De la muralla urbana tan solo queda una de sus puertas, la llamada Portaza, en el extremo occidental del recinto, hacia el camino de Zaragoza.
Es una antigua puerta fortificada compuesta por un doble arco ojival de ladrillo con una ranura intermedia. En los laterales se apoya en dos potentes machones de mampostería, con argamasa de cal y barro; uno de ellos corresponde, por sus dimensiones, a los restos de un torreón defensivo. Conserva los huecos para el giro de las puertas y también los de las trancas.