Valencia la Vella

Anverso y reverso de la muralla situada en el flanco Sur, el más débil y, por consiguiente, mejor defendido. Este tramo supera los dos metros de altura, apreciándose parte de uno de los cubos que la reforzaban.

En la partida de su nombre, a 4 km. al Sureste de Ribarroja, en lugar estratégico, en la margen derecha del río, entre éste y el Barranco dels Pous o de la Cabraza, que lo rodea en buena parte. Para llegar hasta él hay que partir desde la urbanización de su mismo nombre en dirección hacia el río entre el laberinto de caminos existente, siguiendo hacia la colina más elevada de todas. Su dominio del entorno es asombroso, abarcando un espacio dilatadísimo.

Muy mal estado. Los expolios han sido constantes durante siglos, extrayendo sus piedras para otras construcciones. Incomprensiblemente no se realizó la primera excavación científica hasta 1978. En la actualidad todos los restos están totalmente destrozados y olvidados. Las labores arqueológicos han sido escasas y puntuales.

Aquí se aprecia el espesor de la muralla.

Gran poblado íbero-romano, ocupado después por los visigodos. Presenta una planta trapezoidal, con el lado más amplio situado al Oeste. Tiene unas medidas de 370 m. de largo por 180 m. de anchura. Ocupa una extensión de 4 Ha rodeado por altas murallas con sus torres cuadradas de trecho en trecho. El tramo mejor conservado de la muralla es el Sur, quedando incluso restos de una esquina. La muralla tiene un espesor de 1’80 m. y está formada por una doble pared exterior e interior rellenada con gravas y piedras con mortero de cal (emplecton). Las torres que quedan son macizas y miden 3 x 3 m. Es posible la existencia de un segundo recinto que rodearía la pequeña elevación que hay en su interior a modo de ciudadela o acrópolis. En su interior y alrededores hay restos de trincheras y fortificaciones de la Guerra Civil (1936-1939), las cuales debieron utilizar materiales del yacimiento para su construcción. En el interior del recinto son visibles diferentes edificios con sillería de gran calidad, quedando importantes vestigios de viviendas y otras construcciones. La mayor parte de los restos excavados pueden datarse en torno a los siglos IV-VIII, en época visigoda, pero muchos materiales han sido reutilizados de épocas anteriores, especialmente romanos. En su interior se encontraron monedas ibéricas, lápidas romanas, un ara votiva de mármol rosa de 1’50 m. de altura, actualmente en el Museo de Bellas Artes, múltiples fragmentos de “terra sigillata”, etc. Este yacimiento es conocido desde muy antiguo pues aparece documentado por primera vez en 1374 y, desde entonces, todos los grandes historiadores y eruditos del reino han hablado de él. Pero no fue excavado científicamente por primera vez hasta 1978 a raíz del expolio que sufrió con la construcción del puente del ferrocarril sobre el barranco de la Cabraza, levantado con sillares del yacimiento.