En el extremo Norte del casco urbano, junto al río Guadalope, en el antiguo Molino de Papel.
Es una pura ruina. Tan solo quedan los muros exteriores y algunos escasos restos de la estructura interna.
Desconocemos si es obra de los carlistas o de los liberales. Lo único cierto es que se habilitó durante la primera guerra carlista. Los restos conservados se limitan a un largo muro con fábrica de mampostería, sillares y sillarejo, repleto de aspilleras orientadas hacia el Norte, hacia el otro lado del río, al que baten.