Castillo de Alcañiz

Sobre el cerro de Puy Pinós, en medio del crecido caserío de Alcañiz, capital natural e histórica de la tierra baja de Aragón. Su estampa, unida a las torres de la colegiata, emplazada sobre otra altura menor, es una de las más atractivas que ofrecen las ciudades de España. Su acceso es sencillo, incluso con vehículo. Basta con seguir las indicaciones del Parador de Turismo.

Inmejorable, aunque algo transformado por su habilitación como establecimiento hotelero en 1968, pues funciona como Parador de Turismo. Tras las excavaciones de 1994-95 se levantó el ala Oeste para ampliar el número de habitaciones del hotel. Actualmente, todo el conjunto es ocupado por el Parador, excepto las zonas más viejas (Torre del Homenaje, capilla y claustro).

Castillo palaciego de considerables dimensiones, en la que hay elementos de todos los estilos resultando una estructura bastante complicada, aunque muy atractiva. En origen fue un verdadero castillo-abadía, con capilla y claustro, de marcada influencia cisterciense y con un tipo de planta que solo aparece alrededor de 1200. Por ello, todo hace pensar que la fortaleza debió comenzar a levantarse a partir de 1179, cuando la Orden de Calatrava tomó posesión de la villa. Es una de las primeras construcciones españolas que rompen la tradicional tipología románica (donjón rodeado de una cerca) introduciendo un nuevo tipo de planta similar a los “castrum “ romanos, es decir, un recinto más o menos regular con diversas torres de flanqueo en sus muros. El castillo original compatibilizó hábilmente la función militar con la religiosa. Su planta se dispone de forma regular semejando un trapecio (50 x 35 metros), en cuyos cuatro ángulos se sitúan grandes torres cuadrangulares. La Noroeste fue descubierta durante las excavaciones de 1995, así como los restos de dos grandes salas en los lados Norte y Oeste. En este último lienzo se verificó la existencia de una torre intermedia, lo que hace pensar que debió existir otra torre similar en el lado Este, lugar que ha sufrido numerosas restauraciones. Dicho alcázar torreado se modificó profundamente en el siglo XVIII hasta el extremo de presentarnos dos partes perfectamente diferenciadas e incluso separadas. La Sur, con el ostentoso palacio de los comendadores, barroco y enteramente civil, en tanto que los edificios medievales quedan todos en la parte Norte. Todo este conjunto aparece rodeado por una barrera que reviste las laderas del cerro a modo de dique de contención de tierras y cuya planta de cuadrilátero irregular alcanza los 120 por 70 metros.

 

 

 

Planta del castillo desde el primer nivel.

Los restos más antiguos se sitúan en el ala Norte, donde se disponen la capilla y la torre del Homenaje. En el ángulo Noreste hay una torre muy acusada en planta, llamada de Lanuza por tener el escudo de este comendador, pero es mucho más antigua, seguramente de la primera época, constituyendo una más de las cinco, probablemente seis, de las torres de flanqueo. Es de planta rectangular y se cubre con un chapitel de piedra colocado en el siglo XVI que le da un aspecto poco militar.

Esquina Noreste.

Torre de Lanuza, en la esquina Noreste de la fortaleza.

 

Frente o ala Norte. En primer término, la torre de Lanuza, después, la del Homenaje, y al final, el edificio nuevo de habitaciones del Parador. Entre las dos primeras torres se sitúa la capilla. En el ángulo inferior derecho, un tanto oscurecido, aparece el muro del recinto exterior.

La torre del Homenaje está adosada al Oeste de la capilla, es de planta cuadrada de 9 m. de lado y cuenta con cuatro plantas. La inferior sirve de atrio a la capilla, se cubre con bóveda de crucería bastante primitiva, conserva unas magníficas pinturas murales góticas y se penetra por una puerta semicircular pero con arquivolta de baquetones goticistas. Esta planta parece posterior a la capilla pero anterior al resto de la torre que es de estilo claramente gótico. La torre fue levantada por el comendador Juan Fernández de Heredia (1347). Las dos salas superpuestas se cubren con techo plano de viguería de madera sustentado por dos robustos arcos fajones, ligeramente apuntados, cuyo empuje se contrarresta por sendos contrafuertes salientes. La primera planta ofrece majestuoso aspecto por las pinturas murales que representan la conquista de Valencia por Jaime I, obra notabilísima del siglo XIV. La sala se ilumina por un gran ventanal de arco apuntado con tracerías apoyadas en dos parteluces y está enmarcado por una gran arcada ciega, también apuntada, decorada con menudos arquitos semicirculares. La sala superior está desnuda y muestra en dos lados una ventana geminada de arcos apuntados con parteluz. Y sobre la cuarta planta se ha restaurado la terraza. Delante de la Torre del Homenaje hay un pórtico avanzado que se reduce a una gran arcada apuntada y sirve para albergar las entradas al claustro y al pórtico de la capilla. A la izquierda de esta arcada hay otra similar, pero de mayor altura, que sirve para cubrir la escalera de subida a la sala principal de la torre. Otra obra medieval es la cisterna, sita en la zona oriental, cerca del claustro, de planta rectangular.

