Está situada en el interior del casco urbano del caserío de su nombre, dentro del recinto ajardinado de la masía Can Rialb, conocida popularmente con “el castell”. No es visitable, pero se puede observar desde fuera de la parcela.
Actualmente está restaurada, pero su estado llegó a ser auténticamente lamentable. Desmochada, con pérdida de numerosos sillares, huecos abiertos en su base, grandes grietas verticales provocadas por unos árboles que crecieron durante muchos años en el interior de la torre y desperfectos diversos producidos al adosar diversas construcciones y cubiertas. Fue tal su estado que la Diputación se vió obligada a realizar una urgente restauración en la que se recolocaron los múltiples sillares esparcidos por la finca, se taparon huecos y cerraron grietas y se arrancaron los árboles.
Torre funeraria romana, reutilizada en época medieval como torre de vigilancia y defensa cuando a su alrededor se construyó un castillo en el siglo X, del que nada queda.
Torre de planta circular de la que solo se conserva el cuerpo inferior, de 11 m de altura y 9 de diámetro. El espesor de los muros en su parte alta es de un metro. Presenta un zócalo de dos metros de altura y una moldura a 7 m de altura, única muestra de ornamentación que posee. Tiene fábrica de mampostería trabada con mortero de cal, forrada su cara externa con sillares “opus quadratum”. Con posterioridad se construyó un segundo cuerpo del que todavía se conservan tres hiladas de bloques, pero fue en buena parte utilizado para la construcción de la iglesia parroquial en el siglo XVIII. No tiene vanos y parece que fue de construcción maciza, aunque se vació con posterioridad. En la parte baja de la torre y en fecha imprecisa, se practicaron dos grandes huecos en la misma para introducir una prensa de vino, una fuente y una pila relacionables con otras construcciones adosadas a la torre.
El lugar de Les Gunyoles se menciona por primera vez en 978. En 981 el propietario de la fortaleza era Galí, quien en su testamento dejó su torre y otros bienes a su esposa Ermengarda. Otro testamento que aporta información sobre Les Gunyoles es el de Ermengol Llobató, quién al encontrarse herido en el castillo de Les Gunyoles, en julio de 1076, nombró albacea y murió al poco tiempo. En el siglo XII perteneció a los templarios. En 1160, Bertrán de Olost y Pedro de Turradella, comendadores templarios, dieron este término a Juan y Pedro de Bassa, para que lo edificaran y cultivaran. En 1205 la preceptoría de los templarios fue traspasada de Les Gunyoles a Montmell, pasando Les Gunyoles a manos del prior del Hospital que la integró en los dominios de San Valentín de las Cabañas.
En 1967 se llevó a término una excavación arqueológica donde apareció la cara interna del muro, revestido con sillares al igual que la cara exterior, y también restos de una bóveda de hormigón de cal y piedras pequeñas que indican la posibilidad de que la torre fuese cubierta con un techo de forma cónica. En esta excavación también se documentó un silo a 14 metros de la torre. El monumento fue restaurado por la Diputación Provincial de Barcelona entre 1967 y 1968.