

Se alza en medio del casco urbano, sobre una curiosa peña con forma de muela. Su único punto de acceso es por el Norte, enfrente de la iglesia.
La gran torre, reconstruída, tan solo conserva sus cuatro paredes. Del recinto apenas quedan pequeños sectores dispersos.


La puerta, a ras del suelo, se encuentra en el flanco Suroeste. Está totalmente oculta por un arbusto.

Castillo montano compuesto por una gran torre de planta rectangular (9 x 5’30 m) y un recinto de planta irregular cuyos muros discurren al borde de las rocas. La torre se alza en la parte más elevada del pequeño recinto, fue restaurada en el pasado y se le aprecian muchos sectores cubiertos con cemento. Tiene la puerta a nivel del suelo y dos ventanas, una antigua, cegada y otra moderna con cristales. Su interior es un desastre. En el momento que se reparó se le insertó en su interior toda una estructura de madera compuesta de cuatro forjados a una altura que no se corresponde con los originales, y una escalera de madera que asciende varios pisos. Lo que en su momento fue una buena solución, el deterioro actual, con ausencia de escalones, barandillas y partes de los forjados, hacen muy peligroso su ascenso. Y hay que añadir que está invadida por palomas y sus detritus. La mayor parte de sus almenas son reconstruídas. También cuenta, en su lado Noroeste, los modillones de un desaparecido matacán que no parece que defienda nada puesto que no existen vanos en este flanco ¿Quizá una letrina?
Adosado a la torre, queda un lienzo que termina en una torre maciza y en el que se abre una puerta, que podría ser la principal del castillo. Se compone de un arco de medio punto adovelado, pero la mayor parte de sus dovelas han sido expoliadas. Y por último al borde de los cortados quedan algunos vestigios del muro que rodeaba la torre, muy arruinados. Incluso en la zona Noroeste se puede ver la base de un cubo circular. La fábrica de todo el conjunto es la mampostería con sillarejo de color más oscuro en sus esquinas.

En esta imagen antigua se observa el estado en que se encontraba la torre.

Su origen parece datarse en el siglo XII. Es de tipología árabe, aunque se pueden ver elementos correspondientes al gótico cristiano, tal vez del siglo XIV, lo que demuestra que fue reformada con posterioridad. Se sabe que perteneció en el siglo XVI a Diego de Zúñiga, abad de Parraces, al cual pertenecían las alcabalas y montazgo. En febrero de 1840, durante las guerras carlistas, el castillo de Víllora fue incendiado por el partidario Arnau en su huída desesperada. En 1874, don Gil Roger y Duval compró a la duquesa viuda de Híjar gran cantidad de tierras rústicas en los pueblos de Víllora, Yémeda, Enguídanos y Las Majadas. En 1897 las vendió por la cantidad de 60.000 pesetas a los vecinos de Víllora, convirtiendo a éstos, hasta entonces arrendatarios, en propietarios. En la actualidad el castillo es de propiedad privada.




Imágenes de los muros del recinto.


