Castillo de Alcalá

Estuvo en la colina donde se asienta la población, a 766 m de altura, en el extremo meridional del conjunto, en dirección hacia Castilla. Más o menos, donde actualmente se alza la iglesia.

Desaparecido. No se sabe muy bien sí quedan restos del castillo, y cuales serían en su caso, pues la iglesia y la casa parroquial se construyeron sobre sus restos, en la parte alta del pueblo, lo que supuso su arrasamiento.

En un principio esta colina albergó un antiguo castillo, llamado castillo de Monfort, en cuyas cercanías creció un pequeño núcleo de población. Sus propietarios del siglo XII, Pedro de Balmazán y Pedro de Santa Cruz, vendieron el castillo y poblado al monasterio de Veruela. Cuando cayó en manos de los monjes cistercienses, estos reorganizaron y consolidaron la población y el castillo, cambiándole el nombre por Alcalá. En 1238, Veruela la dotó de carta de población y obtuvo permiso del obispo de Tarazona para construir una iglesia. El castillo, en poder de los monjes, tuvo un alcaide-monje. Durante la Guerra de los Dos Pedros, fue tomado por los castellanos, dejando encargada la tenencia del castillo a Alvar González. Por mediación del Papa, en 1357 se acordó que Aragón y Castilla se devolvieran las plazas conquistadas. Alvar González le entregó el castillo al cardenal, pero al no tener gente suficiente para guarnecer todas las fortalezas devueltas, el capitán castellano le prestó homenaje permaneciendo en el castillo. En 1359 el rey aragonés intentó recuperar el castillo pero el invierno fue tan duro que tuvo que abandonar la idea. Volvió a insistir Pedro IV al año siguiente y lo consiguió, pero lo encontró en tan mal estado que lo mando derribar. En 1361 quedó abandonado el lugar, no obstante, en 1375 el censo de Veruela recoge pagos de los vasallos del lugar, por lo que ya debió volverse a poblar. En 1380 se confirmó la carta-puebla en el castillo de Alcalá. En 1447 Alcalá sufrió nuevas incursiones castellanas. Volvieron los problemas en 1462 cuando otra vez los castellanos tomaron Alcalá y Vera (incluído Veruela). Las huestes de Tarazona y Borja sitiaron el castillo de Alcalá para recuperarlo, pero fueron derrotados por una salida sorpresa de los castellanos. Finalizadas las luchas fronterizas, con la llegada al poder de los Reyes católicos, el castillo perdió su función militar, se abandonó y se arruinó. Sobre sus restos se levantó la iglesia