Castillo de Narboneta

Lo encontramos sobre un picacho de 876 m de altura que se alza en medio del valle del río Narboneta, dominando los accesos hacia la sierra. También domina el caserío de Narboneta situado al Noroeste del castillo. Su acceso no reviste dificultad alguna comenzando desde las calles del pueblo.

En muy mal estado, nunca se ha realizado ninguna intervención para su conservación, por lo que su estado es una pura ruina.

Diversas imágenes del cubo Norte.

Castillo roquero de planta irregular adaptada al espacio disponible entre las peñas, con dos recintos y un gran torreón en su parte superior que pudo ser el Homenaje. El recinto inferior y más amplio, posible albácar, se dispone sobre la ladera oriental y se puede observar un largo lienzo a nivel de cimientos. El recinto superior, mejor conservado, tiene una planta más o menos rectangular. Presenta una longitud Norte-Sur de 35 m y una anchura de 18, encerrando una superficie aproximada de 700 m2. En este recinto destaca el cubo septentrional, un aljibe muy arruinado y al Sur, la puerta retranqueada. Y por último, en lo más alto y al borde del cortado rocoso, se halla la base de una gran torre rectangular (9 x 7 m), sobre la que el ayuntamiento colocó una cruz metálica que se ha doblado. La fábrica de todos los restos es bastante homogénea, siendo mampostería o sillarejo de buen tamaño y bien colocado por hiladas, trabado con mortero de cal.

 

 

 

Restos de la torre del Homenaje.

Su creación como núcleo urbano nació durante la época repoblacional a comienzos del siglo XIII. Pero su historia va ligada a la historia del poderoso marquesado de Moya. En la dura conquista de Cuenca, el rey Alfonso VIII, recompensó con donadíos y repartos de tierras a aquellos soldados franceses que habían participado en ella, comenzando así la repoblación de los mismos. Después de tomar las fortalezas de Moya, Sierra, Serrezuela y Mira, castillos que fueron donados por el arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de Rada, el rey Alfonso VIII concedió a un grupo de soldados gascones la fortaleza de Narboneta con todos sus predios baldíos y tierras de pan llevar, dando origen a la población de la villa alrededor del 1223. Fue un punto estratégico en la raya fronteriza del periodo de la reconquista castellana, formando línea defensiva junto a los fuertes anteriormente citados, en esas grandes disputas entre los reinos de Albarracín y Requena. La rivalidad entre el monarca castellano y Ricardo Corazón de León por las posesiones francesas, las cuales formaban parte de la dote de su esposa Doña Leonor, determinó que numerosos soldados gascones se enrolasen en las tropas castellanas y participasen activamente en la reconquista cristiana.

Frente oriental.

En los sucesos de 1473, cuando la villa de Moya y su tierra pasaron por ciertas vicisitudes, al ser perseguida por muchos nobles que querían usurpar un rico y floreciente señorío, hubo duros enfrentamientos. En aquellos difíciles momentos, el Maestre de Santiago y don Diego López Pacheco, su hijo y marqués de Villena, obligaron a los moyanos a no seguir fieles a la obediencia de la princesa castellana Isabel. Por otro lado, Juan Fernández de Heredia, señor de Moya se ofreció a los moyanos en ayuda si estos permanecían fieles a la corona. Tal acontecimiento determinó que la fortaleza de Narboneta fuera derruida totalmente como consecuencia de este suceso. Ante tales acontecimientos, Juan Fernández con poderes de la princesa Isabel, entró en la villa de Moya con doscientos hombres a caballo y quinientos soldados de a pie, para guardarla y a su vez, dirigirse hacia Narboneta a la que atacó con caballería y varias piezas de artillería, siendo tomada ante este duro ataque. Derruida la fortaleza y arrasado el caserío, la población huyó despavorida hacia la sierra de Mira para refugiarse en sus anfractuosidades.

 

 

 

Esquina Sureste, donde estuvo la entrada al recinto superior.

Después de su intervención en las contiendas de 1820, entre constitucionalistas y realistas, Narboneta apenas tendrá intervención, excepto en las duras guerras carlistas, sobre todo en el periodo comprendido entre 1869-1876, como consecuencia de su situación estratégica fronteriza con la zona levantina. El general carlista Santes, el 3 de septiembre de 1873, inició desde Utiel una expedición para abastecerse de racionamiento y soldados por el territorio conquense, llegando el día 5 con 1.500 hombres a la localidad de Narboneta, provocando un duro altercado en la plaza contra un grupo de vecinos que decidieron negarse a tal acto y se refugiaron en la iglesia. Unos días después, próximo a la población, el brigadier liberal Calleja consiguió alcanzar a un grupo de Santes que se había quedado rezagados en los restos de la fortaleza de Narboneta después de haber llevado a cabo una serie de acciones entre el vecindario. Presos fueron llevados y concluidos hasta la plaza del pueblo donde pernoctaron dos días hasta su marcha.

Imágenes del muro del albácar.

 

 

 

Aljibe. Acolmatado y semioculto por la vegetación.

En julio de 2021 el cirujano Amador Jiménez Torrijos, propietario del castillo de Narboneta, cedió el castillo al ayuntamiento de la localidad, por lo que en la actualidad es de propiedad municipal.