Castillo del Real

A unos dos kilómetros al Norte del pueblo, sobre un monte de 574 m. de altura, justo entre los términos de Olocau y Marines, por lo que ambos municipios se disputan la posesión del castillo e incluso su nombre. Históricamente, esta fortaleza siempre ha estado vinculada a la población de Olocau, razón por la cual, la hemos incluído aquí. Se encuentra en posición dominante de los valles y montes que lo rodean y en comunicación visual con la torre de Olla de Marines y con el Puntal dels Llops. También es llamado Castillo del Rel, por corrupción, si bien en tiempos de la reconquista, al pertenecer este territorio a Olocau, se le llamó Castillo de Olocau. Para llegar hasta él hay que dirigirse por la pista forestal que nace en el polideportivo hacia el valle de la Quebrantá, pista que finaliza a los pies de la fortaleza. Desde este lugar hay un sendero balizado hasta la cima.

Muy mal estado. Quedan tan pocos restos que ha sido bastante complicado deducir la planta.

En el extremo Este del recinto exterior, de mayor extensión, se encuentra un aljibe con capacidad de 80 m3 todavía cubierto con una bóveda de medio cañón, y los restos de una torre de planta cuadrangular de 3 por 3’50 metros. El aljibe está recubierto de estuco, con muestras de color rojizo típicamente musulmanas.

 

 

 

Muro del recinto exterior, en la parte Sureste, visto desde la parte de afuera.

Castillo roquero de planta irregular, con dos recintos parcialmente concéntricos adaptados al espacio disponible entre las rocas. Ocupa una superficie de 2.200 m2. Del mayor, situado a un nivel más bajo, es bastante complicado deducir su perímetro, debido a su deterioro. Toda su fábrica está realizada con mampostería de rodeno, de color rojizo, al igual que las rocas del monte, por lo que se mimetiza con el entorno.

 

 

La ascensión a la fortaleza es bastante difícil por la falda meridional y occidental, siendo casi imposible por la ladera Norte y Este, donde la montaña aparece con una fuerte pendiente.

 

 

 

Recinto interior, superior o principal.

El recinto interior, situado en una prominencia rocosa, encierra las dependencias principales del castillo. Este recinto tiene forma trapezoidal con una longitud máxima de 22 m por 9 en el lado mayor de la zona Norte y posee tres amplios espacios situados a distinto nivel. El piso del patio era de estuco. En el patio se observa el segundo aljibe de la fortaleza. Existe un pasillo en el muro de casi medio metro de anchura que serviría como adarve. El muro culmina con dos almenas en forma de prisma.

 

 

 

Muro con adarve y dos almenas junto a la torre del Homenaje.

Parte de la bóveda del segundo aljibe hundida.

Restos de construcción donde aparece el rebosadero del aljibe.

El segundo espacio, está también sepultado por escombros, aunque se ven restos de muros, de muy escasa altura, que impiden imaginar su estructura. En esta segunda zona existe un pequeño cubículo de planta rectangular, de 2 m de longitud por un metro de profundidad, cubierto por bóveda de medio cañón, fabricada, como el resto del castillo, con lajas de rodeno y cal. El hecho de que esta construcción esté aneja a un aljibe, unido a la solidez de sus muros con marcas en zigzag para que se agarre el grueso revestimiento de cal y la existencia de una abertura, actualmente cegada, que parece comunicar con el aljibe, hace pensar en que se trate de un rebosadero, que facilitaría la recogida de agua del aljibe. Este segundo espacio enlazaba con un  pasillo donde se situaba la entrada a la fortaleza.

La torre está precedida por un patio cuadrangular de 6,50 x 6 m, al que se accede por una especie de pasillo en codo. Tanto el piso del patio como el de pasillo son de estuco, apreciándose en algunas zonas dos capas de dicho material. En este piso se abre parte de la claraboya del segundo aljibe de la fortaleza, el cual está cubierto con bóveda de medio cañón, en la que perdura el revestimiento de estuco con la marca de las cañas que formaron el cimbrado. El resto del interior visible del aljibe también está recubierto de estuco en su totalidad, puesto que se encuentra en parte relleno de escombros.

En la zona más elevada, que corresponde al tercer espacio, destaca ante todo la torre del Homenaje, desde la que se dominan los valles cercanos. La torre, con planta rectangular de 8 x 6 m y cuyos muros tienen un espesor aproximado de 90 cm, se encuentra cubierta con bóveda de medio cañón de 6 m de longitud. Está construida con una base de cal y rodeno. Sobre ella, en el exterior de la torre se distinguen hasta cuatro franjas del encofrado, con una medida de 90 cm de altura. Posiblemente el resto de la construcción fuese también de este tipo, pero no se han conservado restos de tapial.

 

 

 

Torre del Homenaje.