Aspecto de los edificios más antiguos del castillo. Sobre ellos destaca la torre del Homenaje. A la izquierda, arcada que cubre la escalera de acceso. Delante de la torre, el pórtico que protege la entrada a la iglesia, que es el edificio de las dos ventanas románicas. Por detrás la torre de Lanuza queda oculta por el ciprés. Delante de la iglesia, se observa el pequeño claustro, por el que asoma el comentado ciprés.

 

Torre del Homenaje, vista por detrás. 

Capiteles románicos del arco de entrada al claustro utilizados por soldados y caballeros en el pasado para afilar las espadas.

La capilla está dedicada a la Virgen de la Magdalena y es la pieza principal de la etapa románica, pues fue la primera parroquia de Alcañiz. Es una sala rectangular de 16 x 7 m. adosada a los muros Este y Norte, de aspecto cisterciense por su desnudez. Se cubre con bóveda ligeramente apuntada, reforzada por arcos fajones apoyados en semicolumnas en un lado y sobre ménsulas en el otro. La puerta principal mira al Oeste y es una de las escasas portadas románicas del Bajo Aragón, con arquivolta semicircular, columnas con capiteles lisos e impostas ajedrezadas.

Al Sur de la capilla está adosado el claustro, desde donde se aprecian dos bellas ventanas románicas y una sencilla puerta con dovelas en medio punto. Es muy pequeño, con solo dos arcadas por ala, formadas por macizos arcos apuntados que arrancan casi desde el suelo. Tiene añadidas unas capillas muy reducidas con profusión de laudas sepulcrales de caballeros de la Orden.  Se cree que la fecha de construcción de capilla y claustro puede ser alrededor del año 1200.

El importante conjunto de pinturas que aparecen situadas en la Torre del Homenaje y el claustro están hechas al fresco sobre los sillares, previa aplicación de mortero y estuco fino. Son de estilo franco-gótico, de los siglos XIII y XIV, y se caracterizan por lo simple y esquemático del dibujo. Desarrollan complejas composiciones de tipo religioso, histórico caballeresco, funerario e incluso, fantástico.

Ala Este. Al fondo, la capilla y la torre de Lanuza. Y en medio la reconstruída torre de Heredia.

El ala Oeste del convento estuvo en ruinas hasta su reconstrucción en 1995 para ampliar la capacidad hotelera. Para ello se levantó un nuevo edificio sobre las ruinas perfectamente conjuntado con la arquitectura del palacio. Es probable que hubiera una torre en el ángulo. Por el arranque de un arco fajón se pudo averiguar que este muro era la pared lateral de una sala que terminaría en la supuesta torre angular. Debió ser la sala de los caballeros o refectorio y, por sus características, haberse construído en la primera época del convento.

 

 

 

 

 

Al lado, podemos ver el ala Oeste, reconstruída en 1995. Debajo, se ve el edificio del castillo antes de la construcción del ala Oeste. 

 

 

Ala Oeste.

Ángulo Sureste del castillo.

Toda la parte Sur del alcázar es un palacio barroco, construído por Felipe V para su hijo, el infante comendador del mismo nombre, a partir de 1728. Aquí se encontraban las dependencias propiamente militares. Constaba de dos torres, una a cada lado, dos salas entre ellas, y la entrada en medio de las salas. El palacio barroco fue levantado encima de ellas. No obstante, todavía se pueden contemplar dichas salas, con bóveda de cañón apuntada de completa desnudez. Actualmente se encuentran en ella el recibidor y la cafetería del Parador. El palacio tiene un aspecto espléndido y, a pesar de su tardía construcción, continúa la tradición aragonesa del Renacimiento, con gran alero y arcos semicirculares en su planta alta, que son de ladrillo a diferencia del resto del palacio. En la planta baja se encontraba el cuerpo de guardia y las caballerizas antes de la construcción del palacio. Es posible que las dos torres rectangulares que lo flanquean sean obra medieval, aunque ahora están muy modificadas, y también la planta baja, con bóveda de arista y un salón con bóveda de cañón.

La planta baja, es de grandes sillares y algo monótona. La planta intermedia presenta una hilera de ocho balcones enmarcados por sillares almohadillados. Las torres repiten el esquema del muro bajo, balconada y galería aragonesa, pero con dos plantas de sillares.

Toda la obra es de buenos sillares de arenisca, excepto los dos pisos superiores del ala Sur, que son de ladrillo. En sus sillares se han descubierto hasta 81 marcas de cantero diferentes.

La portada, en el mismo centro de la fachada, es de estilo barroco y está flanqueada por dos pilastras sobre las que se halla una inscripción que hace referencia a las obras de construcción del palacio de 1728, y que se remata por un gran arco de medio punto que cobija en su tímpano diversos elementos decorativos.

