Castillo de Cullera

Frente este.

 

 

Se ubica en la parte Sur de la Montaña de les Raboses, dominando la ciudad, la desembocadura del río Júcar y gran parte del Golfo de Valencia. Existe acceso y aparcamiento para vehículos. Además, está el acceso histórico por el calvario, en la parte opuesta, de exclusivo carácter peatonal.

Excelente estado. Ha sido restaurado con acierto y es visitable por el público en general.

 

 

Frente Oeste, en el que destaca a la izquierda la torre del Homenaje, y a la derecha, la entrada, a través de un puente metálico.

Otra imagen del frente Oeste. Las aspilleras se abrieron durante la Primera Guerra Carlista.

Entrada actual al castillo, tras pasar el puente metálico. Está defendida por un rebellín cuadrangular.

Castillo roquero de planta irregular y morfología complicada. Es un conjunto de elementos dispares en su forma y cronología, como corresponde a su prolongado uso, a sus distintos propietarios y a las sucesivas reformas, restauraciones y ampliaciones a las que ha sido sometido a lo largo de los siglos. Cuenta con dos recintos: el castillo propiamente dicho y un gran recinto o albácar, situado en la vertiente Sur de la montaña y del que quedan pocos restos. El castillo, orientado ligeramente hacia el Noroeste-Sureste, tiene una longitud de 47 m. y una anchura de 21, cubriendo un área de 850 m2 aproximadamente. Mientras que el albácar ocupa una gran superficie de 3’17 Ha. El castillo, tal como se ve ahora, es producto de las reformas realizadas durante la Primera Guerra Carlista especialmente. Cuenta con cinco grandes torres, muy próximas entre sí, lo que le da un aspecto especialmente macizo y sólido (Torre del Homenaje, Baluarte, Blanca, Cap D’Altar y Raspatller). La defensa se articulaba alrededor del patio de armas, recientemente restaurado, también llamado Patio de las Cisternas, por las dos que existen en el subsuelo, cubiertas con grandes bóvedas ojivales. De las diversas estancias residenciales destaca la Capilla, del siglo XVI, con planta en forma “L” y bóvedas de crucería, y que hoy alberga el Museo de la Ciudad. Adosado al lado Sur del castillo se construyó, a principios del siglo XX, el santuario de la Virgen del Castillo, muy visitado por turistas y devotos.

Torre del Raspatller: uno de los elementos más antiguos del castillo (s.X-XI). Defendía el acceso al albácar por la llamada Puerta Principal, hoy desaparecida. Ha quedado encerrada por el santuario y no es visible desde el exterior de la fortaleza.

Torre del Cap D’Altar: islámica también, es llamada así por que albergó el retablo de la Virgen del Castillo.

 

 

Torre de Cap D’Altar y la Torre Blanca, muy juntas.

Torre Blanca. También conocida como Torre de Sueca, Torre Roja o Torre Cuadrada.

 

 

Sector meridional del patio, en el que aparecen la capilla, la sacristía y la Torre Blanca, con almenas.

 

 

Torre del Homenaje, Mayor o Celoquia, de planta trapezoidal y diseñada para albergar piezas de artillería. Es obra del XVI.

 

 

Flanco Norte. Por la izquierda asoma la Torre Baluarte. Y por la derecha, el campanario del santuario.

 

 

Flanco Sur, desde el interior del castillo. Por la derecha discurre el adarve para acceder al interior de la torre.

 

 

Flanco Este. Aquí se encuentra su puerta, muy estrecha.

 

 

Terraza superior, repleta de aspilleras.

 

 

 

Interior de la torre.

 

 

 

 

 

Torre Baluarte adosada a la Torre del Homenaje. Debajo, la Torre Baluarte, desde el Este.

 

Pozo, situado en medio del patio. Da acceso a una de las cisternas.

El castillo se fortificó intensamente durante la Primera Guerra Carlista, recreciendo las murallas medievales con aspilleras y garitas que facilitaban el disparo de fusilería.

Construcción iniciada en el siglo X, en plena época califal, sobre ruinas de épocas anteriores (ibéricas). En 1157 el castillo fue donado a la Orden de San Juan de Jerusalén. Sufrió muchos desperfectos al ser tomado por el caudillo musulmán Al-Azraq, lo que propició que Jaime I mandara construir uno nuevo más elevado, que posteriormente sería reparado por Pedro II en 1339 y luego, por Pedro IV. En 1317 pasó a la Orden de Montesa. Fue dañado en el ataque del pirata Dragut. Durante la Guerra de la Independencia fue fortificado y artillado por los franceses.

Capilla gótica. En su interior se encuentra la exposición del museo.

Capilla gótica, desde el interior del patio de armas.

Sala superior de la Capilla.

Interior de uno de los aljibes o cisternas.

El albácar constituía un perímetro defensivo que se extendía por la ladera de la montaña y encerraba la antigua ciudad musulmana. Parece que fue levantado por los almorávides. Este amurallamiento se construyó a base de tapial de hormigón de cal con piedras, con un espesor medio de más de dos metros. Incluía diversas torres, todas de planta cuadrada, excepto una que es octogonal, de las que han quedado cinco (Torre de la Reina Mora, Torre Miranda, Torre de San Antonio, Torre Desmochada y Torre Octogonal). En el interior de este recinto subsisten los restos de “les revoltes velles”, el primitivo camino islámico que conducía al castillo, en oposición al actual calvario. No los encontramos.

