Palacio de los Centelles

 

 

Maqueta del palacio ubicada en el museo. Se ha podido construir gracias a los planos realizados por Egil Fischer.

Quedaba delimitado por las actuales calles de Comare, les Torres, Aula y Duque de Osuna. La calle Palau atraviesa lo que fue su patio central. Se situaba en el flanco Oeste del recinto amurallado, en su parte más elevada, lo que le confería una excelente visibilidad sobre la comarca y el mar.

Muy mal estado. En el interior de las casas de las calles antes comentadas quedan numerosos vestigios de sus aposentos, largos lienzos de sus murallas y las cuatro torres esquineras. También queda un ventanal en la calle Virgen del Carmen y varias columnas de mármol blanco en el Museo Arqueológico. A pesar de todo, el ayuntamiento de Oliva inició hace algunos años un lento proceso de recuperación del palacio en el que ya han salido a la luz numerosos elementos que estaban ocultos por antiguas viviendas.

Torre Comare. Conocida popularmente como “El Torrejó”, esta torre defendía el ángulo Sureste del palacio. Es de planta circular y fábrica de mampostería, conserva tres plantas, contiguas a otros tantos aposentos rectangulares del resto del edificio. Fue restaurada en 1999 y alberga una exposición permanente sobre el palacio.

 

 

Torre de la Pólvora. En el ángulo Suroeste. Descubierta en el año 2020 en el interior de la casa de la c/Aula nº 23.

Edificio de estilo gótico-renacentista, construído a finales del siglo XV y con importantes reformas en el XVI. Aunque el castillo inicial data, probablemente, de finales del siglo XIV y se asentaba junto a una construcción primitiva del siglo XIII, la Torre Mestral.

La fortaleza sigue la estructura de las residencias señoriales valencianas fortificadas. Se trata de un edificio fortificado con planta rectangular formada por un patio central en torno al que se disponen una serie de dependencias paralelas a las fachadas y cuatro torres defensivas circulares en sus cuatro esquinas, y rectangulares en el centro de los lienzos Este y Oeste. Estaba distribuído en distintas alturas, contando con planta baja, entreplanta, planta noble y porches, donde la planta noble era la residencia señorial. A la planta noble se accedía a través de la escalera de honor, ubicada en un ángulo del patio central. En el palacio de Oliva no se puede asegurar el número de plantas de las que disponía debido a la escasez de restos conservados.

Entre finales del siglo XV y la primera mitad del siglo XVI se realizó una gran ampliación y renovación del antiguo castillo, transformándolo en un edificio palaciego de gran lujo y magnificencia, con el doble de superficie que la fortaleza anterior. Esta ampliación incluyó dentro de sus muros a la Torre Mestral, quedando adosada al lienzo Sur del edificio. El acceso se realizaba por el flanco Norte, dónde se encontraba el primero de los patios, el patio de acceso. En la zona central se seguía manteniendo el patio principal, con la escalera de honor y la galería superior. Todo el palacio estaba rodeado por un foso perimetral defensivo de grandes dimensiones.

Fotografía antigua del patio.

Algunas de las columnas del patio conservadas en el Museo Arqueológico.

Muro oriental. Aparecido al derribar algunas casas. Se observa parte de la torre cuadrangular que defendía este lienzo.

El palacio fue construído por Francisco Centelles, tercer conde de Oliva, en el siglo XVI. Para ello hizo venir a varios artistas italianos del renacimiento. Fue decorado suntuosamente y con una magnificencia espectacular. Tenía planta baja abovedada y la sala de armas en el primer piso, con una rica decoración renacentista; con friso pintado al temple sobre placas de ladrillo, conservándose parte del mismo, así como restos de la techumbre, en Nueva York, en la Hispanic Society of America. Destacaba la cubierta con vigas de madera y bovedillas de ladrillo y yeso, decorada con motivos floreados, ángeles y medallones con dorados y colores verdes, marrones y negro. Las paredes estaban encaladas con las aberturas ricamente decoradas. Era también destacable la galería con columnas de mármol y bóvedas góticas.

El palacio se levantó sobre una antigua torre del siglo XIII (Torre Mestral), mandada levantar por Jaime I. Junto a ella y construida con posterioridad, existió una primera fortaleza, de la que prácticamente no se tiene constancia escrita. Las primeras noticias de su existencia datan de un protocolo notarial de 1412, dónde se nombra la existencia de un castillo propiedad de Bernat de Centelles. Entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI los condes de Oliva promovieron la transformación de la antigua fortaleza medieval en palacio renacentista. Se trata de una construcción en que la poderosa familia Centelles quiso mostrar su poder, incorporando por primera vez en el ámbito valenciano materiales como el mármol, el estuco y el alabastro. La transformación en palacio supuso el añadido de la Torre Mestral y del castillo primigenio en el interior del nuevo recinto palaciego, asumiendo sus estructuras y reutilizándolas en la nueva obra. El palacio perteneció a la familia Centelles hasta 1596, momento en el que pasó por herencia a la familia Borja, duques de Gandía, y comenzó un largo periodo de deterioro y cambios de uso para el palacio. Luego, por matrimonio, al linaje de la Casa de Pimentel y de estos, también mediante casamiento, pasó a los Osuna, quienes en 1871, ya muy deteriorado y ruinoso, lo vendieron a dos comerciantes locales que lo desmantelaron y reparcelaron para construir numerosas viviendas en sus dependencias.

En 1882 se abrió una nueva calle (c/Palau) justo por el centro del palacio, cortándolo en dos mitades, y demoliéndose piezas tan representativas como la Torre Mestral y el patio central con su galería superior y la escalera de acceso a la planta noble. El arquitecto danés Egil Fischer, ante el abandono que sufría el monumento decidió comprarlo el 26 de marzo de 1917 y trasladarlo pieza a pieza a Copenhage para construir, un Museo de Arte Español. Antes de empezar con el desmontaje, Fischer, junto a su ayudante Vilhelm Lauritzen, realizó una amplia y rigurosa documentación gráfica, cosa que permite conocer hoy en día como estaba el palacio entre 1917 y 1920. Gran parte de sus elementos acabaron en Dinamarca y en Nueva York, en la sede de la Hispanic Society. Hasta que el gobierno español lo declaró Monumento Histórico Artístico en 1920, evitando que siguiera su espolio. Desafortunadamente, el deterioro era ya irreversible y el largo periodo de abandono, unido a los desastres de la Guerra Civil, hicieron que el Ayuntamiento lo declarara en ruina, procediendo a su derribo total y conservándose tan solo algunas piezas en el Museo Arqueológico de Oliva.

Tras la reja, se aprecia la base del torreón Noroeste.