Castillo de la Peña Roja

 

 

La Peña Roja vista desde el Este. Por encima del cementerio se aprecian los muros del castillo.

Sobre una alargada cresta rocosa, a un kilómetro del pueblo. Para llegar hasta él hay que partir de un sendero situado a unos 200 metros a la izquierda, antes de llegar a la población. Existe cartel indicador.

Muy mal estado. Apenas se ven algunos muros y en la parte más alta, un aljibe.

 

 

 

Recinto del castillo visto desde el extremo Sur.

 

 

La celoquia, zona más elevada del castillo, vista desde el Sur. Se aprecian los restos de la torre que se alzaba en su cima.

 

 

 

Imagen de la celoquia, desde el Norte.

 

 

 

Lienzo meridional de la torre de la celoquia.

Castillo roquero, acoplado perfectamente al terreno de la elevada cresta rojiza, de ahí su nombre, donde se apoya. Con planta estrecha y muy alargada, orientada al Noreste-Suroeste. Se alza sobre una afilada montaña protegida por dos acantilados verticales, tanto al Oeste como al Este, recayentes a dos profundos barrancos. Tiene 400 m. de largo, siendo muy poca su anchura. En el estrecho pasillo final, de un par de metros solamente. Su superficie es de 1’50 Ha aproximadamente. Consta de tres partes: el albácar, a nivel inferior y al Norte, más accesible, refugio para el ganado; el castillo propiamente dicho, alargado e inexpugnable, donde se encontraban las casas de la población; y la celoquia o último reducto, residencia del alcaide, sobre una peña, todavía con restos de una torre y de su aljibe. A principios del siglo XIV (1308-1310) se levantó otro fortín en el extremo meridional, todo él al borde de impresionantes precipicios. Contó con aljibe a su vez. Esta zona, la más elevada, donde podría situarse la torre del Homenaje, está flanqueada por un lado, por un foso excavado en la roca, y por el otro por un estrecho camino también excavado en piedra viva y por el pequeño paso antes citado, en la cumbre de la peña. Todo lo que queda tiene fábrica de mampostería y tapial andalusí.

Diversas imágenes del muro Noreste.

Muros occidentales, perfectamente acoplados a las rocas

 

 

 

Lienzo meridional.

 

 

 

Aljibe.

Esta peña ya fue ocupada desde antiguo pues han aparecido restos de la Edad del Bronce e ibéricos. Los musulmanes, en el siglo IX, reformaron los restos primitivos para construir una fortaleza. En el año 929, las tropas de Abderramán asaltaron el castillo y lo incorporaron al califato omeya. En tiempos del reino taifa de Valencia (siglo XI), es cuando se levantaron los muros y defensas que hoy se conservan. Tras la conquista de Jaime I alrededor de 1243, fue donado en 1249, según el “Llibre del Repartiment” a Andrés de Oriola. Cuando la sublevación de los moriscos se mandó reparar el castillo y luego, antes de terminar el siglo, fue abandonado, trasladándose la población a su actual emplazamiento a finales del siglo XIII. Desde la torre se divisaba perfectamente la Vallfarta de Cárcer, con sus 14 alquerías (Sumacárcer, Xarquia, Garbia, Sueca, Antella, Ráfol de Antella, Cotes, Cárcer, Alcántara, Benafocén, Gavarda, Ráfol de Beneixida y las dos Beneixides). Sus campesinos, en el siglo XIII sostenían con un impuesto el coste de la guarnición defensora. La mitad de estas entidades rurales se despoblaron entre los siglos XIV-XVII. El resto han sobrevivido como poblaciones.

Espesor del muro.

Agujero tallado en la roca situado en la zona media del castillo. Se cree que en su interior se ajustaba un poste para una horca de gran tamaño visible desde gran parte del valle. Su objeto era avisar de la jurisdicción de los señores territoriales y como aviso de lo que podía pasar si se incumplían sus mandatos.

 

 

 

Sector Sur, donde se encuentran los restos del siglo XIV. Por el centro se aprecia la muralla árabe.

Foso excavado en la roca.

 

 

 

Pasillo con escalones tallado en la roca viva.

Meseta Sur, con los restos más modernos del castillo. Se llega a ella después de pasar dos estrechos pasillos en la roca.

En la meseta Sur hubo una torre del Homenaje, un aljibe y diversas construcciones, pero hoy es un conglomerado de ruinas en las que es muy difícil distinguir cada cosa.