El castillo se encumbra sobre una impresionante cresta rocosa, dominando al pueblo desde el Suroeste, con espectaculares precipicios de vértigo, especialmente en su flanco meridional. Su acceso es sencillo por medio de un buen sendero señalizado que nace en las cercanías de la iglesia.
Se encuentra en un estado auténticamente lamentable. Graves grietas, peligrosa inclinación de algunos muros y desprendimientos de cascotes constantes y recientes (enero de 2023). Tanto es así que en algunos puntos su visita es peligrosa. Una verdadera lástima.
Frente meridional.
Diferentes imágenes de la torre albarrana.
Castillo roquero de planta irregular alargada y estrecha, acoplada al escaso espacio disponible en lo alto de una espectacular cresta rocosa. Tiene una longitud de 95 m y una anchura máxima de 13, encerrando una superficie aproximada de 1.200 m2. Cuenta con dos recintos claramente diferenciados, la zona residencial o alcazarejo, al Sureste, y un pequeño albácar, al Noroeste, por donde debió estar la entrada. Debido a su grave deterioro han quedado dos edificaciones en los dos extremos del alcazarejo con forma de torre, y así se les nombra en todas las fuentes consultadas, aunque no tengan nada que ver. Incluso pudo ser que formaran parte del mismo edificio que hubiera perdido su parte central. La altura conservada de sus muros es muy grande, por lo que debieron formar un castillo impresionante. El extremo Sureste termina en un largo espolón macizo desplazado por encima de una estrecha roca, a modo de defensa avanzada. Mientras que, el extremo contrario, termina sobre el albácar con una pared recta. Todo el castillo presenta un grave deterioro pero especialmente grave es el de este conjunto de edificios, pues existen desprendimientos recientes entre grandes grietas que hacen presagiar la continuidad de ellos. Del albácar quedan tan solo restos de algunos muros entre las rocas. Toda su fábrica es la mampostería con sillares en esquinas y, suponemos, porque no les quedan, también en los vanos. En diferentes puntos del recinto se observa el deslizamiento de partes del castillo montaña abajo, formando huecos donde nada queda. En un nivel inferior, junto al actual sendero que conduce al castillo, existen los restos de una torre albarrana que parece de planta cuadrada, construida con la misma fábrica que el castillo.
Edificios meridionales.
Frente meridional, con el sorprendente espolón.
Interior del frente meridional.
Frente Norte del recinto superior. Se aprecian sus grietas verticales.
Interior del frente Norte, en muy mal estado.
Este castillo es uno de los más antiguos de Teruel, de la segunda mitad del siglo XII. Alfonso I conquistó el castillo a los musulmanes, pero a su muerte se volvió a perder. En 1154 Galín Jiménez, tercer señor de Belchite, tenía también el castillo de Huesa. Algún tiempo después, Ramón Berenguer IV estableció en Huesa y Monforte dos avanzadas fortificadas. Cuando el Cid se instaló en Alucant (Olocau del Rey) realizó correrías por las tierras de Huesa (Ossa) y Montalbán, y se cree que tomó Huesa y Montefuerte (Monforte de Moyuela) pero no hemos encontrado ninguna referencia al respecto. En 1209, Pedro II lo empeñó a Pedro Fernández, el Castellano. Huesa fue cabeza de una comunidad de aldeas, pero los reyes se reservaban el derecho de otorgar su “honor”, que popularmente se llamaba el “señorío de la Bota”. La tuvieron Pelegrín de Atrosillo, el arzobispo Luna, los condes de Luna, la familia Sandoval, los Olzina y los Santángel. En 1411, el castillo sufrió un asalto por las tropas de Fernán López de Luna, quién pretendía la tutela del conde Fadrique de Luna, todavía niño, pero lo defendió su alcaide Pedro Sesé. En 1430 era su alcaide, Juan Sesé, quién lo entregó al rey por la expatriación de don Fadrique. En 1626, la Comunidad de Daroca compró la “honor” a Huesa. El castillo tuvo alcaides propios hasta 1702. En 1838 el castillo fue ocupado por el General Cabrera durante las guerras carlistas y se reformó, adaptándolo a las armas de la época.