La fachada interior del palacio se adorna con pórticos de doble planta. El primero a base de arquería de medio punto sobre finas columnas y el segundo a base de ventanas geminadas. La escalera se aloja en un cuerpo independiente de gran amplitud, y su disposición revela que se pensaba prolongar el palacio en el ala Oeste

El recinto exterior apenas sobresale de la plataforma rocosa natural y nos muestra un pretil con aspilleras para la fusilería del siglo XIX, en especial en el amplio tambor del ángulo Suroeste. En su largo perímetro hay entrantes y salientes, uno de ellos con la típica forma triangular de los redientes. Es interesante la rampa de subida, adosada a los costados Este y Sur, perfectamente batida desde arriba y protegida lateralmente por otro pretil. El arco de entrada está dispuesto perpendicularmente al muro, como en las fortificaciones islámicas. Es muy robusto, semicircular con dovelas y va protegido por un cuerpo saliente de matacanes de los que tan solo quedan sus modillones, modificado con aspilleras del siglo XIX. Pasado el arco, nos encontramos en la explanada ante el palacio barroco.

 

 

Puerta de entrada  al recinto exterior.

 

 

Tambor del ángulo Sureste, con abundantes aspilleras.

Aspilleras del siglo XIX en el lienzo Norte

Base del torreón situado en la esquina Noroeste del recinto exterior.

Lienzo Norte del recinto exterior.

Esquina Noreste del recinto exterior.

Muro Este del recinto exterior, a modo de rediente. Fue reconstruído en muchas zonas al habilitar el Parador.

Bastión Sureste, de gran tamaño y excepcional domino visual, apoyado sobre rocas.

Hasta la segunda mitad del siglo XII hay una falta casi absoluta de datos sobre Alcañiz. Al parecer, fue conquistado en un principio por Alfonso I el Batallador en 1117, pero toda la zona del Bajo Aragón se perdió en el desastre que sufrió el rey aragonés en la batalla de Fraga en 1134, volviendo a manos musulmanas. De esta época se carece de noticias sobre la posible existencia de alguna fortificación. Alcañiz es reconquistado definitivamente en 1157 por Ramón Berenguer IV. Al conceder la carta-puebla y fuero, Ramón Berenguer IV hace mención explícita del castillo de Alcañiz, que reserva para sí. También concedió a Alcañiz amplísimo término que comprendía las comarcas de los ríos Algás, Matarraña, Guadalope, Martín y los confines con Cataluña y el Reino de Valencia. Se desconoce si este castillo fue levantado por el Batallador o por los musulmanes, pues las excavaciones no lo han averiguado. Se piensa que el castillo mencionado en la donación, si existía como tal, no ha llegado hasta nosotros o debió encontrarse en otro lugar. El castillo, a pesar de ser propiedad real, quedó bajo señorío o tenencia, lo que supuso que fuera custodiado por señores como Sancho Aznárez, Don Palacín, Beltrán de Santa Cruz y Artal de Alagón. En marzo de 1179, Alfonso II, cedió la villa y castillo de Alcañiz a la recién creada Orden de Calatrava, convirtiéndose este castillo en capital y cabecera de la encomienda aragonesa de Calatrava. Tampoco se sabe cómo debió ser el castillo en estos años, pues el estilo y características constructivas de las partes más antiguas del castillo actual son posteriores a estas fechas. Sea como fuere, la autoridad calatrava fue muy cuestionada y problemática, sufriendo con los años la emancipación de muchas villas que estaban bajo su dominio y la rebelión de los alcañizanos contra el poder de la Orden. Así el comendador Rodrigo Pérez de Pomar fue asediado en el castillo en 1267, o también Martín de Molina muerto en 1525. Pocas acciones bélicas sufrió el castillo. Tampoco la célebre Concordia, preludio del Compromiso de Caspe, se celebró en él como se cree, sino en la Colegiata, en 1412. En 1462 fue ocupado por Juan de Híjar en defensa de la causa del príncipe de Viana y apenas fue utilizado en las guerras de los siglos XVIII y XIX, con lo cual se salvó de la destrucción que sufrieron otros castillos turolenses durante las guerras carlistas. Cuando el Conde de Cifuentes levantó toda la comarca a favor del Archiduque Carlos, hizo de él su cuartel general, y lo mismo hizo Tilly cuando conquistó la zona el bando contrario. Pero no fue afectado por acciones militares. El último comendador fue Juan de Lanuza, muerto en 1535, aunque dos siglos después, Felipe V resucitó la encomienda a título honorífico para su hijo menor Felipe, en 1728. Lo mismo hizo Carlos III a favor de su hijo Gabriel. Fue desamortizado en 1856. En 1925 fue declarado Monumento Nacional. En 1968 fue habilitada el ala Sur con gran acierto como Parador de Turismo por el arquitecto José Luís Picardo y, a partir de 1995, todo el conjunto.