El recinto del castillo visto desde el Noreste. Como se aprecia en su interior no queda nada y los muros han sido levantados de nuevo.
Se encuentra en la cima de un cerro de 68 m. de altura, muy cercano al mar, rodeado por el casco urbano de la población, principalmente en la ladera de levante. Queda libre de edificación a poniente, por el lado donde la ladera es más escarpada. Se puede acceder con vehículo hasta su puerta. Existen rótulos indicadores.
Ha sido reconstruído de nuevo tras estar en la más absoluta ruina. El terremoto de 1829 lo destruyó por completo y luego sus restos fueron reaprovechados para construir la nueva población en el llano.
Puerta actual. La original, situada en este mismo lugar, fue arrasada para construir el depósito de aguas.
Grabado antiguo en el que se representa la antigua población de Guardamar, ubicada sobre el cerro.
Viejo cañón olvidado en el recinto del castillo.
Castillo montano con planta irregular alargada orientada al Norte-Sur. En su origen tuvo dos partes bien diferenciadas, el castillo propiamente dicho y la muralla de la población, pero ahora con las últimas reconstrucciones se ha homogeneizado todo el conjunto y, aunque todavía se distinguen las dos partes, se considera a todo el conjunto como una sola fortaleza. El castillo propiamente dicho se sitúa en el extremo Sur, presenta planta poligonal ligeramente trapezoidal, con cubos en saliente realizados en tapial sobre basamento de mampostería. Ocupa una superficie de 1.480 m2 Aquí se encuentran los restos más antiguos (siglo XIII). Está separado del resto por un grueso muro recto en el que se abría la puerta defendida por un gran torreón. La puerta desapareció hace tiempo pero del torreón queda su base de mampostería.
Recinto principal, superior y meridional, visto desde el Norte., desde el interior del recinto.
Extremo meridional del castillo.
Base del torreón que defendía la puerta del castillo.
El recinto Norte, situado a un nivel ligeramente inferior al otro albergó en el pasado a la ciudad. Tiene una longitud de 230 m. por una anchura máxima de 60, ocupando una superficie de 1’24 Ha. La villa de Guardamar se estructuraba dentro del recinto alargado, con las casas distribuídas en manzanas organizadas en torno a una calle central que comunicaba el castillo con la puerta principal de la villa. Enfrente de la puerta de acceso se desarrolló un arrabal a partir del siglo XV, que en el siglo XVIII ya ocupaba mayor extensión que la ciudad. Sobre los restos de un paramento de tapial se construyó el amurallamiento bajomedieval, caracterizado por grandes torres de planta rectangular en saliente, realizadas en sillería encadenada y relleno de mampostería, ubicándose mayor número de cubos a levante, la parte más expuesta a los ataques piratas, que a poniente. Sufrió una reforma en época renacentista con la aparición de la artillería. Consistió en el retranqueo de la muralla una vez desmochados los torreones medievales, la construcción del baluarte de la Pólvora y la construcción de una tenaza en la parte Noroeste, actualmente desaparecida. Así, se cortaron los cubos y se levantó un largo y grueso muro que perimetra todo el conjunto.
Baluarte de la Pólvora, antes y después de su reconstrucción de 1985.
Baluarte de la Pólvora visto desde diferentes perspectivas.
Puerta del Baluarte de la Pólvora.
Parte del muro Este.
Buena parte del aspecto actual de las murallas son el resultado de las últimas restauraciones efectuadas. Los trabajos de restauración se han centrado en la recuperación de los lienzos de las murallas. Fueron recuperadas las cortinas de las murallas realizadas con fábrica de mampostería y sillería. Se ha trazado el camino que discurre por su pie. El interior es hoy una plataforma uniforme y vacía, con ligero descenso de la pendiente hacia el lado septentrional. Quedan restos de los muros de las viviendas en algunos puntos, casi todos en el nivel de cimentación. La primera campaña de excavaciones arqueológicas efectuadas en el castillo de Guardamar, fue durante el año 1985, y se realizaron los trabajos de restauración y consolidación del Baluarte de la Pólvora. Posteriormente, ante la necesidad de acondicionar un camino de acceso desde el baluarte al resto de las murallas de levante, la excavación amplió su extensión. Posteriormente en el año 1988 se inició otra campaña arqueológica por la escuela taller del Castillo bajo la dirección de los arqueólogos Antonio García Menárguez y Manuel de Gea Calatayud. En 1990 se inició otra campaña dirigida por los mismos arqueólogos, con objeto de restaurar un nuevo torreón desmochado aparecido durante la campaña anterior. En 1998 se autorizó una campaña arqueológica dirigida especialmente a las murallas de poniente, finalizadas en el mes de julio. En 1999 se llevó a cabo la última excavación arqueológica también dedicada a las murallas de poniente.
El castillo visto desde el Sureste.
Vista oriental. Se observa el sector reconstruído y lo que falta por hacer.
El castillo ocupa un lugar estratégico, sobre un cerro y dominando la desembocadura del río Segura, por lo que dicho cerro fue ocupado por los fenicios, luego por los íberos, los romanos y los árabes. El origen de la villa medieval fue sobre el 1271, momento en que el rey Alfonso X el Sabio fundó Guardamar como villa real de nueva planta, con repobladores catalanes llevados con anterioridad por Jaime I para sofocar revueltas musulmanas. La etapa de dominio castellano fue corta, ya que en 1296, Jaime II anexionó la villa a la corona de Aragón. Durante el siglo XIV, Guardamar se convirtió en el puerto y en la plaza fuerte más importante de la Demarcación de Orihuela. En 1331 fue saqueado e incendiado por Reduan, pirata berberisco. El terremoto del año 1829 fue devastador para los elementos construidos. Como consecuencia los restos edificados fueron abandonados, siendo el pueblo reconstruido en cotas más bajas. El castillo fue abandonado y empleado como cantera para la nueva población.
Muralla de levante.
Muralla de poniente.
Restos del único cubo existente en la muralla de poniente.
El castillo antes de su restauración y tras el terremoto.