El Castellar

Sobre una peña rocosa de forma amesetada, de 731 m de altura, situada a 2’5 km al Sur de Bullas y en la margen derecha del río Mula, que pasa a sus pies. Este lugar es llamado Peña Rubia. Se accede por un buen sendero que comienza en el área recreativa del Salto del Usero. También es conocido como El Castillico.

Prácticamente desaparecido. Solo quedan vestigios de la muralla y la base de un torreón cuadrangular.

El Castellar, desde el Norte.

 

 

 

Restos de la torre, desde el Sur.

Poblado fortificado situado en una alta roca con la cima llana, es decir, con forma amesetada. Está rodeada por cortados verticales de gran altura por todos sus lados, excepto por el Sur, lugar donde se concentraban las defensas, pues en el resto del perímetro no hacían falta. El lugar presenta una longitud Norte-Sur de 115 m, con una anchura máxima de 72, ocupando un área aproximada de 5.000 m2. En el interior del recinto, nada queda. Tan solo encontramos fragmentos cerámicos en superficie.

En su flanco meridional, separado por un pequeño collado del resto de la sierra, quedan los basamentos de una torre rectangular (8 x 4’5 m), con vestigios de dos muros que partían a ambos lados de la torre y terminaban en los cortados rocosos. Todos los restos tienen fábrica de mampostería irregular trabada con mortero de cal.

 

 

 

Restos de la torre, vistos desde el interior del recinto.

Fue construído a finales del siglo XII o principios del XIII, y a finales del XVI fue abandonado. Con el fin de la rebelión mudéjar de 1264-1266, las fortificaciones de Bullas (Castellar), Cehegín y Caravaca y sus territorios circundantes fueron donados por la corona de Castilla a la Orden del Temple, pasando a convertirse en una bailía. Sin embargo, en 1286 el alcaide de la fortaleza de Bullas se rendía al alcaide granadino de Huéscar, provocando que fuera acusado por Sancho IV de Castilla y León de traición. ​Con la extinción de la Orden del Temple, todas sus posesiones pasaron a la Orden de Santiago en 1310, ​ aunque ya por entonces el territorio de Bullas se había convertido en un espacio despoblado ante el peligro fronterizo del reino de Murcia. Sin embargo, la pequeña fortificación existente en el Castellar continuó desempeñando su función de control del territorio, atalaya y vigía, hasta la progresiva desaparición del peligro fronterizo a lo largo del siglo XVI.

Dominio óptico del Castellar, desde el collado que lo separa de la sierra.