Estuvo situado sobre un redondeado monte que domina al pueblo desde el Norte. Actualmente (mayo 2023) sobre él se han construído tres cruces a modo de calvario.
El castillo está desaparecido por completo, pero ha quedado un gran aljibe en el centro del montículo. Podemos apreciar también las huellas de las catas arqueológicas realizadas hace poco, aunque desconocemos sus resultados. Los restos del castillo fueron utilizados en el siglo XVI para construir la iglesia y otros edificios importantes del pueblo, por lo que su destrucción fue sistemática.

Se dice que formó un recinto con diversas torres pero eso es como no decir nada. Lo cierto es que se desconoce su estructura y su planta y quizá no las conozcamos nunca. A sus pies discurre el valle del río Mira, antiguo camino desde la Sierra de Cuenca hacia el altiplano de Requena y por ende, hacia la costa, por lo que debió tener gran valor estratégico en el siglo XIII, tras la conquista de Requena.
Planicie superior del cerro del castillo. En primer término la reja que cierra el aljibe. Según una leyenda popular, desde él se iniciaba un túnel que bajaba por el interior de la montaña hasta el río Mira. Este pozo es conocido en el pueblo con el nombre de Pozo Mortero.

Castillo musulmán levantado sobre restos anteriores ibéricos. En 1219, el arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de Rada, predicó una gran cruzada en su intento de tomar Requena. Consiguió juntar, según las crónicas, a más de 200.000 caballeros y peones, cifra exagerada como era habitual en la época. El ejército cristiano entró en tierra de moros desde Aragón, posiblemente desde Albarracín, e inició con éxito la conquista de los castillos de Sierra, Serrezuela (los dos en Santa Cruz de Moya) y Mira el 21 de septiembre de 1219, día de San Mateo el Evangelista. Ocho días después, el 29 de septiembre, día de San Miguel, se inició el asedio de la fortaleza de Requena con grandes máquinas de guerra. Se luchó con decisión y se derribaron varias torres y muros, sin embargo después de varios días de asedio y de sufrir un gran número de bajas, el cerco a Requena se abandonó el 11 de noviembre, día de San Martín. Dos años después, en 1221, el mismo arzobispo toledano hizo entrega del castillo de Mira a su primo, el noble aragonés Gil Garcés de Azagra, convirtiéndose así en el primer señor de Mira tras la etapa musulmana. Desde su conquista, el castillo de Mira quedó situado en un peligroso territorio de frontera, donde las razzias fueron frecuentes. Las condiciones mejoraron en 1225, cuando Zeit Abu Zeit, el último walí almohade de Valencia, reconoció vasallaje a los cristianos. Sin embargo la estabilidad plena de la zona no llegaría hasta 1238, cuando se tomó la fortaleza de Requena. En 1537 Mira se segregó de Requena iniciándose la desmantelación total del castillo al utilizar sus piedras para construir diversos edificios en el pueblo. No obstante, todavía en 1801, el ilustrado José Andrés Cornide de Folgueira y Saavedra, visitó Mira y dejó por escrito la última referencia de la existencia del castillo. En su crónica menciona que el pueblo de Mira está situado en la falda de un cerro y dominado por un antiguo castillo arruinado. En febrero de 2021 se anunció, por parte del ayuntamiento, un proyecto con presupuesto de 36.965 €, para realizar un estudio arqueológico del castillo para conocer su estructura y antigüedad, restauración de restos y musealización del recinto.

No nos parece que tuviera buenas condiciones defensivas, porque el cerro contiguo, más alto, le hace de padrastro. Posiblemente el actual camino funcionara como foso.
