Sobre una colina de 341 m. de altura, que domina el pueblo desde el Norte. Durante nuestra visita del año 2008, no contaba con senderos de acceso, pero debido a la escasa vegetación se podía llegar a él desde cualquier punto sin dificultades. Para las obras de consodilación que se están llevando a cabo a partir del año 2020 se ha abierto una pista apta para vehículos que comienza al Noreste del caserío.
Muy mal estado. Apenas es un triste recuerdo de lo que fue. Las labores de restauración se comenzaron ante el peligroso estado de sus muros, con inclinaciones y grietas de grandes dimensiones. Aún hoy, pese a las obras, aparecen sectores apuntalados mientras otras grietas han aparecido en sus laderas producto, casi con seguridad, del paso de maquinaria pesada. Por lo menos, ha sido desbrozado todo el recinto, apreciándose con claridad todos sus elementos, pues en nuestra primera visita en 2008, su recinto estaba invadido por una espesa vegetación.
Torre Sureste en 2021 y 2008. Conserva una excelente ventana con arco mudéjar. Se aprecia la gran variedad de aparejo en su fábrica. Y en su restauración se le ha añadido un trozo de tapial que difiere por completo del resto de la torre. No entendemos este tipo de restauraciones, ni que la ventana se haya cegado.
Torre Noreste, en 2021.
Torre Noreste, en 2008.
Castillo montano de planta más o menos rectangular rodeada por un antemuro o barrera, conservado en gran parte. Tiene una longitud total de 95 m. y una anchura máxima de 50 m. ocupando una superficie de unos 4.000 m2. Sus muros están reforzados por cubos cuadrangulares abiertos al interior. Quedan en mejor o peor estado, ocho de ellos, pero por su estructura bastante regular deben de faltar dos. La diversidad de aparejo es enorme ya que ha sufrido reformas constantes en todas las épocas, hasta su destrucción en el siglo XIX. En la zona Norte se mantiene en pie un lienzo con almenas y restos del adarve y en otros puntos aparecen saeteras y vanos de diferente tipo y función, destacando la estupenda ventana con arco mudéjar de la torre Sureste. En el año 2001, unas excavaciones realizadas en todo el sector Este, sacó a la luz diversas dependencias de carácter señorial con restos de los arcos torales que sustentaban los techados, y un gran aljibe con dos naves situado debajo de un gran patio empedrado. Recientemente, en otra campaña de excavación se ha limpiado y restaurado el extremo Suroeste, descubriendo la torre de este ángulo y algunas dependencias cercanas.
En el centro del recinto, en su parte más alta, existen los cimientos de una gran torre de origen romano, llamada desde hace siglos Torre de los Escipiones, que fue usada como torre del Homenaje en el medievo. Solo se conserva su base, que parece de planta hexagonal y fábrica de durísimo hormigón romano, con un aljibe en su interior cubierto con una bóveda de media naranja en excelente estado de conservación. Hay que decir que, tanto este aljibe, como el anteriormente comentado, conservan su impermeabilidad pues todavía están llenos de agua. Esta torre fue uno de los elementos que fueron dinamitados durante la Primera Guerra Carlista. Todavía aparecen sus trozos caídos en sus aledaños.
Lienzo septentrional visto desde fuera y desde dentro del castillo.
Esquina Noroeste.
Otro sector del lienzo septentrional, también visto desde fuera y desde dentro del castillo.
Esquina Noreste.
Flanco Este desde el interior de la fortaleza, en 2008. Las tres ruinas más altas corresponden a los tres cubos que defienden este sector.
Aquí en 2021.
Ángulo Sureste, en 2008.
Ángulo Sureste, en 2021.
Ángulo Noreste, en 2008.
Ángulo Noreste, en 2021.
Este lugar fue ocupado por los íberos desde el siglo V al II a.C. Y luego por los romanos (Arctalia). Sobre sus ruinas levantaron un primigenio castillo los musulmanes. Tras la conquista cristiana, fue ocupado y reformado por los cristianos, a diferencia de muchas fortalezas que son abandonadas. Fue conquistado por Jaime I en 1241, el cual lo donó a Guillermo Romeo. Pero dos años después pasó a manos de Guillem de Moncada quién, en 1258 donó el lugar de Artana a su hijo Guillem Ramón. En 1276 se produjo el alzamiento de los moriscos de la sierra de Espadán y al año siguiente, el rey Pedro III ratificó los derechos concedidos por Jaime I a los moros. Entre 1354 y 1383, Artana pertenecía a Rodrigo Díez, canciller de Pedro IV, que se pasó al bando castellano de Pedro el Cruel. Perteneció en el siglo XV a la familia Tous, señores de Borriol, y, después, en el XVI, a los duques de Villahermosa. En 1561, el ingeniero militar Juan Bautista Antonelli, al servicio de Carlos I, informó del buen estado del castillo de Artana. A partir del siglo XVII el castillo es abandonado y en el siglo XVIII, ya se comenta que se encuentra en ruinas. Su estado actual se debe a que fue dinamitado durante la Primera Guerra Carlista por orden del general Borso di Carminati, para evitar su utilización por parte de los carlistas. Más tarde, durante la Guerra Civil, fue usado como hospital de campaña y posición avanzada, abriendo trincheras y arrasando con cuanto hubiera por medio. Desde el año 2001 está siendo sometido a excavaciones arqueológicas.
Restos de la Torre de los Escipiones, en 2008.
La torre de los Escipiones, en 2021, una vez retirada la vegetación. Se pueden ver ahora los fragmentos caídos productos de la explosión.