La peña del castillo vista desde la carretera, al Noreste.
En una espectacular cresta rocosa, acoplado a las enormes rocas puntiagudas, rodeado por escalofriantes escarpes con verticales de 200 m. en el lado Sur. Es el típico castillo morisco situado en un auténtico nido de águilas, como tantos otros de nuestra región. Para llegar a él hay que dirigirse por la carretera del Club de Golf y Borriol (Camino del Algepsar). A mitad de subida se pasa a sus pies, y un poco más adelante existe un pequeño aparcamiento señalizado a la izquierda. Desde allí, un estrecho sendero nos llevará a la cima.
Muy mal estado. Solamente se pueden ver las líneas de los muros en la parte Norte. Todo lo demás ha desaparecido.
Vista septentrional del castillo. Es de admirar la adaptación de los muros a las anfractuosidades de las rocas.
Formidable castillo roquero. Su acceso se realiza desde el Sur, aunque no podemos asegurar que fuera el original, pues por el Norte hay mucho menos desnivel. Se asciende por la roca desnuda hasta llegar a un collado que separa las dos peñas. A partir de aquí hay unos escalones tallados en la roca y un pasillo estrechísimo, también tallado, los cuales facilitan el paso hacia la plataforma superior. Suponemos que en el pasado debieron existir obras o escaleras o algún otro sistema, porque en la actualidad resulta muy peligroso pasar, a pesar de que han colocado una vía ferrata donde agarrarse. A partir de este momento, cuando comienza la visita, la verticalidad empieza a asustar. Este acceso, único posible a nuestro parecer, está defendido por una torre circular y un lienzo en curva que corre paralelo al sendero, dominándolo desde arriba. Imposible acceder al castillo sin el consentimiento de los defensores. En la plataforma superior, salpicada de rocas de diferentes formas y tamaños, aparecen unos recintos, más o menos cuadrangulares, con los muros a ras del suelo, a nivel de cimientos. En la parte Sur, no quedan restos, pero en el Norte, los lienzos que apenas se ven desde arriba, descienden muchos metros para acentuar la verticalidad y alisar las rocas evitando así su escalada. De este modo, combinando las rocas con los muros, se ha formado una pared lisa inaccesible. Podemos decir con seguridad que la visita a esta pequeña fortaleza no dejará indiferente a nadie, y quedaremos con la incógnita y el asombro en la capacidad humana para levantar un castillo en semejante lugar con los rudimentarios medios de que se disponía en aquella época.
Cubo circular, desde abajo y desde arriba.
Acceso al castillo, con el cable para agarrarse y los escalones tallados en la roca.
Muros aprovechando las rocas hasta el mínimo resquicio para cerrar recintos.
Vista desde el Este.