El castillo visto desde el Sur.
Sobre una de las estribaciones del Desierto de las Palmas, a 444 m de altura y a 4 kilómetros del pueblo en línea recta, pero a bastantes más siguiendo la carretera. Domina un espacio visual vastísimo, todo el tramo costero entre la desembocadura del río Mijares, al Sur y el de les Coves, al Norte. Su acceso es relativamente sencillo, pues desde la carretera del Desierto parte un buen sendero señalizado que lleva hasta él, después de recorrer unos mil metros.
A pesar de su gran tamaño, los restos son pocos y continúan disminuyendo, pues los derrumbes son constantes. El castillo está completamente olvidado de todos y urge una consolidación de los restos para evitar su grave deterioro.
En esta fotografía del castillo se aprecian sus tres recintos. El muro almenado que desciende la ladera desde las rocas engloba el tercer recinto. La peña rocosa sostiene los otros dos recintos. Los muros del segundo discurren por el borde del cortado y el tercero engloba la zona más elevada del conjunto rocoso (celoquia).
Gran castillo roquero con planta irregular dispersa y tres recintos superpuestos y parcialmente concéntricos. Su longitud máxima son 207 m. y su anchura 152 m. Ocupa una superficie de 20.800 m2 Además cuenta con dos torres avanzadas auxiliares que defendían sus accesos.
El primer recinto es el más elevado y el de más reducida superficie, tan solo 880 m2. Debió hacer las funciones de celoquia para los musulmanes y de alcazarejo para los cristianos, es decir, debió ser el punto de mayor defensa y seguridad, último reducto, donde habitaban los personajes más relevantes de la fortaleza. Tiene planta cuadrangular, algo sorprendente en una fortaleza de estas características, sobre una ligera meseta o elevación de la plataforma rocosa del castillo. Conserva unos lienzos dispuestos en ángulo recto correspondientes a los lados Norte, Este y Sur, de piedra gris caliza mezclada con rodeno rojizo, lo que le da una coloración curiosa y característica. Conserva el arranque de una torreta de planta circular en el ángulo Sureste y alguna aspillera en buen estado. El acceso a este recinto debió realizarse por su frente Sur, pues el Norte presenta tajos rocosos muy bien defendidos por muros y rocas.
Lienzos del flanco Este del recinto superior. Destaca la combinación de mampuestos de diferentes colores en su fábrica. A la izquierda se aprecia la base del cubo circular del ángulo Sureste.
Recinto superior visto desde el Sur. Se observa su ligera elevación sobre el recinto intermedio y su mal estado. A la derecha sobresale el cubo circular.
Pared interior Este del recinto superior. Muchos de sus mampuestos se han desprendido.
Las dos torres avanzadas vistas desde el recinto superior del castillo. A la izquierda y más cerca, la torre cilíndrica. Y a la derecha, más lejana, entre los muros del castillo, la torre cuadrangular.
El segundo recinto o recinto intermedio engloba al anterior por todas partes excepto por el Norte, terminando en la misma pared rocosa vertical. Es mayor y sus muros discurren por el borde de la gran mole rocosa del castillo. Ocupa una superficie en torno a los 4.200 m2. No se aprecian torres ni cubos a simple vista y son muy escasos los mampuestos rojizos en sus lienzos. Es el más arruinado de los tres, conservando muy poca altura sus muros, sobre todo en la parte Sur. En él destaca una gran habitación rectangular cubierta con una gran bóveda de medio cañón milagrosamente conservada, en el ángulo Noroeste. En la parte Suroeste existen las jambas y el dintel de una puerta, entre los restos de dos masas informes de mampostería que bien pudieran ser dos cubos.
Gran habitación abovedada del segundo recinto, sita en el ángulo Noroeste del mismo, al borde del precipicio.
El castillo visto desde el Noroeste. Delante, aparece la torre cilíndrica avanzada. Y detrás, la gran roca ocupada por los dos recintos superiores.
Paredes septentrionales del recinto superior.
