Castillo de Perputxent

Frente Sur del área palaciega o alcazarejo, construída por la Orden del Temple

Se alza sobre un cerro o tossal a los pies de la solana del Benicadell, en la margen izquierda del rio Serpis y a menos de un kilómetro del pueblo. Se yergue sobre pronunciado peñasco, sólo accesible por su ladera de mediodía, ya que el resto es un cortado vertical. Para ascender hasta él es conveniente hacerlo por el sendero que nace en la abandonada vía férrea, detrás de la fábrica de papel.

Aunque todavía quedan grandes ruinas, su estado es precario y la vegetación, en el momento de nuestra visita, exuberante, había invadido todo el recinto, haciendo incluso muy difícil su visita interior.

 

Entrada al antemural o barrera. Como se ve, se realiza en recodo en el interior de una torre.

Entrada al recinto superior o albácar. También se realiza al abrigo de una torre.

Castillo roquero de planta poligonal irregular, fortificado fuertemente en las zonas débiles (Sur y Este) y en el resto aprovechando la verticalidad de la topografía del terreno. Presenta una longitud aproximada de 95 m con una anchura máxima de 45. Se puede decir que consta de tres recintos, fruto de la adición, por parte de los cristianos, de un castillo, sobre una fortaleza anterior musulmana, en el siglo XIII. El primer recinto con que nos encontramos es el antemural o barrera, que discurre de oriente a poniente. Es un paño corrido de tapial sobre mampostería en su base, con una abertura en ángulo defendida por almenas. Traspasado el antemural se llega a una estrecha liza que circunda el recinto superior, compuesto por una muralla con la misma disposición que la anterior, pero con cinco cubos en saliente. Cuenta con la misma fábrica y técnica que el antemural, ya que son contemporáneos. El acceso al interior se realiza por otra puerta, desenfilada de la anterior para dificultar el ataque, situada en la parte central del lienzo, pero seguramente en origen se ubicaría en el flanco de poniente.

Torre dels Encoixinats, de planta rectangular, en el flanco Este

En su interior se distinguen dos partes, el área oriental, compuesta por un espacio amurallado abierto, a modo de albácar, en cuyo extremo se emplaza un gran aljibe junto al lienzo de levante, oculto por la vegetación, y el área occidental, compuesta por la zona palaciega. El albácar, de unos 3000 m2 no conserva restos. El palacio es de planta ligeramente triangular, con tres grandes torres de planta cuadrada en sus tres vértices, ocupando una superficie aproximada de 800 m2. Albergaba las estancias del castillo, hoy derruídas. Al Sur aparece un cuerpo constructivo de planta rectangular con diferentes aberturas a nivel de su primer piso. Se accedía a esta nave por su flanco Oeste, la cual daba al patio central del castillo en donde se halla otro gran aljibe cubierto con bóveda de cañón. La gran torre occidental, posible Homenaje, es llamada Torre de les Traces, es de tres plantas, rematada con almenas, con ventanas en la parte superior y acceso en la línea del adarve. En su base se conserva la bóveda de cañón de lo que fue el primitivo aljibe de la torre. La mayor parte del castillo está realizado en tapial sobre mampostería, aunque también hay refuerzos de sillería encadenada en los ángulos del alcazarejo. Como defensas presenta almenas y restos de matacanes y de una corsera en el frente oriental. Es destacable la ausencia de troneras u otras defensas relacionadas con la utilización de la pólvora.

Vista Este del castillo. Se puede observar claramente el albácar y la zona palaciega.

 

 

Muralla Sureste del albácar y parte de la barrera.

 

 

 

Visión meridional del castillo.

Vista exterior (Oeste) e interior de la gran Torre de les Traces, posible Homenaje, en cuyo interior quedan las ruinas de un aljibe.

Se han encontrado restos ibéricos en las laderas del cerro del castillo, por lo que su origen es muy antiguo. Pero el castillo propiamente dicho fue levantado por los musulmanes. Durante los tiempos de Al-Azraq era conocido como “Hisn Burbudjan”. Fue destruido con las revueltas que protagonizó este caudillo. En 1260 fue donado por Jaime I a don Gil Garcés de Azagra. Luego, en 1288, Arnau de Romaní lo cedió a la Orden del Temple. A los templarios se debe su reconstrucción casi completa a finales del siglo XIII, aprovechando muchos de los materiales musulmanes del siglo XI. En realidad se trata de dos castillos sobre el mismo emplazamiento. El castillo musulmán disponía de dos recintos con aljibe. Los cristianos construyeron en su interior una fortaleza feudal con una gran torre y diversas dependencias. Con la desaparición de dicha Orden pasó a formar parte de los territorios de la Orden de Montesa en 1319. Por los restos constructivos actuales es muy posible que el castillo se abandonase en el siglo XV. Hoy está urgentemente necesitado de una seria restauración. Ante la desidia de sus propietarios, la Diputación de Alicante adquirió el castillo en el año 2009. La primera medida que se tomó fue la de desbrozar todo el recinto, medida que era necesaria, puesto que su visita era muy dificultosa a causa de la espesura vegetal. Esto iba a ir acompañado con la colocación de una puerta con candado para impedir su visita incontrolada. Quizá fuera mejor dejarlo como estaba.

En esta imagen del castillo se aprecia con claridad la diferencia existente entre el recinto palaciego y el albácar. Amén de la barrera o antemural. Se aprecia, así mismo, la espesa vegetación que dificultaba su visita y observación.