A duras penas, entre las rocas y la vegetación, se pueden observar los muros de los dos recintos del castillo.
Sobre el Tossal del Castell, nido de águilas, a 260 m. de altura, equidistante entre los dos municipios de Alfahuir, al que pertenece, y Palma de Gandía, cuyo señorío ostentaba, en un kilómetro poco más o menos. Existen dos accesos para llegar hasta él. Uno, bastante largo, que parte de Alfahuir, y el otro, que permite llegar con vehículo hasta su base para luego, por un sendero un tanto abandonado, ascender hasta el castillo. Este último camino comienza en una gran cantera, entre los pueblos de Palma y Ador.
Muy mal estado. Todavía quedan restos de consideración pero en precario equilibrio, fatalmente expuestos a que las inclemencias meteorológicas los derriben en cualquier momento.
Lienzo Este del recinto superior, inclinado hacia fuera, en grave riesgo de derrumbe.
Otro de los lienzos del recinto superior, también inclinado hacia fuera. Se observa su base de mampostería y el resto de tapial.
Aljibe.
Castillo roquero de planta irregular acoplada a las rocas del espacio disponible en lo alto del monte, con dos recintos bien diferenciados y un dominio visual del entorno realmente asombroso. Desde el enriscado peñasco donde se levanta domina todo el tramo de costa entre la Sierra Falconera y la Sierra de la Safor, en contacto óptico con el castillo de Rebollet y el de Villalonga. Dominaba a su vez, el paso natural por el valle del río Vernisa, antiguo camino hacia el interior desde la antigüedad. Por esta parte se comunicaba visualmente con los castillos de Borró, Vilella y Rugat. El recinto inferior, mucho más grande, a modo de albácar, ocupa una superficie de unos 3.000 m2, con planta de rectángulo irregular, con 73 m. de largo por 50 m. de ancho. Simplemente es un lienzo sin torres que bordea las peñas y cuyos mejores restos se concentran al Este. El recinto superior, más pequeño, de 35 x 30 m. tiene también planta rectangular algo irregular. Parece que contaba con dos torres, una en el ángulo Noroeste y otra que protegía la entrada, muy estrecha, entre rocas y con fuerte pendiente. Debió contar con escalones en esta parte pero han desaparecido. Ocupa este recinto una superficie de 800 m2. De su interior nada queda a excepción del gran aljibe que todavía conserva restos del almagre utilizado en su impermeabilización. Su fábrica, homogénea, alterna lienzos de tapial con base de mampostería, con otros solo de mampostería. Entre los bancales de sus laderas se observan abundantes fragmentos de cerámicas en superficie, posiblemente sea el lugar donde se levantaba la puebla.
Recinto superior. A la derecha, entre los árboles se vislumbran los restos de la torre que protegía su acceso.
Lienzo de tapial perteneciente a la torre que protegía la entrada. A la izquierda de la imagen asoman los muros del aljibe.
La misma torre anterior vista desde el exterior del recinto.
Estrecho pasadizo que forma la entrada actual al recinto superior, muy empinado. Seguramente en el pasado contó con escalones.
Cortinas del recinto inferior adaptadas a las rocas como una prolongación de las mismas.
Su origen es musulmán del siglo XI. Al parecer fue conquistado por Jaime I y donado por éste a Pedro de Vilaragut en 1249. Pedro III el Grande lo otorgó a Juan de Próxita, quién se convertiría en el primer barón de Palma. También perteneció a don Juan Gilabert. Los Borja quisieron comprarlo al ser limítrofe con Gandía, ofreciendo por él 90.000 ducados, frente a los 100.000 pedidos que sí se ofreció a pagar don Francisco Vives de Boíl, señor de Bétera. Años más tarde sí que perteneció al ducado de Gandía.
Lienzo de tapial del recinto inferior. Conserva los agujeros de las agujas del encofrado.
El mismo muro anterior, desde el exterior.
Vista septentrional.