Imágenes de la ladera donde se situaba el albácar. Se pueden observar algunas de las torres conservadas.

Torre de la Reina Mora o de Santa Ana: situada en el barrio del Pozo, al comienzo del camino del calvario. Su nombre se debe a que en 1631 se habilitó en ella una ermita dedicada a San Rafael Arcángel, posteriormente de Santa Ana. En su origen, defendía una puerta del albácar, con forma de codo, actualmente desaparecida. Se trata de una torre de planta cuadrada, fábrica de tapial de tierra, remate almenado y dos pisos de altura, ligeramente troncocónica. El piso superior fue reformado para la vivienda del ermitaño, accesible mediante una escalera de caracol. Aunque fue una torre de construcción musulmana, la que existe actualmente fue reconstruída en el siglo XVI, después del saqueo de los berberiscos de 1550. Está restaurada y en su interior alberga una exposición sobre las funciones de la torre, visitable.

 

 

Fotografía antigua de la torre, anterior a su restauración.

Acceso elevado actual, con pasarela metálica.

Torre  de la Reina Mora, desde el Sureste, desde el sendero.

La torre conlleva su propia leyenda según la cual una mora, casada con un rico comerciante al que despreciaba, se enamoró del hijo del cadí. Con el tiempo, los amantes planearon asesinar al esposo. Pero un loro que el comerciante había traído de tierras lejanas reveló a su dueño los planes de los amantes quienes, finalmente, murieron ajusticiados por causa de su propio engaño.

Restos dispersos de la muralla del albácar en el sector Suroeste del recinto.

Torre Miranda: de todo el conjunto esta torre es el punto situado a menor altura, ubicado en el extremo meridional del albácar. Es de planta cuadrangular, con unas dimensiones de 6’24 x 5’3 m. con fábrica de tapial de piedra. Se conserva parcialmente el basamento o alambor de mampostería y parte del cuerpo principal, desconociéndose cúal era su altura original y su remate. Está abierta al interior, por lo que debió contar con una plataforma de madera para acceder a su parte superior. Se supone que debió tener almenas, de modo similar a las otras. La construcción más antigua, oculta por la fábrica actual, la situaría en torno al siglo XI, correspondiente al primer momento de edificación del albácar. Mientras que el resto pertenece a la etapa almohade, ya en el siglo XII.

 

 

 

 

 

 

La Torre Miranda, antes y después de su restauración.

Torre del Racó de San Antonio: tiene planta rectangular y fábrica de tapial de piedra, también llamado de mampostería encajonada. Cuenta con una altura actual de 15’50 m. Es la única que no está abierta al interior, pero sí se levanta, como las otras, sobre un basamento de mampostería y argamasa con superficie alamborada. Se construyó sobre la muralla preexistente, encabalgándose sobre la misma, permitiendo su acceso desde el adarve de la propia muralla. El espacio interior presenta dos estancias cubiertas con bóvedas apuntadas, apoyadas en una espina central y conectadas por un vano central. La terraza era accesible desde el interior y estaba protegida por el remate almenado provisto de aspilleras, salvo en su parte posterior. En el frente un rebaje en el peto daba acceso a un cadalso de madera del que se han conservado las improntas en el muro. Parece que la torre se levantó en el siglo XII.

Antes y después de su restauración.

 

 

La Torre del Racó de San Antonio en primer término y la Torre Octogonal, a lo lejos.

Lienzo de la cerca situado entre la Torre del Racó y la Torre Desmochada.

 

 

El lienzo anterior, la Torre Desmochada y la Torre octogonal.

 

 

 

 

 

Tres imágenes de la Torre Desmochada, la única que ha quedado sin restaurar.

Torre Octogonal: torre curiosísima y de gran importancia, pues tan solo hay dos torres de planta octogonal en la Comunidad Valenciana, ésta y la de Orihuela. También es llamada Torre de los Escipiones, por encontrarse monedas de estos generales en ella. Según los resultados arqueológicos se construyó sobre una torre anterior de planta circular, del siglo XI, ejecutada con mampostería. En este punto la muralla realiza un quiebro de 90º en busca del castillo. La torre actual es obra de los almohades (siglo XII) y se construcción consistió en colocar un forro poligonal de tapial de piedra en la parte inferior, y de tapial calicostrado y tierra apisonada en las partes más altas. Ofreciendo esta técnica esa imagen tan característica de hiladas de tapias y huellas de agujas. Se trata de una torre sin aberturas ni vanos, hueca y abierta al interior y sin pisos. Su acceso a la parte superior tan solo podía hacerse desde el paso de ronda de la muralla. Posiblemente estuviera coronada de almenas, como sus coetáneas.

Torre Octogonal en la actualidad, y en 2005, antes de restaurar.

 

 

Restos derrumbados de la muralla a espaldas de la torre.

En el año 2011 el ayuntamiento rehabilitó las torres y creó un itinerario que discurre por el perímetro de la muralla del albácar. El recorrido tiene una duración aproximada de una hora a través de un sendero entre las rocas con carteles indicativos en los puntos más interesantes del conjunto. La rehabilitación de las torres costó 400.000 euros, procedentes de los fondo europeos FEDER, y el itinerario, 18.000, estos a cargo del ayuntamiento.