En el extremo Oeste de la isla, en la punta o cabo de su nombre, sobre un acantilado. Su acceso es el más complicado de todas las torres de la isla debido al laberinto de caminillos rurales, aunque se puede llegar con vehículo hasta sus mismos muros. Pero para ello hay que hacer varios kilómetros por una carreterilla en muy mal estado que comienza en la urbanización de Porto-Salé. Mantiene contacto visual con la Torre de Punta Prima y con la Torre del Espalmador.
Bastante buen estado. Ha sido restaurada, pero sin añadirle elementos desaparecidos en el pasado. Tan solo consolidando lo que había.
La torre vista desde la Cala Saona, al Sur. Al fondo se aprecia la isla de Ibiza.
Torre de vigía costera, prácticamente idéntica a las otras cuatro que se alzan en Formentera, debido a que fueron construidas al mismo tiempo y con el mismo objeto: prevenir los ataques piratas que frecuentaban las islas. Tiene planta circular y forma troncocónica, con dos pisos separados por una moldura de piedra. La puerta de acceso se encuentra en el piso superior, y se desciende al inferior por una escalera adosada al muro. Una escala de cuerda o madera retirable en caso de peligro, servía para penetrar en ella. Aparecen tres aspilleras en sus muros. Las dos habitaciones superpuestas se cubrían con sólidas bóvedas a prueba de artillería. No llegó a contar con piezas de artillería. Cuenta con una altura actual de nueve metros, aunque ha perdido casi todo su remate superior. Se le añadido una puerta a semejanza de la original. Su fábrica se compone de mampostería con refuerzos de sillería en algunos puntos. Muchos de los sillares fueron sustituídos por otros nuevos debido a la fuerte erosión que sufrían.
Aquí se aprecian con claridad los sillares sustituídos y las tres aspilleras, todas encaradas hacia tierra.