La Plaza de los Moros

 

 

 

 

 

 

Dos aspectos de la robusta cerca que defiende al poblado.

Sobre un cerro que domina el valle donde se asienta el pueblo, un kilómetro al Este del mismo. Se accede en vehículo hasta la Fuente de la Mota, a los pies del cerro. Luego, andando se asciende por una escalera. Su nombre se debe a la costumbre rural de creer moros todos los restos antiguos.

Mal estado, aunque para lo que es habitual en este tipo de poblados no se puede ser pesimista. Se realizan campañas de excavaciones todos los veranos.

 

 

En primer término, más ancho, el Cerro de la Plaza de los Moros. A la derecha, el Cerro del Tesorillo.

Poblado ibérico asentado sobre restos más antiguos de la Edad del Hierro. Como en otros poblados de este tipo y época, estaba rodeado por una gruesa muralla de hasta 6 m. de espesor, de la que se conservan unos 100 m. con una altura máxima de 2’60 m. La muralla se localiza en forma de semicírculo en la parte más accesible, al Noreste. En la parte opuesta, los escarpes rocosos hacen innecesarias las defensas. En su interior, después de varios años de excavaciones, se observan gran cantidad de muros, restos varios y fragmentos de cerámica en superficie. A unos 30 o 40 metros al Sur hay un pequeño montículo cónico llamado Cerro del Tesorillo, por un tesoro de monedas romanas que se encontró en el pasado, que parece contar con restos defensivos romanos.

 

 

 

Aspecto de las excavaciones realizadas en su interior.

Al parecer se cree que fue arrasado por Aníbal a finales del siglo III a.C. y luego ocupado por los romanos. Fue excavado metódicamente en 1999 por Marta Sierra Delage, y desde entonces, las excavaciones no han cesado.