Puente Romano de Andújar

Cruza el río Guadalquivir por la parte Suroeste de la ciudad. Es fácil llegar hasta él dando un paseo.

Se encuentra en buen estado, aunque ha sido muy transformado a lo largo de la historia. La torre que se alzaba en su centro ha desaparecido.

Puente de piedra caliza roja de Marmolejo (sillería y mampostería). Actualmente cuenta con 14 vanos, aunque el número de ellos ha variado a lo largo de la historia. Los doce vanos cercanos a la ciudad se cubren con bóvedas de medio cañón, mientras que los dos centrales son escarzanos y de mayor amplitud. Debido a las múltiples reformas solo conserva 11 arcos originales romanos. Estos dos arcos son obra del siglo XIX. El puente mide 338 metros de longitud, 11 m. de altura máxima y 8 m de anchura,  que en los estribos llega a 14 m.

Lo más interesante para nosotros es que en medio del puente existió una torre, que lo convirtió en puente fortificado. Desconocemos si dicha torre-castillete fue obra romana o si se levantó en alguna de las grandes reformas efectuadas en él. La única imagen que hemos encontrado en que aparece la torre es una acuarela del florentino Pier María Baldi, de 1668. Es nombrada por el ministro Pascual Madoz cuando señala que el puente tuvo un “castillo con puerta de hierro”.

Puente romano de Andújar. En la actualidad (abril 2024) la gran vegetación arbórea hace imposible visualizar el puente al completo, quedando algunos arcos ocultos por ella.

Acuarela de Pier María Baldi, de 1668. Aparece la gran muralla de Andújar y, a la izquierda, el puente con su torre.

 

 

 

Estribos que separan los arcos romanos de los modernos. La torre, posiblemente se levantara en este lugar.

 

 

Imagen extraída de la web: “km77.com”.

Se construyó a comienzos del siglo II, en tiempos de Septimio Severo Pío, conforme a la inscripción aparecida en una lápida rota del puente, encontrada durante unas obras en el siglo XIX, para permitir que la calzada entre Córdoba y Cástulo, que formaba parte de la Via Augusta, pudiera atravesar el rio Betis. Desde entonces ha sido una vía esencial de comunicación a lo largo de la historia, y en tiempos recientes llegó a soportar el tráfico de la N-IV.

En el siglo XV sufrió la primera de sus tres grandes reformas. Gran parte de las marcas de cantero que existen en el puente son de esa época. En 1609 las obras de reparación se elevaron a 50.000 ducados, de las cuales una séptima parte le correspondía a la ciudad y el resto a las poblaciones que se encontraban a cincuenta leguas a la redonda. En el segundo tercio del siglo XIX se sustituyeron  los cinco arcos que lindaban con la orilla izquierda del río  por dos arcos escarzanos.