Murallas de Benaguacil

 

 

Lienzo en muy mal estado situado en la calle del Muro.

Su perímetro discurría por las actuales calles de la Acequia, Isabel de Villena, la Tirana, Pedralba, Liria y la calle del Muro.

Prácticamente desaparecidas. Sus restos son muy escasos y la mayor parte de ellos están ocultos en el interior de viviendas modernas y no son visibles desde el exterior. No obstante, el ayuntamiento los tiene catalogados y, gracias a ello, se han podido deducir todas sus características principales.

 

 

Lienzo de la calle Pedralba, restaurado. Con atención, se puede apreciar el foso cruzado por una tabla.

Su perímetro era irregular adaptado al terreno, con una longitud de 1.160 m, encerrando una superficie de 65.000 m2. Medían unos 13 m. de altura y tenían un espesor de 2’5 m. estando rematadas con almenas piramidales, según aparece en grabados y textos antiguos. El espesor de 2’5 m. es el que tienen los restos conservados. Esto vendría confirmado por fuentes antiguas que indican que por su parte superior cuando estaba desmochada podía circular un carro sin ninguna dificultad. Su grandiosidad debió ser considerable puesto que en 1613 los recién llegados nuevos pobladores solicitaron al duque de Segorbe que se rebajasen las murallas “para que entrara el aire”. Se sabe también, que estaban reforzadas por torres cuadrangulares  de trecho en trecho, rectangulares entre lienzos y cuadradas en las esquinas. Pero las dos torres que flanqueaban el Portal de Valencia eran de planta semicircular. Se han encontrado restos o se han documentado un total de 18 cubos en la muralla, 8 con un frente de 7’50 m, y 9, con un frente de 9’40. Prácticamente todas han sido destruídas para construir viviendas modernas. Sus restos son muy escasos y están enmascarados entre construcciones actuales. En el año 1620 existían tres puertas, el Portal de Valencia (Este), el Portal de Benisanó (Norte) y el Portal de Villamarchante o de las Eras (Sur). Con posterioridad se abrieron otras dos de menor importancia para conectar con sus arrabales extramuros. Uno de ellos era el Portal Nou (Oeste). Toda la cerca de Benaguacil estaba rodeada por un foso húmedo que se llenaba con agua de la acequia de Dalt en la actual confluencia de las c/Acequia y c/Villamarchante, donde la corriente se dividía en dos brazos que llenaban el foso desde direcciones opuestas. En cada una de las tres puertas existía un puente levadizo que permitía atravesar el foso. Realmente se conocen muchos datos para la escasez de restos conservados.

 

 

 

 

 

 

Lienzo en la calle del Muro, aparecido al derribar una casa. Se ha consolidado y mantenido.

Tanto el castillo como la cerca debieron construirse en tiempos del rey Lobo, Muhamed ibn Sa’d ibn Mardanis (1142-1172), y que el califa almohade Abu Yusuf Yaqub al-Mansur, reconstruyó, reforzó, mejoró y adornó las murallas y el castillo entre 1184 y 1199, dándole el aspecto y fortaleza que ofrecieron ante la llegada de los ejércitos de Jaime I. Los moros de Paterna, Bétera, Villamarchante, Benisanó y Benaguacil, se rebelaron contra el bautismo forzoso al que los querían someter, refugiándose tras los muros de Benaguacil. Los ataques realizados por el caballero Luís Ferrer con cien jinetes de Liria, fueron infructuosos. A principios de 1526, el Consell de Valencia mandó a las milicias de la ciudad a sitiar Benaguacil. Llevaban dos grandes bombardas de Játiva llamadas “el bou”(el toro) y “el porc”(el cerdo), con más de mil hombres. Pero la obstinada resistencia de los moros hizo imposible la conquista. En febrero, el gobernador Jerónimo Cabañelles acudió en persona con cuatro mil hombres y abundante artillería de grueso calibre, y esto hizo desequilibrar la balanza. A pesar de resistir los moros un asedio de un mes, los duros combates y los muchos muertos, hicieron que el caudillo Selim Almansur y algunos guerreros consiguieran escapar para continuar la lucha en la Sierra de Espadán. Los moros que quedaron en Benaguacil, la mayoría heridos, niños, mujeres y ancianos fueron bautizados a la fuerza. Además se les condenó a pagar los gastos de la guerra, es decir 12.000 ducados.

Los agermanados de Valencia pusieron como alcaide del castillo a Guillem Sorolla, más tarde detenido por las tropas realistas. A partir del 2003 el ayuntamiento comenzó, un poco tarde como siempre, la recuperación y restauración de la cerca y castillo.

 

 

 

Muro aparecido al derribar otro edificio en la c/Isabel de Villena.