Castillo de Alcalá

Frente Sureste del castillo, completamente remozado.

En el llamado Cerro Norte, desparramándose el pueblo a sus pies. El acceso se realiza desde el pueblo por la calle de su nombre, partiendo desde la plaza. Fue una estrecha senda de fuerte pendiente, pero durante las últimas obras se convirtió en camino para vehículos.

Bastante buen estado. Después de muchos años de abandono hasta llegar a la más completa ruina, comenzó un proceso de restauración que ha durado varios años.

Aljibe de grandes dimensiones aparecido, frente a la puerta, durante las últimas excavaciones.

Se pueden apreciar tres recintos: el albácar, el patio de armas y la torre del Homenaje.

Albácar: conocida por los nativos como albacara, era el lugar donde se guardaba el ganado, la población del contorno y a veces las tropas. Es el recinto de mayor tamaño, situado en la falda de la colina, pero está muy arruinado. Solo se conservan en pie restos puntuales que apenas permiten deducir su planta, casi rectangular de 45 x 65 m. Ocupa una superficie de 2.800 m2. Además, su perímetro está muy difuminado al haberse construido en la ladera múltiples corrales y pajares. En sus lados Norte y Oeste se aprovecha el corte del macizo rocoso, el resto estuvo fortificado, aunque débilmente, con alguna pequeña torre aprovechando las rocas, como se puede observar en algunos dibujos del siglo XIX. En este recinto se construyeron empalizadas de madera durante las guerras carlistas.

Restos de una torre del albácar, situada al Norte.

Muro del albácar situado junto al camino de subida al castillo

 

 

Imagen de 1999, durante nuestra primera visita, cuando ya se habían puesto andamios para empezar con su rehabilitación.

 

 

Vista Oeste del castillo, en 2014.

Patio de Armas: Con forma rectangular de 17 x 29 m. y una superficie de 525 m2, sus muros son de mampostería con sillares en sus aristas. Tienen un espesor de 1’50 m. y una altura entre 8 y 12 m. En su unión con la torre del Homenaje aparecen los restos de dos torreones, uno semicircular al Norte, y otro cuadrado al Sur. La puerta se situaba en el centro del lienzo Oeste, flanqueada por dos cubos, reconstruídos en la actualidad. Conserva ruinas de construcciones interiores, pero muy deterioradas.

 

 

Interior del patio de armas. Se aprecia el desnivel ocasionado por la roca del subsuelo.

 

 

Muro meridional del patio de armas, visto desde el interior. Aparecen dos filas de mechinales que delatan construcciones de madera adosadas a él.

El castillo, desde el Noreste.

 

 

Entrada al patio de armas, con las dos torres que flanqueaban la entrada, reconstruídas.

 

 

Flanco Oeste de la torre del Homenaje, desde el interior del patio.

Dos de las salas de la planta baja.

Torre del Homenaje: Obra cristiana con planta de triángulo rectángulo con dos vértices achaflanados. Sus muros miden 20, 19 y 25 m. ocupan una superficie de 290 m2 y tienen un espesor medio de 2 m. Son de mampostería con sillares en las esquinas y pueden distinguirse las fábricas de las sucesivas transformaciones. Contaba con tres plantas o niveles. Las dos primeras disponen de cuatro estancias de gran altura cubiertas con bóvedas apuntadas. La tercera planta, más tardía, solo tenía una estancia. Conserva vanos de diferente tipología pertenecientes a ventanas y puertas.

Dos de las salas del primer piso. Se aprecia la escalera metálica de caracol   que asciende a la terraza.

Castillo de origen árabe. La primera cita que se conoce data de 1118, cuando Alfonso I el Batallador dio a Lope Juan de Tarazona los castillos de Aliaga, Pitarque, Jarque, Alcalá y Apelia, si bien es cierto que la dominación sería exclusivamente militar, pretendiendo asegurar la defensa del territorio en unos puestos fronterizos que se pierden tras la muerte del rey en 1134. Ese año la frontera retrocedió hasta Daroca, Calatayud y Belchite. Debió ser conquistado definitivamente hacia 1169 por Alfonso II de Aragón, el cual lo donó en 1174 al monasterio francés de Santa María de la Selva Mayor de Gascuña, junto con el pueblo y sus términos. De este monasterio le quedó el nombre al pueblo. En 1188, Alfonso II le concedió un fuero similar al de Daroca. Entre la abundante normativa de su articulado, destaca un precepto por el que se ordena a los vecinos levantar un recinto murado, lo que se llevó a cabo antes de finalizar el siglo. El castillo fue residencia habitual del comendador junto con algún pequeño destacamento de gente de armas. Durante 200 años los frailes de la Selva Mayor fueron sus señores, pero a finales del siglo XIII perteneció unos años a la Comunidad de Teruel. Fue sitiado durante siete meses por las milicias de Teruel a requerimiento de Jaime II, al negarse a entregar la fortaleza su comendador, García Pérez de Huesa, quién la había pactado a cambio de 30.000 sueldos jaqueses pagados por los propios aldeanos. En el siglo XIV con ocasión de las guerras castellano-aragonesas fue aumentando considerablemente su volumen, aunque no se sepa con detalle las obras que se llevaron a cabo en el castillo. En 1376 el castillo y la villa son vendidos por los monjes a Juan Fernández de Heredia, conde de Fuentes y señor de Mora, por 7.000 florines de oro de Aragón. A partir de aquí y durante el siglo XV, el castillo conocerá la mayor renovación constructiva de su existencia, bajo el mecenazgo de esta familia nobiliaria. A esta época corresponde la mayor parte de la estructura conservada. En 1835 fue recuperado y guarnecido por los carlistas quienes sufrieron un duro asedio por parte de los liberales de O’Donnell. El empleo de artillería dañó la obra considerablemente, aunque no tanto como a los castillos de Aliaga o Montalbán. A esto se sumó los efectos de la desamortización que lo llevaron al abandono. Desde entonces sus muros han servido de cantera a los vecinos del lugar.

 

 

Aspecto de la terraza, con la salida de la escalera cubierta para que no entre el agua de lluvia, los cristales y la extraña rampa.

Vista meridional del castillo en 2014.

Vista meridional del castillo en 1999.

Extremo Oeste en 2014. Se ve la puerta con las dos torres. Abajo, en primer plano, se abre el gran aljibe encontrado durante las últimas excavaciones.

Extremo Oeste en 1999.