Al interior de la torre se accede por una puerta, que en el momento actual tiene 90 cm de anchura, bastante deteriorada en su parte superior. En su interior quedan los restos de una escalera,  pero tan solo restos de los paramentos y del inicio de la bóveda que la sustentaba, lo que indica la existencia de una terraza o piso superior. En el subsuelo encontramos dos dependencias adosadas al muro septentrional, actualmente casi colmadas por los escombros procedentes del derrumbe de parte de sus bóvedas. En el interior de la torre existen tres pequeños vanos enmarcados por tres grandes lajas de rodeno por cada dintel. Hoy día, existe buena iluminación por la existencia de una gran abertura en el muro que enfrenta con la entrada de la torre, aunque supone un grave deterioro para la estructura. En los muros laterales se han encontrado algunos agujeros de los maderos o agujas utilizados para la construcción, pudiéndose apreciar todavía uno de ellos.

 

 

 

Interior de la torre del Homenaje.

Uno de los tres vanos que iluminan el interior de la torre.

Formas zigzagueantes en el estuco, realizadas por el obrero con el objeto de favorecer la adhesión del enlucido de cal.

El rey al-Qadir de Valencia envió en el siglo XI  a este castillo parte de sus tesoros y mujeres. La «Historia Roderici» se refiere al castillo al relatar como el Cid en busca de tesoros tras la muerte de al-Qadir se apoderó del «castrum que dicitur Olokabet», considerándose como la fortaleza que fue atacada en primer lugar en la provincia de Valencia. La «Crónica General», en 1344, al tratar los mismos hechos, habla del envío del rey moro de Valencia de cargas de sus haberes «a un castiello que dicen Hoznohocab, que quiere decir castillo del Águila». La importancia del castillo se seguía manteniendo en el siglo XIII, afirmándose que durante la campaña reconquistadora del rey Jaime I fue una de las últimas fortalezas en rendirse, tras lo cual pasó a poder cristiano. En el Llibre del Repartiment y en un documento de Jaime I de 1250 ya se presenta la forma de Olocau para denominar el castillo.

A finales del siglo XIII, el 3 de febrero de 1286, Ramón Escorna, primer Señor de Olocau, obtuvo de Alfonso II el Liberal la tenencia del castillo en feudo, recibiendo en el año 1287 licencia para reedificarlo, y en 1288 una donación de 365 sueldos anuales, consignados sobre el diezmo de Foyos, por la tenencia. A principios del siglo XIV el señorío perteneció a Joan Escorna, el cual pactó, en 1325, con el prior de la cartuja de Portaceli la división entre los términos de Portaceli y Olocau, ante el notario real de Liria, Bertrand Taylata. El 29 de octubre de 1359, Joan Escorna vendió el castillo y baronía de Olocau a Mateu Mercer, vicealmirante del rey Pedro y mayordomo de la reina doña Leonor de Aragón. El señorío pasó posteriormente a la familia Vilaragut, que según la opinión de diversos genealogistas eran descendientes de Teodor, valeroso capitán y rey de Hungría, después de haberse distinguido en repetidas guerras, abandonó su trono pasando con su esposa a tierras de Francia.

 

 

 

Recinto principal visto desde la torre Este.

En un testamento de 23 de agosto de 1398 se crea el mayorazgo de Olocau, con el gravamen de que sus sucesores lleven el apellido y armas de los Vilarragut. Violante de Vilarragut por su matrimonio con el noble Luis Boil obtiene como dote los señoríos del castillo y valle de Olocau y los lugares de Pardines, Gátova, Torres y la Garrofera, a lo cual se oponen violentamente en 1475 sus hermanos Ramón, Antonio y Francisco Juan, que toman por fuerza Olocau. Con la creación del citado vínculo, el castillo va a comenzar a llamarse castillo del Real. En el año 1649 el condado pasa a los Fenollet, por matrimonio de doña Margarita de Vilarragut y Sanz, hija del Conde de Olocau, con Diego de Fenollet y Albiñana. En 1865 se había firmado la escritura de redención del Señorío directo del Conde sobre los terrenos y casas de Olocau, por el precio de setenta mil reales, quedando extinguido el Señorío Territorial.

 

 

 

Torre del Homenaje y dependencias anejas.

En 1871 murió sin haber contraído matrimonio el último Conde de Olocau del linaje de los Fenollet, y al no tener herederos directos, otorgó testamento nombrando heredera a una sobrina por parte de su madre: doña Mª del Carmen Crespí de Valldaura y Caro, hija del Conde de Orgaz y Sumacarcer, vecina de Palma de Mallorca, consorte de don José de Zaforteza y Togores. Más tarde, en 1902, la casa solariega y las tierras de dominio directo pasaron a don Mariano Zaforteza y a los nietos de la X Condesa de Olocau, todos ellos residentes en Palma de Mallorca. El título lo ostenta en la actualidad don Felipe de Puigdorfila y Villalonga.