Arriba, a la izquierda, lienzos del recinto superior. A la derecha, abajo, lienzo del recinto intermedio. Y al fondo, la torre cilíndrica. Se aprecia el escalón existente entre los dos recintos.
Lienzos del segundo recinto al borde del cantil Oeste. Se observa lo que puede ser una torre de tapial, quizá la única con esta obra.
Quicio y jambas inferiores de una puerta, posiblemente protegida por dos cubos, uno a cada lado. Esta puerta da paso al segundo recinto.
Aspecto de la fortaleza desde el Este, apreciándose la posición de la torre cilíndrica con respecto al castillo.
El tercer recinto o recinto inferior es de gran tamaño y engloba a los otros dos, excepto en el flanco Norte, donde comienza y termina en la pared de roca vertical. Su superficie supera las 1’57 Ha. Hacía las funciones de albácar, para resguardo de los ganados y habitantes de los lugares cercanos. En mejor o peor estado, pero se conserva completo, pudiéndose seguir su trazado con claridad entre la espesa vegetación arbustiva. Su fábrica es la mampostería caliza en todo su perímetro, tanto en lienzos como en cubos. Hay sectores que han perdido mucha altura y otros, los menos, que se ha derrumbado. Los cubos, todos cuadrangulares pero muy diferentes entre sí, también están derrumbados en parte. Seguramente había más, pero solo hemos podido identificar tres en el flanco Sur. Destaca el largo lienzo Este que desciende desde las rocas verticales del segundo recinto hasta el siguiente escalón rocoso natural, por su gran número de almenas conservadas. También destaca el enorme aljibe ubicado en el extremo meridional del recinto, el cual conserva todavía la mayor parte de la bóveda y del enlucido de almagre impermeable. En su interior aparecen numerosos restos y muros desperdigados, sin orden ni concierto al no haberse realizado nunca una excavación.
Aspecto de los tres cubos del flanco Sur, con el mismo mal aspecto de todo el conjunto.
Lienzo almenado del tercer recinto. Está situado en el flanco Este, en un lugar de fuerte pendiente.
Excelente estado de conservación de estas tres almenas.
Aljibe de enorme tamaño, con casi toda su bóveda completa. Se conservan los ventanucos para extraer el agua en los dos extremos. El grosor de sus paredes es superior a 2 m.
Diversos lienzos del tercer recinto. Su fábrica es la mampostería, como se observa con claridad.
La torre avanzada cilíndrica se sitúa a 135 m. al Norte del castillo, sobre unas rocas dominando el collado por el que viene el camino de acceso. Cuenta con dos huecos altos en lados opuestos sostenidos por grandes lajas pétreas de rojizo rodeno. Está construida con gruesa mampostería de piedra caliza. Se conserva en casi su totalidad, salvo la cubierta, que ha desaparecido.
Al fondo, por detrás de la torre, se alza el monasterio carmelitano.
Ante los muros de la torre cilíndrica, a cierta distancia, se ubica la torre cuadrangular.
La torre cuadrangular es de planta rectangular, sus lados miden 5 x 8 metros, quedando tan solo la base maciza. Hay restos dispersos en sus cercanías de los muros de un pequeño recinto que la rodeaba. Tiene fábrica de mampostería colocada por hiladas, trabada con fuerte mortero de cal. En algunos puntos parece colocada en “opus spicatum”. Su posición, al Norte del castillo pero un tanto escorada hacia el Este, le permitía vigilar el valle de Miravet y el camino que venía por él. Se sitúa a 415 m. del castillo y a 335 m. de la torre cilíndrica. Su estado es pésimo, le han abierto dos grandes socavones en sus paramentos y nada hace suponer que vaya a repararse.
Triste y olvidado aspecto el que presenta la torre.
La torre vista desde la otra torre cilíndrica. Por detrás asoman las Agujas de Santa Águeda.
