias y en 1078 a Ponce Guerau, conde de Gerona.  En el transcurso de un grave enfrentamiento con Ramon Berenguer IV, el conde Ponce Hugo I de Ampurias se apoderó del castillo, pero el conde de Barcelona consiguió recuperarlo y forzar al de Ampurias a renovar el vasallaje con un acuerdo de paz (1138) según el cual el primero se obligaba a derribar este castillo y el último, el castillo de Quermansó. El castillo tuvo un papel importante en la batalla del coll de Panissars en 1285. En 1288 fue fugazmente ocupado por un ejército francés al servicio de Jaime II de Mallorca que invadió el Ampurdán.  En 1462 , ante el peligro de una nueva invasión francesa, todavía fue fortificado y se construyeron dos torres en los flancos de la muralla.  Pero entonces ya estaba en muy malas condiciones y es posible que hubiera perdido su importancia, que tampoco recuperó con el establecimiento de la frontera en la sierra de la Albera a raíz del Tratado de los Pirineos en 1659.

 

 

 

Una de las salas.

 

 

 

Portal de entrada y reverso de la torre triangular.