Se sitúa al Norte del casco urbano, en la estrechísima c/Buenaire. Es llamada también Torre de la Cárcel y Torre de los Moros por lo que a veces es confundida con la torre existente en lo alto del monte.
Fue restaurada en la década de los 90 del siglo pasado y se encuentra en buen estado. Lamentablemente se aprovechó para construir un remate-mirador que poco tiene que ver con la torre medieval. Alberga el Centro de Interpretación de los Torreones del Matarraña, aunque está cerrado habitualmente y no se visita.
Podemos observar la estrechez de las callejuelas de Fuentespalda.
Torre de planta rectangular (5 x 4’5 m) que, posiblemente, formara parte de la cerca urbana y que, por razones desconocidas, consiguió mantenerse mientras la cerca era eliminada. Está construída al completo con mampostería y sillares en las esquinas, planta baja y dinteles de vanos y puerta. La puerta, ligeramente elevada, consta de un pequeño arco muy ligeramente apuntado. Cuenta con dos pequeñas ventanas en el flanco meridional y algunas aspilleras. Originalmente tuvo tres plantas, pero en la restauración se han transformado en cuatro más el mirador, o sea en cinco. Se accede hasta la plataforma superior por medio de una escalera moderna. Dicha plataforma, con un gran voladizo en sus cuatro frentes y con materiales que nada tienen que ver con los originales, le da un aspecto peculiar. Desde el siglo XIX fue utilizada como prisión como se indica junto a la entrada. Y curiosamente, todavía mantiene en su planta baja el único juego completo original de cadenas y argollas para inmovilizar a los presos que se conserva en la “ruta de las cárceles del Matarraña”.
Puerta de acceso.
Posición de la Torreta y al casco urbano con respecto a la torre.
Ya existió algún tipo de fortificación en este lugar en época musulmana. Antonio de Buros es el primer señor del castillo del que se tiene noticia, el cual dio carta de población a dieciocho vecinos de Valderrobres para repoblar el lugar. Alfonso II conquistó el lugar durante su campaña de 1169-1170 por el valle del río Matarraña, con ayuda de las órdenes del Temple y Calatrava. Más adelante, la población pasó a formar parte del señorío de la mitra zaragozana tras una donación de Alfonso II al obispo don Pedro Torroja en 1175. La villa fue repoblada por Arnaldo de Fontespátula en 1225, aunque en 1266 vendió sus derechos a los Oteyza. En 1283 era de Lope Guillén de Oteyza. No obstante, la torre puede ser de los siglos XIV o XV.