En este lugar se han encontrado restos de la Edad del Bronce y romanos, pero la primera construcción de un castillo propiamente dicho corresponde a los musulmanes en el siglo X. En el año 1094, Pedro, hijo del rey, iba a su castillo de Montornés, para firmar paz y amistad con el Cid. En 1097 se rebeló la guarnición mora de Montornés, sometiéndola los dos juntos. Estos hechos son relatados por la “Historia Roderici”, habiendo sido confirmados por Menéndez Pidal, gracias a curiosos documentos dispersos en los archivos de Roda, Osca, Montearagón y San Juan de la Peña. Una antigua leyenda habla de cómo los cristianos guiados por el Cid derrotaron a los árabes y tomaron el castillo. Esta plaza fuerte era un lugar estratégicamente situado y sus habitantes estaban dispuestos a resistir el ataque enemigo, pero el Cid pensó una estratagema. Reunieron un rebaño de ganado y por la noche pusieron fuego en sus cuernos simulando antorchas. Los habitantes del castillo lanzaron piedras y flechas pensando que eran sus enemigos y como los animales eran cabras, éstas empezaron a correr por todo el monte. Los habitantes del castillo no descubrieron el engaño. Éste es el momento que aprovecharon los sitiadores para tomar el castillo y vencer a los árabes que residían en él. Ante la presencia almorávide las posesiones de Pedro I se ven seriamente amenazadas. El año 1100 se unifica la defensa de los contornos del castillo de Montornés en la persona del teniente Muno Muñoz al señorear los castillos de Fadrell, al sur de Montornés, Azafuz, al Norte y Mollet, al Oeste, formándose con ello un auténtico cinturón defensivo para Montornés. No obstante, fue tomado por los almorávides en 1103.
Pasó definitivamente al dominio cristiano en 1234. El 29 de noviembre de 1242, Jaime I donó el castillo de Montornés a su notario real, don Pedro Sanz. En 1249, la baronía de Montornés aparece en manos de Jacchesio Sanci, al que el rey otorgó permiso para la venta del señorío. Y quién lo compró fue don Pedro Ximénez de Arenós. Más tarde, Alfonso III, dio Montornés, la Casa de San Vicente y todos sus dominios al Monasterio de Poblet. La poca rentabilidad de estas tierras, por un lado, y las abultadas deudas que tenían los de Poblet, por otro, hizo que los monjes vendieran a Jaime II, en 1297 la baronía de Montornés y la villa de Castellón por 290.000 sueldos. En 1333, aparece como señor de la Baronía de Montornés, Don Juan Ximén hijo de Don Pedro Ximén de Arenós, que posiblemente le sucedería en representación del rey Jaime II. Se desconoce exactamente cuando, pero en documentos posteriores aparece mezclada la Baronía de Montornés con “el lugar de Benicasim”. Así tenemos como Montornés, que ha pasado nuevamente a poder real, es donado por Alfonso V, en 1416, al Obispo de Vich, Alfonso de Thous. Muerto Alfonso de Thous en 1420, fue adquirida la baronía por don Gilberto de Centelles, que era entonces señor de Nules. De los Centelles pasó al patrimonio real hasta el 24 de febrero de 1467 en que Juan II lo traspasó a su Vicecanciller Juan Pagés y durante más de cuarenta y ocho años ejercieron los Pagés su jurisdicción sobre Montornés y tierras de su demarcación. Nicolás de Casalduch adquirió el señorío por compra a los Pagés. Por herencia pasó a doña Violante de Casalduch quien el 9 de septiembre de 1603 otorgó Carta Puebla a fin de repoblar esta zona, muy castigada por los continuos ataques y saqueos de corsarios y berberiscos. Tal medida no obtuvo los resultados apetecidos, y tan sólo unos pocos pobladores se asentaron en la baronía. En este sentido, existen claros vestigios de cuatro núcleos pequeños de población, dos de ellos buscando el refugio de las montañas, uno en las tierras fértiles, muy cerca del actual casco urbano, y finalmente un pequeño núcleo marinero, frente a la Torre de San Vicente.